[Evento libre] La inocencia perdida

por **Tanis** » Sab Oct 08, 2016 5:43 am

El polvo de hadas le cegó de repente y de forma aún más repentina notó cómo se hundía en sus propias ropas. El tacto de Asah sobre la cabeza desapareció, al igual que su peso. Para cuando se dio cuenta de lo que había pasado, la camisa le colgaba ampliamente sobre su pequeño cuerpo. La conejita, alarmada y preocupada, revoloteó frente a él, emitiendo sus pequeños sonidos.

—No... Nonononono... —Se palpó la cara.

Todavía llevaba el parche, pero la barca había desaparecido, también su pelo largo. Parecía que había revertido a una edad cercana a los siete u ocho años. Ya casi no recordaba cómo era ser así de bajito, un niño pequeño.Con la ropa colgando, se salió de los pantalones y los zapatos y dejó que Asah se le echara encima. Con ese tamaño su amiga era más grande y le pesaba más.

—¿Fátima?

Al mirar en derredor vio que todos los demás habían sufrido de la misma transformación. Repentinamente asustado, el niño abrazó a la conejito contra su cuerpo y se quedó bien cerca de Fátima. Ella parecía mayor que él en sus nuevos estados y...

«Oh, no... ».

Podrían descubrir su secreto.

—Os devolveré los años dorados… ¡¿Se refería a esto?!—balbució Fátima, mientras se ocupaba de su ropa.

Malik intentó ayudarla y Asah retomó su revoloteo, advirtiendo al pequeño aprendiz de que aquel montón de adultos los estaban rodeando.

―¡Prendedlos!

―¡¡Corred!!

—¡Vamos al sitio que decidimos! ¡No os separéis, usad lo que tengáis a mano… y atacad a la entrepierna!

Casi se echó a reír, pero seguido de su mascota, Malik agarró la mano libre de Akio y tiró de él junto a Fátima. Tras él, la conejita guardó las espaldas de los niños y conjuraría Ráfagas para alejar a los adultos de ellos. Se dirigían al bar, su objetivo inicial. Fuera más seguro o no, no podían quedarse quietos.

por **LightHelco** » Sab Oct 08, 2016 11:41 am

Nada más se abrieron las puertas y entramos al recinto, una mujer de apariencia mundana nos cortó el paso. No tardó mucho en ponerse a dar un discurso y dejarnos claro que sabía de la existencia de las Llaves Espada y los portadores de esta, lo cual me resultaba extraño ya que pocos mundos sabían de ellas y este no parecía uno de ellos.

Aunque a saber si esa mujer era de este mundo, porque tan pronto como si discurso acabó, la puerta tras nosotros se cerró. Gruñí listo para calcinar a esa mujer si realmente decidía hacernos frente. Pero no solo nos hizo frente, si no que llamó a un hada para ayudarla. Que poco me gustaba la presencia de aquella criatura, las hadas y las brujas tendían a llevarse realmente mal. Mi familia siempre me decía que no me fiara de un hada y justo aquel día iba a descubrir porqué.

Con un movimiento de su varita, el hada nos envolvió a todos y cada uno de nosotros en magia, hechizándonos y disminuyendo nuestro tamaño. Ya me tenía lo peor, que me volverían a transformar en ratón y aunque el resultado fue algo más agradable, no era nada bueno.

—Agh… ¿por qué me queda el sombrero tan grande? —murmuré con una voz que no era la mía, bueno, si lo era, pero la llevaba sin escuchar años — ¡¿Qué?!

Me miré las manos o lo que pude de ellas ya que las mangas de la camisa me las ocultaban. Me subí el ala del sombrero para encontrarme cara a cara con Ilana. ¡Ilana estaba a mi altura! La gata maulló preocupada ya que cada vez me veía más nerviosa. Fue entonces que se escuchó el grito agudo de Akio echándonos la bronca a todos por haber llevado armas. Y ahí lo vi. Nos habían transformado en niños, me fijé que Ragun aun tenía su brazo negro, por lo que rápidamente me pasé la mano por la espalda hasta que pude comprobar que sí, nuestras heridas seguían allí.

—Hay que estar tranquilos, Ilana —le dije a la gatita sin creerme yo mismo aquellas palabras —. Tú no te has visto afectada y yo aun quizás conserve mi magia de la misma forma que conservo mis cicatrices.

Y porque la cosa no podía acabar allí, desde todos los lados empezaron a aparecer humanos adultos armados con todo tipo de redes. Ariasu no tuvo que decírnoslo para que muchos salieran corriendo. Intente buscar a Maya ya que me esperaba que la niña hubiese acabado siendo más pequeña que yo incluso, aunque a la que me encontré fue a Nicoxa. La mujer me agarró rápidamente haciendo que se me ruborizaran las mejillas e insistió en que subiera a su espalda.

—Ta…tampoco soy ta-an pequeño, Nico- ¡ah!

Sentí un empujón desde atrás hasta que estuve firmemente agarrado a la espalda de la peliazulo. Ilana había usado su morro para empujarme y por la seriedad con la que me miraba, estaba claro que la gatita iba a hacer todo lo posible para protegerme.

Tendría que haberme quedado en la cama.

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por **Zodiark** » Sab Oct 08, 2016 6:37 pm

—Tú, Ukki, tienes que portarte bien, eh —dije al pequeño, que estaba de pie a mi lado—. Las atracciones pueden ser muy peligrosas así que no te alejes de mí en ningún momento.

El mono gruñó, molesto. No le gustaba que le tratase como a un niño pequeño, aunque prácticamente lo era.

Nuestro improvisado grupo comenzó a avanzar hacia la entrada del parque, cuando todos los aprendices y Maestros fuimos detenidos por una mujer que no conocía de nada. ¿Sería la encargada del parque, queriendo desearnos una divertida estancia?

―¡Queridos Portadores de la Llave Espada! Vosotros y yo tenemos algo en común: perdimos nuestro hogar por la culpa de otros. Hemos tenido que superar la desesperación y dejar atrás nuestro pasado para seguir adelante. Y por eso también algo nos distingue: creísteis obrar con elección, mas os engañaron vilmente para utilizaros. Hoy he venido para liberaros de esa farsa.

»Os devolveré los años dorados que esas dos Órdenes terroristas os arrebataron.

Arqueé una ceja, extrañada. ¿De qué demonios estaba hablando, y por qué tenía que ser en aquel momento? ¿Es que no podíamos ni siquiera pasar una noche en el parque de atracciones sin que vinieran a molestarnos con la monserga de siempre.

―¿Terroristas? ¿Qué demonios estás hablando? ¿Pero usted se está oyendo, señora?

—¿Se puede saber quién eres? Hablas como esos pesados de los Villanos Finales, no tendrás nada que ver con ellos, ¿no? —Me crucé de brazos, clavando mi mirada en sus ojos con hastío—. Es nuestro día libre, una excursión para pasárnoslo bien, así que no nos agües la fiesta, por favor. Ya mañana nos das la charla de lo malvadas que son las Órdenes, ¿vale?

Las puertas tras nosotros se cerraron entonces, y un ¿hada? surgió al lado de la mujer. ¿De qué iba todo eso?

―¿Vas a seguir adelante, Myrall?

―Por supuesto. Esta tierra quedará bañada de tu bendición. Ahora, cumple mi deseo y yo procuraré que perdure hasta el amanecer. De ese modo se convertirá en realidad. Cueste lo que cueste.

―El tuyo, y el de cualquiera con un corazón anhelante que acuda a mí.

La mujer parecía bastante seria sobre el asunto que se traía entre manos, fuera lo que fuese. ¿Qué querían hacer? ¿De verdad iban a arruinarnos nuestra excursión? O quien sabía, el hada no parecía malvada, ¿a lo mejor era algo bueno?

Expectante, esperé a que el hada terminase su conjuro, que hizo aparecer unos polvos que, al tocarnos, surtieron efecto sobre nuestros cuerpos.

—A-Ah... ¿Qué pasa...?

Comencé a notar cierto cosquilleo por todo el cuerpo, acompañado de una sensación de lo más extraña. Además, notaba como mi vista iba bajando más y más, hasta que llegó un punto en el que algo me la tapó: mi sombrero. ¿Desde cuándo me iba tan grande?

―U-Ukki, ¿qué...?

Giré la cabeza para observar al mono, solo para comprobar que era... ¡igual de alto que yo!

—¡¿Qué ha p-pasado?! —Abrí los ojos como platos, y aunque al comienzo pensé que Ukki se había vuelto gigante, en ese momento me percaté de que era todo lo contrario. Mi voz se había vuelto mucho más aguda e infantil, e incluso me costaba pronunciar algunos sonidos, y todo a mi alrededor se había vuelto gigante. Todo, excepto mis compañeros aprendices, que, igual que yo, habían encogido.

»¡N-No tiene gracia! —grité a la mujer y al hada—. ¡Dev-v-v-volvednos a la normalidad!

Claro que, con aquella voz de niña pequeña sonaba menos desafiante que de costumbre.

Pero lo peor estaba por llegar, pues un montón de adultos aparecieron entonces, armados con cañas y redes, y no parecían tener ganas de jugar, sino todo lo contrario. Con cuerpos de críos y habiendo dejado todas nuestras armas atrás, ¿cómo íbamos a defendernos?

―¡Prendedlos!

La mujer desapareció junto al hada, y gruñí frustrada. Ukki, por otro lado, se colocó delante de mí para defenderme, colocándose en posición de ataque y observando amenazador a los adultos.

―¡Maya!

La voz de Light me sobresaltó, y le observé confusa. Tenía cuerpo de niño, pero aun así, desde mi punto de vista, seguía pareciendo igual de maduro y mayor que yo que siempre. A continuación el chico agarró mi mano y echó a correr, estirándome. Al mismo tiempo, intenté alcanzar a Ukki con mi mano libre, pero con una ropa tan grande me fue imposible, bastante difícil era ya moverme.

—¡Ukki, v-vamos!

El simio salió de su estado de alerta y se dirigió hacia mí, y comenzó a correr a mi lado. Con suerte, si alguno de los adultos se acercaba lo suficiente como para capturarnos él sería capaz de repelerlos. En aquella situación, dependía mucho de él.

Por otra parte, Light seguía corriendo, y vi que algunos otros compañeros se habían unido a nosotros. Menos mal, con un grupo numeroso iba a ser más fácil hacerles frente.

—L-Light, es muy di-difícil c-correr con esta túnica, me va en-n-norme, así que ve despacio y con cuid-d-dado, ¿vale?

Cada dos segundos tenía que estar colocándome bien el sombrero con mi mano libre, ya que me iba grande y me bloqueaba la vista cada dos por tres, así que me lo quité con la mano libre y pregunté en voz alta:

—¿P-puede alguien llevarlo p-puesto por mí?

»Y oye, Light, ¿ad-do-dónde nos llevas?

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por **Nell** » Sab Oct 08, 2016 11:01 pm

A nadie le parecía cuerda la actitud de aquella mujer que, por orden suya, habían sido convertidos en niños y ahora estaban siendo acorralados por varios adultos. Pero, con todos los villanos locos que habían conocido, ¿tan raro les parecía?

En cualquier caso, ahora se encontraban en un buen apuro.

—¡Vamos al sitio que decidimos! ¡No os separéis, usad lo que tengáis a mano… y atacad a la entrepierna! ―Algunos adultos se taparon con una mano, a mano de respuesta inconsciente.

—¡Sois muy valientes atacando a unos niños, eh! ¡Anda a la mierda!

―Voy a lavarte la boca con jabón ―le dijo un hombre en respuesta.

Aquellos que se agacharon a rebuscar entre sus ropas para recuperar las armas que habían metido de incógnito fueron los que captaron la atención de más adultos, que se fueron acercando a ellos. Pudieron repelerlos a base de tirar ropa, libretazos, resbalazos por pelota, repelerlos con el viento de ¿una coneja? y de escabullirse. A pesar de que alguno tuvo que pasar por al lado de algún adulto, ninguno logró pillarles… ni hizo falta que las mascotas les atacaran.

En el fondo, los adultos no parecían cómodos con ese cercamiento a los niños. Sin embargo, una vez comprobaron lo fácil que les resultó escaparse por haber sido tan blandos (y ellos tan violentos), intercambiaron miradas de complicidad para ponerse de acuerdo y que no volviera a suceder nada así.

Un numeroso grupo se dirigió hacia el Bar 8, por lo que un grupo de diez adultos se agruparon para perseguirlos. Por otro lado, varios más se dirigieron juntos al Circo, y del mismo modo se pusieron de acuerdo cinco adultos. Los restantes se distribuyeron en una pareja y un trío para capturar a los más divididos.

Bar 8: Fátima, Nikolai, Saeko, Gengar, Saxor, Guilmon, Celeste, Malik, Asah, Saito

Es un local pequeño, con mesas redondas y de madera que ocupan el poco espacio, junto a un billar. Al fondo del todo hay una barra, tras la cual hay una enorme estantería repleta de bebidas alcohólicas y un teléfono colgado en la pared. Además hay una puerta que comunica con una bodega, la cual solo almacena cajas y barriles de provisiones, algunos vacíos.

*Ropa improvisada con los barriles.
*Objetos: botellas, llenas o vacías.

Al grupo le pisaban los talones. Durante el camino, Akio refunfuñaba con esa vocecilla infantil:

―Tendría que haber venido yo solo, porque cuando estoy solo no me ocurren estas cosas, solo cuando os saco. ¡Esto es ridículo! ¡Yo no quiero ser un niño! ―Solo llevaba su camiseta.

Entraron en el bar y apenas tendrían un pequeño descanso para mirar a su alrededor. ¡Los adultos estaban muy cerca!

Circo: Light, Gaomon, Kairi, Awa-chan, Maya, Ukki, Ragun, Simbad, Freya

Se ubica en una zona más apartada, entre colinas. Un largo pasillo, pasando por una sala circular vacía (en ese momento) que desemboca en el circo propiamente dicho. Hay gradas a los alrededores, y en el centro, una colchoneta gigante rodeada de redes, en la que se cuelgan los malabaristas y se hacen los trucos. Al fondo, en una puerta de acceso solo a personal autorizado, se pueden encontrar disfraces y juguetes que se usan en las actuaciones.

*Ropa de disfraces con temática de circo, como payaso, mimo, domador, etc.
*Objetos: pelotas (de varios tamaños), canicas, pañuelos entrelazados, varitas mágicas, yoyós y mazos de juguete.

Por desgracia, los adultos que les perseguían no estaban demasiado lejos de ellos. Además, el camino hasta el Circo fue largo y, por si eso fuera poco, parecía absolutamente vacío. Atravesaron el interminable pasillo hasta una sala circular donde no había absolutamente nada (por raro que pareciera), por lo que no les quedó más remedio que continuar por el siguiente camino.

Para cuando llegaron a la última habitación, ya estaban cansados. No había más salidas. Tendrían que ingeniárselas de alguna forma para esconderse, luchar o huir.

La Casa de las Riñas: Alaric

No es ninguna casa; de hecho, está cubierto por una carpa, que crea las sombras de quien está dentro debido a la intensa luz que lo alumbra. La entrada se divide en dos direcciones: la de espectadores y la de luchadores, aunque puede saltarse la valla para ir directamente al ring. Los luchadores pasan primero por un vestuario. Los espectadores tienen un amplio espacio alrededor, sin gradas.

*Ropa de niño/a en el vestuario, dentro de las taquillas.

Alaric eligió un camino al azar y este le llevó hasta una carpa. Delante de ella se encontraba Ariasu, que se había marchado corriendo sujetando sus pantaloncitos, y el traje le quedaba como un vestido. Eso sí, había tenido que desprenderse del gorro y de las botas.

―¿Y tú quién eres? ―Se puso a la defensiva―. No estabas en nuestro grupo, de eso estoy segura. ¿Estás con ellos?

Y «ellos» se acercaban cada vez más. Una pareja de adultos se divisaba por el camino. Ariasu no dijo nada más y entró, virando hacia la entrada de los luchadores y al vestuario. Una vez allí, se ocultó en un armario e hizo caso omiso de Alaric, en caso de que este le hubiese seguido. Ya podía pensar rápidamente si imitarla o no.

La Zona de los Destrozos: Nicoxa, Alec, Ilana

En realidad es una casa. Se trata de una casona vallada, en cuyo exterior hay apelmazados un montón de muebles para que puedan destrozarse a gusto. A su vez, el interior presenta un aspecto de lo más normal, con muchos jarrones, claro. Tiene cocina, comedor, tres habitaciones, dos baños… todo ello parcialmente destruido ya. En los armarios se puede encontrar ropa. La entrada es lo único intacto, quizá porque no ofrece nada interesante, salvo un teléfono en una esquina y una maqueta a escala del parque.

*Ropa de niño/a en los armarios de las habitaciones.
*Objetos: bate de béisbol, martillo de juguete, tirachinas (sin chinas).

Llegaron a la Zona, que estaba a oscuras y silenciosa. Debido a la cantidad de muebles y ventanas rotas que presentaba ya desde el exterior, cualquiera habría dicho que se trataba de la mansión encantada del parque. Sin embargo, al entrar, comprobarían que el silencio no les deparaba ningún susto.

De hecho, la única zona tenuemente iluminada era el comedor, cuya mesa estaba partida en dos y volcada. Aun así, había una mujer sentada en una de las sillas que rodeaban la superficie inservible. El hada.

―Hola de nuevo. Esperaba que no nos volviéramos a encontrar tan pronto. Al igual que vosotros, estaré encerrada en este parque hasta el amanecer. Sea cual sea el resultado de este evento.

»Puede que tengáis preguntas. Si es así, hacedlas rápido, una cada uno, porque pronto me marcharé. No me conviene estar mucho tiempo en un sitio o cosas terribles sucederán. Os permitiré cambiar la pregunta a cambio de llevaros conmigo, si así lo queréis. Yo no intentaré capturaros. ―aseguró dulcemente, aunque no sonreía, ni parecía sentir remordimientos por actitudes recientes como devolverlos a todos a la infancia a santo de nada.

Nicoxa y Alec eran los que más ventaja sacaban a sus perseguidores. Pero estaban cerca, muy cerca, pronto entrarían. Podía decirse que habían sido muy suertudos: tenían muchas formas de escapar, física o mágicamente, incluso. Dependería de ellos.

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Fecha límite: 12 de octubre.

por **Suzume Mizuno** » Mar Oct 11, 2016 3:51 pm

Consiguieron llegar al bar, pero por los pelos y perseguidos muy de cerca por malditos adultos. Porque, claro, eran un grupo bien grande y era difícil perderlos de vista.

Fátima abrió la puerta y echó un veloz vistazo para asegurarse de que no les aguardaba ninguna sorpresa desagradable. Bien, parecía que los secuestradores se habían reunido en la entrada para cogerles y que no les esperaban en los locales. Al menos en ese.

—¡Rápido, rápido!

En cuanto todos hubieron pasado cerró la puerta de un portazo, miró en derredor y corrió a por la silla más cercana para estamparla contra la puerta y bloquear el manillar —si era posible—. Si no, simplemente acumularía mesas para dificultar la entrada.

—¡Ayudadme, vamos!

A la vez, iba examinando la habitación. Sus ojos se detuvieron sobre el teléfono.

—¡Akio o quien sea, llamad a Ronin o a Ryota! ¡Ya!—gritó. Que a lo mejor estaba cortado pero ¿para qué iban a tener un teléfono si no?—. ¡Los demás coged palos y botellas!

Si, además, la barricada funcionaba, cerraría las ventanas y las cortinas para que no pudieran verlos. Evidentemente si podían entrar por la puerta no se molestaría en hacer eso.

Tanto si la barricada duraba o no, tendrían que prepararse para defenderse así que se haría con una botella. El corazón le iba a mil por hora. Pero se le ocurrió una idea absurda que debía intentar. Mientras sus compañeros se armaban con las botellas —se apartaría si empezaban a romperlas para usar el alcohol para algo— Fátima se quedó al frente y gritó:

—¡Hablemos!—Tenía que ganar tiempo como fuera—. ¡Qué es lo que queréis hacer, ¿secuestrar a unos niños?! —Fátima creía haber notado un poquito de incomodidad en ellos por cómo les habían dejado escapar así que había que explotarlo en la medida de lo posible. Esperaba que, aunque estaban dispuestos a capturarlos, ver a niños medio desnudos incluso armados con lo poco que tenían les hiciera sentirse un poco miserable. ¿Si lloraba o algo funcionaría mejor? No sería difícil. Por algún motivo, ahora que era pequeña resultaba más fácil dejarse llevar por las emociones. Además, estaba reventada por la carrera y hecha un desastre—. ¡Tenemos familias en nuestras casas! ¿Es que vais a devolvernos o pensáis hacer otra cosa?

Si estaban dispuestos a hablar, Fátima haría un gesto a sus compañeros en un intento de que no atacaran. Si no… Diantres, no iba a permitir que le pusieran ni un dedo encima a sus amigos sin defenderse. Además...

—Tenemos que hacer caer al menos a uno—cuchichearía con los niños más grandes—. Y cogerlo de rehén. Ponedle algo afilado al cuello.—Si conseguía que el adulto que se le acercara cayera al suelo haría exactamente lo que había dicho y rugiría por un alto para negociar.

Usaría la botella para atacar la entrepierna y mordería y arañaría a cualquiera que se acercara. Buscaría de todas las formas posibles hacerlo caer al suelo y neutralizarlo de un golpe en la nariz o en la cara. No confiaba mucho en su nueva fuerza, así que tendría que confiar en que la botella hiciera daño.

Si no conseguían coger a nadie, chillaría a sus compañeros se dispersaran y empujaría a Akio hacia una de las ventanas para que pudiera intentar escapar.

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por **Light** » Mar Oct 11, 2016 10:37 pm

—L-Light, es muy di-difícil c-correr con esta túnica, me va en-n-norme, así que ve despacio y con cuid-d-dado, ¿vale?

—¡Pero si vamos despacio nos pillarán! —respondió. Le ofreció llevarle a caballito si tanto le costaba seguir su ritmo.

—¿P-puede alguien llevarlo p-puesto por mí?

»Y oye, Light, ¿ad-do-dónde nos llevas?

—Había pensado que quizás en ese circo podríamos escondernos o conseguir algo de ropa… —comentó a todos, sin dejar de correr.

Pronto se arrepentiría de esa decisión.

De saber que les llevaría tanto tiempo ir al circo, hubiera rechazado la idea. Se encontraba apartado, entre las colinas, y encima el pasillo del interior no parecía acabar nunca. Se le hizo eterno.

Y lo peor era que sus cinco perseguidores no estaban muy lejos, por lo que la tensión era máxima. Light no podía creer que se estuviera cansando tan rápido, pero resultaba lógico teniendo en cuenta que ahora tenía un cuerpo más débil. Todo eran desventajas.

«Joder, tenemos que perderles de algún modo».

Llegó resollando al circo en sí, la sala donde se hallaba la colchoneta, las gradas y las redes.

Continuó corriendo hasta alcanzar una puerta que daba a una sala con disfraces y juguetes. Aparentemente, nada que pudiera ayudarles a parar a esos locos habitantes de Ciudad de Paso.

—Coged lo que necesitéis y escondámonos en las gradas —dijo Light, susurrando, mientras se apropiaba de un disfraz de domador de su talla (ya se lo pondría cuando dejaran de perseguirle por un momento)—. ¿Alguien puede invocar la llave? —La suya era tan pesada que ni se molestó en intentar invocarla—. No llegaremos muy lejos si nos cansamos ahora. Quizás podamos encerrarlos si les atraemos a esta habitación... Yo creo que puedo atraerlos.

«Bueno, te encargarás tú. ¿Puedes atraerles a los camerinos y mantenerles ocupados?», le pidió a Gaomon. Éste no le pudo dar un «no» por respuesta.

Tras apropiarse de ropa, corrió a las gradas más cercanas de su posición para esconderse tras ellas y esperó desde ahí a que se desarrollaran los acontecimientos. Se asomaría lo justo para saber el momento exacto en que los perseguidores entraban en la misma sala donde se encontraban ellos —entonces le diría telepáticamente a Gaomon que iniciara su plan— y después apartaría la cabeza, ocultándose del todo.

Su mascota, haciendo uso de su materialización, se aparecería en su forma bípeda a su lado y correría a los camerinos tras el aviso de Light. Para llamar la atención de los perseguidores, intentaría hacer el mayor ruido posible, ya fuera cerrando de golpe la puerta de los camerinos, arrojando algo al suelo… y después se escondería en algún armario. Si su plan surtía efecto, los adultos, pensando que estaban allí, entrarían al cuarto y no verían nada sospechoso. Ya podrían encerrarles.

—¡Ya! —gritaría para alertar a sus compañeros en cuanto los perseguidores hubieran entrado en los camerinos. Ya podían empezar a correr.

Gaomon entonces saldría del armario y arremetería con una Luna protectora para derribarles y evitar que escaparan de la habitación. Después, se transformaría en su forma a cuatro patas y escaparía de allí para regresar con su amo.

Light le dejaría la tarea de intentar encerrarles con la llave (de poder materializarse) a otro aprendiz y se limitaría a escapar, con su mascota, con Maya y el mono. Ella seguramente estaba más cansada que él, por lo que la ofrecería nuevamente llevarla en la espalda.

Era posible que no todos los adultos hubieran caído en la trampa, por lo que intentaría esquivarles y trataría de clavarles la daga en el caso de que le atraparan.

Funcionara o no el plan de atraerles y encerrarles, su objetivo sería el mismo: escapar del circo. Y el camino para salir era bien largo, ya lo sabían. Así que una vez se hubieran alejado lo suficiente de aquellos hombres, le pediría a Gaomon que les llevara en su espalda (a él, a Maya y al mono). El eidolon se agacharía lo máximo posible para que pudieran auparse sin problemas. Light mismamente cogería a la niña y la colocaría encima de su bestia.

De lograr salir del circo, su destino siguiente sería La Casa de las Riñas. Si les daban un respiro, aprovecharía para cambiarse de prendas.

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por **Denna** » Mié Oct 12, 2016 12:56 am

Llegué jadeante al Bar 8. Casi se me cayó el alma a los pies al ver lo pequeño que era —¿cómo se suponía que íbamos a deshacernos de los adultos ahí dentro? ¡No había sitio donde escondernos!

Hecha polvo, me tomé un instante para recuperar el aliento.

Por el camino se nos habían unido Saeko y —«Ay, Dios mío, dime que es una broma...»— Saxor, junto a sus mascotas. No había tiempo a viejas rencillas, si queríamos salir bien parados, teníamos que trabajar todos en equipo.

Fátima empezó a gritar órdenes. Mientras ella tapiaba la puerta, me apresuré a cerrar ventanas y cortinas, bloqueándolas con palos de billar si podía. Si no llegaba con sólo ponerme de puntillas, me subiría donde hiciera falta. Eso de ser una cría de nuevo resultaba más una molestia que un regalo. ¡Cuando encontrara a ese hada..!

—El alcohol —señalé una vez todo el mundo tuvo armas a mano—. Si la cosa se pone fea, podemos utilizarlo para quemar a los adultos. Veamos, nadie puede usar magia, ¿verdad? —Yo misma había intentado defenderme con Electros durante la escapada, sin éxito—. Será cosa del hechizo. Pero... quizás ellos sí que puedan hacer algo.

Miré a Nikolai, Malik, Saeko y Saxor, que iban acompañados de sus mascotas. El dichoso polvo de hada sólo nos había afectado a nosotros, de modo que, con un poco de suerte...

Contuve el aliento cuando Fátima decidió negociar:

—¡Hablemos! ¡Qué es lo que queréis hacer, ¿secuestrar a unos niños?! ¡Tenemos familias en nuestras casas! ¿Es que vais a devolvernos o pensáis hacer otra cosa?

—A saber en qué piensan...

—Tenemos que hacer caer al menos a uno —susurró la pequeña Maestra—. Y cogerlo de rehén. Ponedle algo afilado al cuello.

—Hecho. —Miré al resto de nuestro grupo. Saeko era la que parecía ser mayor, seguida de Nikolai y Saito. Saxor no parecía mucho más grande que yo o la propia Fátima, pero Malik y Akio...—. Aunque seamos niños, seguimos siendo muchos. Si atacamos al primero que se adelante puede que tengamos una posibilidad. ¿Listos?

Más nos valía que funcionara. La estrategia era una locura, pero quién sabía. Cosas peores habíamos hecho. De eso no cabía duda.

Apreté la daga. Si las cosas se ponían feas, trataría de ponerme por detrás de alguna silla o mesa para que las redes no me atraparan. Luego atacaría a piernas y entrepiernas, golpeando, si alguien caía, cuellos y ojos. Y si nada funcionaba... bueno, me aseguraría de no estar muy lejos de alguna ventana.

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por **Drazham** » Mié Oct 12, 2016 2:02 am

Para cuando llegaron al bar, Nikolai estuvo a poco de vomitar el corazón de tanto golpetearle en el pecho. Dios, no pensaba que con ese cuerpecito fuese a tener tantos problemas a la hora de correr. Tuvo que sostenerse en una pared para recuperar el aliento.

—¡Rápido, rápido!

Pero ni con esas podría descansar cuando Fátima ya les azoraba a echarle una mano con las mesas para atrancar la puerta, por lo que con un resuello, hizo acopio de sus fuerzas y se puso manos a la obra. En realidad, más les valía tener lista esa barricada, porque durante la carrera juraría haber visto a un buen puñado de la panda de adultos desglosarse para darles caza.

—¡Akio o quien sea, llamad a Ronin o a Ryota! ¡Los demás coged palos y botellas!

Siendo francos, no tenía muchas esperanzas en que un teléfono fijo pudiese contactar con alguna de las Órdenes, o incluso que tuviese línea y estuviese ahí de atrezo. No es que se opusiese a internarlo, pero prefirió seguir el segundo consejo de la chica y buscarse un arma más práctica en sus pequeñas manos que el látigo; rebuscando en el estante de las botellas, se fijó en que muchas de ellas aún estaban llenas, abundando el alcohol.

—El alcohol. Si la cosa se pone fea, podemos utilizarlo para quemar a los adultos.

—No sé yo si el fuego es buena idea… —Torció el gesto de la boca—. Como se nos vaya de las manos, este sitio puede acabar en llamas y tener un problema más gordo que el que nos persigan.

Además, tampoco le hacía especial gracia que esa tal Myrall los acusase de terrorismo y acabasen dándole la razón si llegaban a hacer volar por los aires el bar.

Aunque, inflamable o no, seguía siendo un excelente conductor de la electricidad. Al menos, eso no era tan peligroso como el fuego.

—Será cosa del hechizo. Pero... quizás ellos sí que puedan hacer algo.

Y Celeste pareció pensar en los mismo que él. No todos los presentes estaban inutilizados por culpa de la magia del hada.

—¡Saic, sal! ¡Necesito que nos eches una mano!

El asistente no se demoró en salir del móvil, raudo para recibir las órdenes. Sin embargo, puesto que él aún no estaba al corriente de qué había pasado fuera mientras ahorraba energías dentro del aparato, al toparse con un chiquillo que arrastraba parte de las prendas que solía vestir su dueño, los ojos de su visor se le desorbitaron.

—¡No te quedes ahí como un pasmarote! —Prefirió cortarle antes de que se pusiese a hacer preguntas—. Coge todas las botellas con líquido que puedas y encharca la entrada. —Luego, se dirigió al resto—. Que las demás mascotas que vuelen le echen un cable, así iremos más rápidos.

Una vez se apropiase de una botella para defenderse, Nikolai saltó de la estantería y se acercó hasta Saeko.

—¿Tú mascota podía utilizar hechizos de Rayo? —En cuanto Saeko le diese una respuesta afirmativa, asintió—. Vale, este es el plan: si consiguen sobrepasar la barricada, que Saic y Gengar lancen Electro al agua en cuanto la estén pisando. Los demás, subíos a algo por si acaso.

Nikolai esperaría a todo el mundo a que tomase posición, y también aguardaría por si el intento de Fátima en negociar daba algún resultado. Fuera como fuese, en el primer momento que un buen puñado de adultos entrase y pisase el suelo encharcado, Saic dispararía un rayo para electrificarlo y, con suerte, noquearlos del calambrazo.

Si podía, y alguno de los adultos cavaba desprotegido, se lanzaría con botella en mano para arrearle en la rodilla y encaramarse a su pierna si el resto le acompañaban en apresarle. Si no, se defendería con uñas y dientes, y de paso le echaría un ojo a la ventana más cercana por si había que salir por patas.

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por **H.S Sora** » Mié Oct 12, 2016 5:54 pm

Vale, a pesar de tener el aspecto de un niño las cosas habían salido muy bien... Demasiado. Y teniendo en cuenta que ya de por si a mi versión adulta los planes le salían como el culo, era raro que ninguno de los acechadores que teníamos encima hubiera conseguido agarrarme.

Ni a mí ni a ninguno de los presentes, aunque no hubiera dudado en vender a según qué aprendices de Tierra de Partida. ¡Aquí los únicos terroristas eran ellos!

Pero volviendo a lo importante: el pequeño grupo de cuatro personas que habíamos formado antes de que se liara todo el embrollo había crecido hasta volverse el más grande de los que habían escapado. Y eso no me gustaba, aunque principalmente se debiera por la presencia de Don Nikolai y Saeko.

Bufé, mientras huíamos todos juntitos hacia el Bar 8.

Oh, villanos locos, dónde estáis cuando se os necesita…

***

El famoso bar no tenía nada de especial: mesas, un billar, la barra... No había mucho más que decir, a excepción de lo imponente que me resultaba por mi nueva estatura. Eso, y lo cansado que estaba por la carrera. ¿A dónde cojones se había ido mi resistencia? La quería de vuelta de inmediato.

—¡Ayudadme, vamos!

Fátima había tomado las riendas del liderazgo, y sin pensármelo demasiado la ayudé a empujar mesas y sillas con tal de formar una especie de barricada anti adultos. Además de ayudar a bloquear y cerrar las ventanas, para correr luego las cortinas.

No había mucho tiempo, eran más rápidos y se cansaban menos, necesitábamos un plan o nos cogerían.

—El alcohol. Si la cosa se pone fea, podemos utilizarlo para quemar a los adultos. Veamos, nadie puede usar magia, ¿verdad?

Extendí mi mano, sin estar seguro de si las palabras de mi amiga eran ciertas ya que no había tenido tiempo con la persecución. Traté de invocar una Flama Tenebrosa, pero la magia no salía de mi cuerpo.

Tenía sentido.

—Será cosa del hechizo. Pero... quizás ellos sí que puedan hacer algo.

Se refería a las mascotas de los aprendices que habían venido con nosotros.

Como yo no tenía ninguna, y siguiendo el consejo de Celeste, cogí una botella de cristal de las que había en la barra y vertí el contenido en dirección a la entrada para que los adultos se resbalasen si conseguían superar el primer nivel.

También la rompí, incluso vacía me seguía pesando un poco, y así conseguí un objeto afilado con el que defenderme si era necesario.

—¡Hablemos! ¡Qué es lo que queréis hacer, ¿secuestrar a unos niños?! ¡Tenemos familias en nuestras casas! ¿Es que vais a devolvernos o pensáis hacer otra cosa?

Aunque no tuviera una familia como tal más allá del Bastión, estaba de acuerdo con la idea de no dejarme capturar por unos extraños.

—Tenemos que hacer caer al menos a uno. Y cogerlo de rehén.

»Ponedle algo afilado al cuello.

—Es la única opción que tenemos —asentí, mientras me preparaba mentalmente para el espectáculo que iba a dar comienzo.

—Aunque seamos niños, seguimos siendo muchos. Si atacamos al primero que se adelante puede que tengamos una posibilidad. ¿Listos?

A modo de respuesta, me metería debajo de la mesa más cercana a mi grupo, y esperaría a que pasara el primer adulto incauto para ir a por sus tendones y hacerlo con la ayuda de los demás nuestro rehén, tal y como había planeado Fátima.

Si las cosas iban mal y los adultos nos superaban, me reagruparía con Celeste y la Maestra de Tierra de Partida para huir por el primer camino disponible.

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por **Sito** » Mié Oct 12, 2016 6:25 pm

—Supongo que es mucho pedir tener una excursión normal —dijo entre jadeos nada más entrar en la casa que resultó ser la zona de los destrozos. Dejó que Alec se bajara y se pusieron a investigar la zona un poco.

Encontraron ropa (aunque Nicoxa no consideró que le hiciera falta) y unos objetos que podrían serles útiles. Ella se quedó con el bate, dispuesta a golpear lo que se pusiera por delante. Le costaba aguantarse las ganas de romper algo, pero haría mucho ruido y no era plan de atraer a la gente.

—Qué fuerte todo eh. Y pensar que ahora soy más alta que tú —bromeó con Alec para intentar calmar sus nervios, aunque sin mucho éxito.

El ambiente general de la casa era bastante siniestro, más propio de una mansión del terror. Y cuando reparó en la presencia del hada que los transformó al principio no se relajó precisamente.

―Hola de nuevo. Esperaba que no nos volviéramos a encontrar tan pronto. Al igual que vosotros, estaré encerrada en este parque hasta el amanecer. Sea cual sea el resultado de este evento.

»Puede que tengáis preguntas. Si es así, hacedlas rápido, una cada uno, porque pronto me marcharé. No me conviene estar mucho tiempo en un sitio o cosas terribles sucederán. Os permitiré cambiar la pregunta a cambio de llevaros conmigo, si así lo queréis. Yo no intentaré capturaros. ―su voz era dulce, aunque su semblante no dejaba claro realmente sus intenciones.

Nicoxa estaba confundida por lo que acababa de escuchar. No daba crédito a lo que dijo, como si ella no hubiera sido la responsable de que se encontraran ahora en esa situación. Además quién les aseguraba que los llevase a sus perseguidores, aunque ella misma no fuera la que los capturara.

—Siento no poder fiarme de ti, pero tú has sido la que nos ha transformado en niños y nos abandonó para que los adultos nos atrapasen —comenzó a decir con cautela. Había pensado qué decir a continuación—. Pero te haré una pregunta ya que nos das la oportunidad.

»¿Hay alguna forma de abandonar el parque sin contar con la opción de ir contigo?

Tampoco podían saber si les diría la verdad, quizás hasta les tendía una trampa. Pero si lograban escapar podrían contactar con los maestros restantes y pedir ayuda o algo similar.

por **Tsuna** » Mié Oct 12, 2016 8:58 pm

—¡Rápido, rápido!

Menos mal que Saeko tenía una buena resistencia de por sí, porque de lo contrario hubiese sido incapaz de alcanzar el bar donde decidieron refugiarse de aquel grupo aterrador de adultos. Llegó agotada y jadeante, el interior del lugar le pareció enorme e inmenso debido a su nuevo cuerpo, encontraron mesas, sillas, una barra al fondo, incontables botellas vacías o llenas, incluso un teléfono al fondo.

―Tendría que haber venido yo solo, porque cuando estoy solo no me ocurren estas cosas, solo cuando os saco. ¡Esto es ridículo! ¡Yo no quiero ser un niño!

A Saeko le seguía resultando insoportable su actitud pero tampoco era el momento para quejarse, se limitó a resoplar y a explorar mejor el lugar. ¡Hacía tanto tiempo que no recordaba lo que era ser una niña...!

—¡Akio o quien sea, llamad a Ronin o a Ryota! ¡Los demás coged palos y botellas!

Saeko se fijó en los demás unos instantes, si nadie estaba dispuesto a llamar lo tendría que hacer ella, acompañada por Gengar que flotaba a su alrededor, se limitaría a coger el teléfono y marcar el número de Ryota, al cual veía mucho más serio que a Ronin y presentía que le haría más caso, si encontraba algún indicio de que el teléfono no funcionaba o no contactaba con el maestro lo dejaría descolgado de inmediato, volviendo con los demás. En el caso de que alguien se decidiera antes que ella se limitaría a colocar un par de muebles en la entrada, con mucha dificultad, para impedir que los adultos entraran.

—El alcohol. Si la cosa se pone fea, podemos utilizarlo para quemar a los adultos. —Saeko no quería llegar al punto de quemar a nadie, pero si no quedaba otra opción...

—No sé yo si el fuego es buena idea… —intervino entonces Nikolai, casi leyendo sus pensamientos—. Como se nos vaya de las manos, este sitio puede acabar en llamas y tener un problema más gordo que el que nos persigan.

A continuación Fátima quiso dialogar con ellos, en un intento de ganar tiempo o hacerles cambiar de parecer, a la vez que Celeste sugería usar a sus mascotas para lanzar magia. Saeko estaba muy nerviosa con todo.

—Gengar, contamos contigo... —le dijo a su fantasmilla.

—¡No te quedes ahí como un pasmarote! —escuchó gritar a Nikolai con esa voz de niño que tenía—. Coge todas las botellas con líquido que puedas y encharca la entrada. Que las demás mascotas que vuelen le echen un cable, así iremos más rápidos.

Saeko miró a Gengar y asintió con la cabeza, dando la orden de hacer lo mismo. Cogió botella tras botella y fue encharcando con la ayuda de Saic y las demás mascotas el suelo.

—¿Tú mascota podía utilizar hechizos de Rayo? —Saeko le miró con sorpresa, sin asimilar todavía que fueran niños, y asintió con la cabeza—. Vale, este es el plan: si consiguen sobrepasar la barricada, que Saic y Gengar lancen Electro al agua en cuanto la estén pisando. Los demás, subíos a algo por si acaso.

Saeko se mantuvo cerca de Nikolai, Saic y Gengar, que le había traído una botella vacía para poder defenderse, aguardando a que Fátima terminara o no de negociar. Si los adultos accedían a dejarlos tranquilos y volvían a ser adultos normales, no habría ningún problema, pero en caso de que no quisieran escuchar y derribaran la puerta, Gengar dispararía un hechizo Electro al charco, esperando sorprender a los enemigos.

Si la situación se tornaba aun peor, se mantendría junto a Nikolai, Gengar se limitaría a empujar a algún adulto que se les acercase, era muy rápido. Y Saeko no iba a dudar tampoco en pegarles un botellazo en las rodillas con la intención de que perdieran el equilibrio, ¡aquello tenía que doler una barbaridad! Por supuesto, si se daba el caso, intentaría escapar por una de las ventanas con Nikolai, seguida de Gengar.

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por **Saxor** » Mié Oct 12, 2016 10:39 pm

Xayim y Guilmon siguieron a la chica hasta lo que parecía una bola de billar gigante. Arqueó la ceja al ver que se trataba de un bar, y encima demasiado pequeño como para usarse de escondite.

Una de las chicas de Tierra de Partida (Fátima) empezó a ordenar que hicieran una barricada. No hizo falta que se lo dijeran dos veces, ya que a él también le parecía la mejor idea. Tal vez individualmente fueran unos debiluchos niños, pero eran varios. No tuvo más remedio que ayudar a quien tuviera problemas para arrastrar los muebles, por el bien común. Entonces vio las botellas de alcohol, y se le colocó una sonrisa en el rostro. Con una de las que estaban vacías, la rompió en una de las mesas para hacer un arma improvisada.

—El alcohol. Si la cosa se pone fea, podemos utilizarlo para quemar a los adultos. Veamos, nadie puede usar magia, ¿verdad? Será cosa del hechizo. Pero... quizás ellos sí que puedan hacer algo.

—Tú lo has dicho—mientras Celeste había explicado su idea, Xayim ya había cogido una botella más. Guilmon podía prender el alcohol por él, así que no había ningún problema.

Pero parecía que los otros tenían otros planes. Salió el tema de dialogar con ellos, pero sería inútil. Eran de Ciudad de Paso, al fin y al cabo. Todos ellos sin distinción odiaban a los caballeros, así que no harían nada por dialogar. Aunque el tema de coger un rehén sí que se veía más factible. Guilmon y él se juntarían con el otro chico bajo la mesa y atacarían al primero que pasase.

Si la situación resultaba mucho peor y no podían negociar, escaparía con el resto y le ordenaría a Guilmon a lanzar un Piro contra la zona bañada de alcohol de la barricada.

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por **Astro** » Mié Oct 12, 2016 11:50 pm

Entre la ventaja de que los adultos prestasen más atención a los grupos grandes, y que tampoco parecían muy convencidos de lo que hacían, mini-Alaric pudo escabullirse y correr todo lo rápido que sus piernecitas le permitieron hasta alcanzar una carpa donde refugiarse.

Entró con cuidado, temiendo que fuese a encontrarse con algún adulto loco que le asaltase al entrar. Levantó su arma (una bota) y apunto estuvo de lanzársela a la persona con la que se topó, pero de detuvo al darse cuenta de que, como él, también era una niña.

―¿Y tú quién eres?

Alaric arqueó una ceja. Por su aspecto parecía la que lideraba el otro grupo de portadores, pero no estaba del todo seguro.

―Lo mismo podría preguntarte yo ―gruñó el chico.

―No estabas en nuestro grupo, de eso estoy segura. ¿Estás con ellos?

―¿Tú qué crees? ―protestó Alaric, señalándose para mostrar su aspecto aniñado―. Soy un niño medio desnudo porque me apetece.

Hubiera discutido más con ella, pero la aparición a lo lejos de una pareja de adultos complicaba la cosa. La chica salió disparada hacia los vestuarios, y Alaric procuró seguirla ya que no estaba familiarizado con el lugar. Encontraron un vestuario donde lo primero que hizo el chico fue coger algo de ropa de niño y ponérsela. ¡Al menos ya no pasaría frío!

Acto seguido, y justo a tiempo para esconderse, se metió en otro armario diferente y procuró que una montaña de ropa le tapase, haciéndose un ovillo en una esquina para no llamar la atención. Cuando los adultos llegaran al vestuario, intentaría no moverse ni un milímetro. Si por un casual alguno le descubría, le daría con la bota en toda la nariz y saldría corriendo fuera de la carpa.

Canal de youtube · por **xXOrbOOkXx** » Jue Oct 13, 2016 12:00 am

El viento azotaba mis pìernas desnudas a través de mi vestido/camisa, las piedras se me clavaban inmisericordes. El sentimiento de ser perseguido, la adrenalina, la emoción de saber si llegarás con vida o acabarás en una de las mazmorras de la Inquisición volvió a atenazarme por completo. Era un sentimiento terriblemente familiar.

Nos alejamos hacia las colinas. Rápidamente el sudor comenzó a resbalar por mi espalda, y mi respiración comenzó a agitarse como la de un caballo al galope. Aquel cuerpo no estaba acostumbrado, y además era débil. En cuanto vi la carpa asomarse en las colinas, el alivio de tener un poco de reposo me invadió por completo.

Un último estirón.

EL circo es justo lo que me esperaba: colchonetas, redes y un cuarto donde nos pudimos coger algo de ropa. En mi caso fue la primera cosa que viera y que fuera de mi talla, aunque con colores más o menos oscuros si era posible. Mientras tanto, elaboramos el plan:

—Coged lo que necesitéis y escondámonos en las gradas No llegaremos muy lejos si nos cansamos ahora. Quizás podamos encerrarlos si les atraemos a esta habitación... Yo creo que puedo atraerlos.

—Buena idea. —Intentaría invocar el arma—. Yo lo haré.

Existía la posibilidad de que por los nervios o por mi nueva constitución, la Llave no acudiera a mi mano. Por ello, antes de abandonar la estancia, buscaría una silla para bloquear la puerta y la dejaría junto a las gradas antes de escondernos en ellas. La dejaría cerca de la puerta, pero no muy evidente a la vista, quizás, si encontraba algo como un paño grande, podría cubrirla para que no se viera a simple vista.

Freya llevaba unas canicas en la mano. Al instante comprendí que eran para tirárselas a los captores si las cosas se torcían demasiado las cosas, o en su defecto, tirárselas antes de cerrar la puerta. En cualquier caso, la decisión era suya.

Entonces, el plan comenzó sin demora. Ragun tenía una vieja daga que no había dejado, un as en la manga para hacer un agujero en la carpa. Podía funcionar o no. Sea como fuere, el plan ya estaba en marcha, y yo tenía que darme prisa.

Si los captores entraban a la habitación, raudo me dirigiría hacia allí, dejaría que Freya tirara las canicas (si quería deshacerse de ellas) y atrancaría la puerta con la silla todo lo rápido que pudiera, y si conseguía invocar la Llave, la cerraría también con pestillo. Después huiría todo lo rápido que pudiera.

Si era el caso de que Ragun había conseguido hacer el agujero, me escaparía por allí, y si no, saldría por la puerta principal sin esperar a nadie, mirando en la lista el siguiente lugar: Una vidente. Podía probar suerte.

Si no entraban todos a la habitación, huiría simplemente por el agujero que había hecho Ragun, y si no lo había conseguido hacer, simplemente por la puerta principal.

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por **Crystal** » Jue Oct 13, 2016 12:22 am

El camino hacia el circo fue largo y tedioso. Habían escogido probablemente uno de los lugares más arriesgados a los que ir: estaba apartado, entre las colinas, y el camino parecía interminable. Sin contar, por supuesto, con que habían encogido diez tallas y cargar con aquellas ropas pesadas era toda una tortura.

—Había pensado que quizás en ese circo podríamos escondernos o conseguir algo de ropa…

«Espero que tengas razón».

Ni se molestó en responder. Estaba tan cansada de aquella carrera, que hablar solo haría que gastase más energía sin necesidad alguna. Las dudas quedaron disipadas en cuanto alcanzaron el circo y pasaron a una sala donde encontraron una colchoneta, las gradas y las redes. Freya ya había estado ahí antes, reconocía el lugar.

Siguió a Light hasta dar con una sala donde había disfraces y juguetes. Tuvo que reprimir unas ganas enormes de echar un vistazo a todo lo que había allí, porque sus perseguidores cada vez estaban más cerca y no era cuestión de perder tiempo allí.

—Coged lo que necesitéis y escondámonos en las gradas.

Y así hizo. Cogió uno de los trajes de trapecista —que fue de las primeras cosas que llamaron su atención—, y observó los juguetes unos segundos más. Aparentemente no había nada que pudiese ser utilizado como un arma, pero... Coger las canicas era una de las ideas que más tentaban. No tenía mucho más tiempo, así que al final se llenó los bolsillos de la chaqueta con un montón de ellas.

Tras acabar con eso, corrió hacia las gradas más cercanas para esconderse tras ellas y esperar. Observó en silencio a sus compañeros y esperó, impaciente, su turno para actuar.

En el momento en que todos empezasen a moverse, Freya se adelantaría para escurrirse delante de sus captores y soltar todas las canicas que había cogido, dejándolas resbalar por el suelo, y deseando que sirviesen de algo y los adultos se resbalasen con ellas. Una vez cumplida su parte del plan, se acercaría a Simbad y se quedaría cerca de él para ayudarle en todo lo que pudiese, o en su defecto, para protegerse.

Si Ragun había conseguido abrir el agujero, saldría por allí sin pensárselo dos veces. Si no, lo haría por la puerta principal. El caso es que su prioridad era escapar de aquel sitio dónde se habían encerrado ellos mismos. Si por algún casual alguno de los adultos consiguiese atraparla, no dudaría en intentar disparar con la pistola —aún sabiendo que se arriesgaba demasiado.

Si todo salía como habían planeado, se encargaría de seguir a Simbad hacia su nuevo destino y no perderse.

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