Nerviosa, se reunió con Malik y lo saludó. Le costaba hablar, así que no dijo mucho excepto cogerle la mano y saludarlo con un beso. La entristecía pensar que sus amigos no vendrían por un motivo otro y sentía un pico de rencor contra ellos, pero se obligó a no juzgarlos. Cada uno tenía sus propios problemas. No era nadie para decir si debían ir o no a algo como su boda.
Entonces empezaron a llegar los Maestros y la ausencia de Ronin se sentía casi como una puñalada. Pero Fátima se limitó a agradecer su presencia, en especial a Nithael, que se había ofrecido a oficiar de sacerdote para la ceremonia.
—
No será la primera vez—dijo con una sonrisa de entusiasmo.
Fátima se quedó mirando a Clío, a quien Malik había ido a buscar. La muchacha se había maquillado para disimular sus rasgos y aun así estaba preciosa. Fátima se sintió violenta y culpable. Sin duda sería algo muy desagradable para ella, pero se había mostrado contenta con ir a la boda. Y ella quería creer que habría sido horrible por su parte dejarla fuera. Se saludaron con un gesto.
«
Bueno, vamos allá.»
Abrió un Portal.
****Fátima se adelantó sola hasta el lugar de encuentro, nerviosa y emocionada al mismo tiempo.
La boda se iba a celebrar en un sitio apartado, para que nadie pudiera verlos. Al fin y al cabo, Fátima quería que Lyn o Nithael pudieran acudir sin tener que cubrirse sus elementos menos «humanos» una vez su hermano se marchara —porque tenía que regresar al ejército— y, de todas formas en una iglesia se habría sentido impostora. Porque en el fondo no podía dejar de pensar en sus padres y lo que dirían si se enteraran. Suponía que en el futuro les hablaría de su maravillosa esposa para que estuvieran más tranquilos. Tenía su gracia intentar imaginar a Malik como una mujer.
Había elegido una cala cerca del mar, rodeada de rocas. Con la caída del sol, se estaría lo suficiente bien con la brisa marina y podrían organizar una pequeña comida sin demasiados problemas. Cuando llegó, encontró que su hermano ya había llevado unas pocas mesas y estaba distribuyendo platos y algo de comida.
Fátima se quedó plantada un momento, incapaz de respirar y con el corazón en un puño. ¿Cuántos años habían sido? Vaan había crecido… bastante. Se había dejado el pelo largo y también ahora tenía los rasgos menos infantiles. Casi le costó reconocerlo.
Sintió un repentino frío y se preguntó si él la reconocería. Una cosa era aprobar cómo era ella mientras era pequeña, pero ahora… Se llevó una mano a la boca, con tal ansiedad que se le quedó pastosa. ¿Qué diría cuando se diera la vuelta y…?
Vaan se giró y se quedó mirándola. Los pies de Fátima echaron raíces en el suelo y tuvo la sensación de que se convertiría en hielo ahí mismo. Pocas veces había sentido unas ganas tan horribles de salir corriendo.
Entonces Vaan sonrió y abrió los brazos.
—
¡Hermanita!Fátima respiró hondo y luego salió disparada contra él, como llevaba haciendo desde que era pequeña. Casi lo tumbó con su placaje, pero Vaan también se había vuelto más fuerte con el tiempo y se las apañó para hincar los talones en la arena y resistir. Luego la abrazó tan fuerte que la dejó sin aliento.
—
Estás preciosa.Fátima cerró los ojos, con un gemido de felicidad, y no le importó que el maquillaje se le corriera por culpa de las lágrimas.
****Se dio cuenta de que Malik se había puesto tenso y la propia Fátima notó cómo se le retorcían los intestinos. Se le pasó por la cabeza, una vez más, ir corriendo al baño. Pero apretó los labios y se obligó a perseverar. Había cosas demasiado bonitas como para perderlas por culpa de su cobardía.
Pero estaba sudando mucho y le latía tan fuerte el corazón que casi tenía la impresión de estar enfrentándose de nuevo a un Coloso. Una parte de ella creía que si Malik la miraba aunque fuera un poco mal, caería allí mismo redonda.
La otra quería darse bofetadas por estúpida. Si podía vencer en una maldita batalla contra interminables Sincorazón, por Dios que podía pedirle matrimonio al hombre que más amaba del mundo.
Apretó los puños, respiró hondo y sonrió de lado.
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Siento haberte hecho venir. Es que… es que últimamente no hablamos mucho y… quería hacerte una pregunta.—Se miró las manos. Maldita sea, por lo menos debería haber comprado un anillo—.
Sé que me quieres y yo… Bueno, ya lo sabes también. Pero ahora, tal y como estamos, aunque soy todo lo feliz que podemos ser en estas circunstancias… Quiero algo… Algo un poco más…Fátima miró hacia el cielo y resopló. ¿Por qué se le daban tan mal estas cosas? ¿Por qué no podía tener un poco más de confianza? ¿Por qué siempre debía ser Malik el que tuviera paciencia, el que fuera adulto y lo aceptara todo y cargara con el peso de la relación?
Le cogió una mano. Una mano grande, fuerte y áspera, pero calida y amable. Se obligó a mirarle a los ojos a la vez que apretaba con sus propios dedos.
—
Malik eh… No quiero que pienses que es solo por miedo lo que te voy a pedir. Porque en parte sí. Tengo miedo. Muchísimo. Puede que un día yo no vuelva. O quizás no lo hagas tú. Y no sé si habría sido capaz de decírtelo si no fuera por esto. Pero es porque te quiero y de verdad no quiero correr el riesgo de arrepentirme, de saber que debería habértelo pedido hace mucho y no… Mierda, ya estoy otra vez.—Soltó una risa nerviosa, respiró de nuevo y soltó con temblorosa, pero fuerte—:
¿Te gustaría casarte conmigo?****Clío encontró a los invitados de Bastión Hueco, y el aprendiz de Fátima, en el lugar acordado y carraspeó para llamarles la atención.
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Muchas gracias por venir. Fátima me ha pedido que os acompañe hasta el lugar de la boda. Venís muy bien todos—añadió, guiñándoles un ojo—.
Me llamo Clío. Soy… familiar de Fátima. Es un placer conoceros—se presentó a Simbad y Celeste, poco dispuesta a ponerse a explicar su extraña relación. Les ofreció mano para un apretón—.
El hermano de Fátima está con ella y no tiene ni idea de los Caballeros, así que intentad no ser muy descarados cuando ande cerca. No tardará demasiado en irse, de todas formas.Su expresión era alegre, pero por dentro le dolía el pecho. No pensaba acercarse a Vaan, a aquel chico al que había visto por primera vez ahora pero por el que sentía una lealtad y un amor para el que la habían programado, porque entonces el dolor la superaría. Ella no era su hermana. Ni siquiera sabía que existía.
Pero al menos tenía la oportunidad de verlo.
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¿Habéis llegado sin problemas? ¿Puedo ayudaros con algo?—preguntó mientras dejaban atrás la ciudad y seguían la playa.
No tardarían nada en llegar a donde se celebraba la boda.