por Suzume Mizuno » Mié May 31, 2017 9:46 pm
—No me dijeron nada. —Simbad se rió, pero a Fátima casi se le desencajó la mandíbula. ¿Cómo podían tener tanto descaro? ¡Algo así era básico! ¡Había que decirlo, señalar al futuro aprendiz en qué se estaba metiendo…!—. Me enteré casi por casualidad, y desde ese momento no paré de encontrarme con Aprendices del otro bando. Ya sabes, eso que vas a otro mundo y te encuentras con uno sin saberlo. Siempre se descubría el pastel pero… Ninguno tenía ganas de pelear.
Asintió. Sabía bien de lo que hablaba. Pero seguía resultando indignante.
—Ahora que lo pienso, ¿quién es tu Maestro?
—Ariasu, una fiera. —Fátima abrió los labios en una «o». Ahora comprendía por qué no le dijeron nada—. Recuerdo el día que me llevó a la Orden. Me tiró una bolsa llena de monedas y me salvó de Higashizawa cuando estaba a punto de ahorcarme. La verdad es que me pasé de listo con él. También estaba Kazuki, la primera y última vez que le vi. Me tiró de un tejado, el condenado.
Fátima se encogió un poco al pensar en el dormilón Maestro y sonrió de lado, extrañada. Al menos, Simbad no parecía enfadado. Como mucho, retraído. No creía que su muerte le hubiera afectado, si solo lo conoció entonces, pero tampoco pondría la mano en el fuego por afirmarlo.
—Eso es muy… raro viniendo de él. ¿Seguro que no fue un accidente?
—Es una dama cruel, pero echo mucho de menos París —continuó Simbad—. No hay día que no piense en Notre Dame, en volver a tocar en la calle, volver a bañarme en el Sena a medianoche tal como vine al mundo. —Fátima arqueó las cejas y apartó un poco la cara. Bañarse desnudo en un río. Ese era un privilegio de hombre. Uno al que ella renunció de pequeña, excepto en alguna ocasión cuando sus hermanos la arrastraron al agua—. Eh, perdona. Demasiados detalles. —Él carraspeó y Fátima soltó una risa nerviosa. No había imaginado a Simbad en los términos con los que se había descrito, pero ahora no pudo evitar echarle un veloz vistazo. Todos los Caballeros estaban firmes por el entrenamiento. Él, sin duda, no era la excepción—. De todas formas me quedan muy pocas razones por las que volver.
—Lo siento…
—¿Y tú? ¿Tienes algún lugar al que te da miedo regresar?
—Mi mundo—respondió con una sonrisa resignada. Ya que Simbad se había abierto hasta cierto punto, ¿por qué no iba a hacer lo mismo?—.Siempre he tenido relación tensa con mi familia, excepto uno de mis hermanos, y me da miedo regresar y tener que fingir delante de ellos para que se sientan seguros. Nunca podré presentarles a Malik como mi pareja ni mostrarme ante ellos como la persona que soy ahora. No lo entenderían.
»Quiero volver, pero no soy lo suficiente valiente. No he regresado desde que me fui, aunque les he escrito… Supongo que le darán las cartas al alcalde para que se las lea.
Se detuvo y dio una patada a una roquita, que se hundió en el agua.
—Me da miedo pensar lo que Aaron le haría a mi mundo. Quiero creer que es imposible que le importe lo suficiente para destruirlo, pero… Si hizo caer Villa Crepúsculo, ¿por qué no Atlántica? Si hizo desaparecer Mundo Inexistente, qué le impediría ir a por mi mundo?—Se frotó un brazo y apretó los labios—. Por eso quiero encontrarle antes de que sea demasiado tarde.
»Al final nos mereceremos el odio de la gente si no hacemos lo imposible por impedir que siga su camino y destruya todo lo que se encuentre a su paso.
Suspiró.
—Lo siento, he vuelto a llevar el terreno a un tema oscuro. Es mejor… no pensar en ello. No hasta que podamos hacer algo.
Entonces Harun, que había estado todo el rato en el hombro de Fátima, flotó hasta el derecho de Simbad y le olfateó el rostro.
—No te preocupes, no te morderá ni echará fuego.—Por si acaso, preparó la mano, pero Harun como tal no era agresivo—. Ha vivido entre humanos desde que salió del cascarón, así que simplemente es curioso ante nuevos tipos de olores y todo eso.
Fátima se frotó el cuello y miró hacia las ruinas de las casas.
—¿Tú estuviste cuando esto se convirtió en el Castillo del Olvido…?
¡Gracias por las firmas, Sally!Awards~