—Hombre, la verdad es que una playa paradisíaca tampoco habría estado mal... Pero a mí los Sincorazón no me molestan mucho, siempre puedo salir por patas.
—¿Salir por patas? Muy mal, eso es muy aburrido—comentó ante esa (al parecer) naturaleza suya de evitar los conflictos... Contrastada con la de Atesaki, que iba a ellos de cabeza—Como sea, no aguanto este clima un minuto más, me vuelvo a Villa Crepúsculo. Así de paso nos tomamos unos helados, que hace milenios que no lo hacemos.—Mientras lo decía, se metió en la maleza, seguramente de camino a su nave gumi.
—Conque helados, ¿eh?—comenté, nostálgico. Desde la invasión de los sincorazón a Vergel Radiante que la convirtió en Bastión Hueco, no había tenido ninguna tarde tomando helados junto a Atesaki. Sería casi como volver a los viejos tiempos...—Bueno, supongo que tendremos que despedirnos.—dije mientras extendía mi mano, para que me la estrechara—Un placer conocerte, pero por el bien de los dos... Si nos volvemos a ver, deberíamos hacer como si esto no hubiera ocurrido, por el tema de los bandos, y eso.
Tras que me la estrechara, me despediría con la mano y seguiría a Atesaki. Aunque había tenido una suerte pésima, ese día de monos tuvo algo bueno.
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