por Aru » Mar Oct 06, 2015 10:26 pm
Nuestra aprendiza peliazul había llegado a su destino. Había aceptado una misión, donde tenía que ir al mundo donde residía el gran mago Yen Sid, nombre que le sonaba haber escuchado alguna vez a su fuerte padre. La misión consistía en tener que ordenar su gran, enorme e inacabable biblioteca, llena de jugosos libros no sólo normales, sino con magia, y vete a saber si había alguno parecido como el de ‘’ El bosque de los 100 Acres’’. Pero claro, como era obvio, una de la norma a seguir era no poder abrir ninguno de ellos, lastima.
La joven desinvocó su glider, y se quitó el casco de la armadura, quedándose en ropa normal, aunque estuvo bastante tentada a ir vestida de doncella… Cómo le encantaba la endemoniada ropa a esta muchacha.
—Eh, Aru —saludó una voz bastante conocida para Aru—. Qué coincidencia, ¿no?
La joven se dio la vuelta y se encontró con alguien que hacía ya bastante que no veía. Sus ojos como platos y su gran sonrisa adornó por completo el rostro de la peliazul. Era Simbad, su amigo gitano de Bastión Hueco, con el que había compartido una divertida velada junto a sus padres.
—¡Simbad! ¿Qué haces aquí? ¡Me alegra verte! —la joven pausó mientras observó bastante ilusionada que está usando justamente la capa que le había regalado. Puso la mano aguantando su barbilla, le analizó de arriba a abajo y levantó el pulgar —. Vaya, pues te queda bien y todo, si es que, no hay nada como los artículos Petrikov, ¿verdad?
Después de aquella conversación, alguien más se sumó al escenario o eso supuso por la expresión absorta de Simbad, que parecía haber visto un fantasma o algo que no había esperado. La chica se dio la vuelta lentamente para descubrir el paradero del motivo de susto de su compañero.
—¿Myr…? —susurró la joven en tono inaudible.
Era su novio, ¡vaya, qué coincidencia! No solo se había encontrado a Simbad, sino que la propia pareja de Aru yacia caminando hacia ellos con el rostro sombrio de siempre. Aunque por la primera vista, este parecía bastante sorprendido al mirar que ella también se encontraba ahí.
— ¿Te conoce? —pregunto por lo bajo el gitano, haciendo volver a Aru de sus pensamientos.
La muchacha recordó que aquel romance era secreto y que nadie podía saber lo que tanto ella como Myr hacían, ni siquiera su querido amigo Simbad, por lo que esta tuvo que negar con la cabeza y cambiar su expresión de alegría por total seriedad, bastante bien fingida, porque esta tenía bastante ganas de darle un enorme abrazo a su amado.
—¿Qué pasa? ¿Tengo monos en la cara? Oh, seguro que restos del café... —dijo Watson mientras se limpiaba la cara con un pañuelo.
La joven se tapó la boca para ocultar su risilla.
Tras eso, el alto aprendiz se presentó, parece que él también había optado por hacer como si no se conocían, normal. Nuestra chica esperó a que el gitano se presentase, para entonces ella, ofrecerle la mano a su novio y presentarse, como la primera vez.
—Yo soy Aru, Aru Petrikov, encantada de conocerte… Espero que nos llevemos bien.
Después de eso, esta le sonrió bastante sonrojada, pero claro, este solo era el principio de la obra.