Gracias a todos por comentar.
Aquí dejo el siguiente capítulo. Espero que les guste y comenten.
Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo
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CAPÍTULO XIX: El comienzo de una aventura
Todo en calma de nuevo, y sin embargo aquellas imágenes seguían inundando la mente de Lenneth… personas felices que ni siquiera conocía, y a las que sin embargo creía echar de menos, momentos que no había vivido y que echaba en falta como el aire para respirar…
Notó algo extraño.
Se giró rápidamente… y allí no había nadie. Trató de tranquilizarse mientras aquellos extraños recuerdos dejaban de agitarse en su interior.
Se giró de nuevo, tranquila.
Un chico de pelo rubio y ojos azules la miraba. Ella no se asustó.
Aquel chico era quien había aparecido antes que aquella extraña mujer… le había ayudado. Y, por alguna extraña razón, se sentía bien teniéndolo allí. El chico parecía triste… ella le sonrió con dulzura.
— Hola—dijo la chica, sin parar de sonreírle— ¿Puedo preguntarte quién eres?
— Me llamo Ventus—contestó el chico, algo animado por la sonrisa de Lenneth—Pero puedes llamarme Ven. Mis amigos me llaman así.
— Encantada, Ven. Yo soy Lenneth, y mis amigos me llaman así—la chica soltó una tímida risa al percatarse de la tontería que acababa de decir. El chico también sonrió.
Ambos se quedaron un silencio un rato. La situación era algo extraña… y los dos no sabían muy bien qué decir. Seguían sonriendo, sin saber qué otra cosa hacer…
— ¿Sabes?—dijo Lenneth de repente, para romper el silencio—Tienes una sonrisa muy bonita… Deberías sonreír más a menudo.
El chico soltó un lacónico suspiro, aunque sin dejar de sonreír.
— Quizá sí… Pero me cuesta sonreír.
— Tú… ¿conocías a ese chico?—preguntó Lenneth, señalando el lugar en el que hacía escasos segundos había estado el chico de pelo castaño.
— Es… era… mi mejor amigo—contestó el chico, otra vez con la expresión de tristeza en el rostro.
— ¿Era? ¿Ya no sois amigos?
— Bueno… digamos que hemos perdido contacto… Pero supongo que… seguimos siendo amigos.
— A mí me han dicho que no importa lo lejos que estén las personas unas de otras… siempre que las llevemos… aquí—Lenneth puso su mano sobre el pecho, justo sobre el corazón.
Ven no pudo evitar una sonrisa nostálgica. El chico hizo lo mismo.
— El corazón…—los dos retiraron las manos—Adivino quién es la persona que te ha dicho eso…
El chico sonrió de nuevo. Lenneth se ruborizó ligeramente. Estaba muy claro quién se lo había dicho… y seguramente Ven, que la había protegido antes, conocería a esa persona.
— Gracias por lo de antes—dijo Lenneth.
— No tiene importancia… Yo prometí que te protegería…
— ¿Prometer? ¿A quién…?
— No puedo decírtelo—se limitó a contestar el chico. Lenneth se entristeció ante esa respuesta—Lo… lo siento.
— No pasa nada—la chica le dedicó otra sonrisa.
— Creo que yo… quizás debería irme ya…
— ¿Nos volveremos a ver?—preguntó Lenneth.
— Claro que sí… Iré donde tú vayas.
— Entonces… somos amigos—Lenneth sonrió esta vez de una manera diferente. Sus ojos cielo hicieron que Ven se sintiera… vivo. Por primera vez desde hacía mucho tiempo se volvió a sentir como alguien normal, y no un… fantasma.
— Sí… amigos—el chico también sonrió. Lenneth se acercó a él y le abrazó.
El chico se puso colorado como un tomate. Los primeros segundos fue algo embarazoso, pero después notó… un latido.
Otro más. Y otro…
Él le devolvió el abrazo. Ven volvió a sentir como un corazón latía en su interior. Volvía al pasado. Recordaba todos aquellos momentos felices que había vivido junto a sus amigos… y volvía a sentirse como se sentía antes. Feliz y… vivo.
La maravillosa sensación se fue desvaneciendo poco a poco mientras se separaban.
— Nos vemos pronto, ¿vale?
— Sí. Pero… será nuestro secreto. Se suponía que tú no debías saber nada de esto…
— No te preocupes, no se lo voy a contar a nadie—la chica le guiñó un ojo, divertida, y se marchó de allí diciendo adiós con la mano.
Ven se quedó solo.
Se sentía inundado por una maravillosa sensación de alegría. Aquella chica tan dulce le había hecho el mejor regalo que él habría podido pedir… le había devuelto la vida durante unos escasos pero felices segundos.
Una lágrima resbaló por su mejilla.
Ahora no le importaba lo que pasara… Ya no se trataba de él, o de una princesa…
Ahora… protegería a su amiga.
********************
Aqua había desaparecido tan pronto como había aparecido.
Onix se maldijo cuantas veces pudo para sí misma. Lo único que había hecho Aqua había sido distraerles para que Terra pudiera ir tras Lenneth…
Pero se alegraba, porque Lenneth se había defendido sola. Quizá no hiciera falta tener que seguir haciendo de mala… aunque a la chica le encantaba representar ese papel.
No iba a dejar que nadie la destrozara como hicieron con su madre.
No, a ella no le iba a pasar eso…
— Onix—la voz de su hermana la sacó de su ensimismamiento.
— Dime… ¿qué pasa?
— Lenneth, Sora, Donald y Goofy ya se han marchado de Vergel Radiante. ¿No deberíamos seguirles…?
— Sí… está bien. Vamos.
— Ven viene con nosotras. Riku, por su parte, parece haber partido antes que Sora y los demás, hacia otros mundos, para buscar más cristales de la memoria. Kairi, Roxas y Naminé se quedarán en Vergel Radiante… al parecer, usarán la casa de Merlín como un punto de conexión… una especie de base.
— Bien, lo tienes todo bajo control. Nosotros seguiremos a Lenneth… tenemos que proteger a la princesa, eso, ante todo.
— Bueno, tenemos que proteger a… nuestra hermana.
— Llámalo así si quieres—contestó secamente la muchacha de pelo plateado.
Onix se desvaneció en medio de un portal de oscuridad.
Xion no se enfadó por la sequedad de su hermana. Probablemente había estado pensando de nuevo en su madre, y aquello siempre la hacía ponerse triste.
Onix no había superado la pérdida de su padre. Jamás había podido soportar los sufrimientos de su madre, y cuando finalmente la perdieron, Onix se había enmascarado tras una coraza de frío carácter, ocultando las heridas de su corazón…
Tal vez… cuando llegaran al final de todo…
Cuando Onix estuviera junto a sus dos hermanas, quizá lograrían hacerla volver a su antiguo ser… sonriente como antes.
Eso era lo único que Xion pediría… volver a estar juntas, pero con una hermana más…
Miró hacia la casa de Merlín desde lo alto del muro en el que se encontraba… Roxas paseaba por allí. Apartó la vista… Aquello le dolía, y no iba a estar más tiempo torturándose con un amor imposible. Se desvaneció en medio de un portal… y se dirigió a recoger a Ven.
Al cabo de unos pocos segundos, la chica se había marchado de Vergel Radiante… sin volver la vista atrás.
********************
Roxas miró hacia lo alto del muro…
Juraría que allí había alguien, pero… no había nadie. Sin embargo, el chico habría jurado que…
— ¡Roxas!
Naminé lo llamó, saliendo de la casa de Merlín.
— ¿Vas a dar un paseo? Te acompaño, ¿vale?—dijo la chica, sonriendo.
— Ah… vale. No hay problema.
Ambos subieron las escaleras, y se quedaron mirando, a través de las verjas de metal, la vista del castillo en ruinas que se alzaba en la lejanía…
— No es una vista muy bonita—comentó Roxas.
— Sería bonito poder volver a ver el mar…
— ¿El mar?
— Sí… El mar es como… si fuera libertad.
— ¿Libertad?—el chico no entendía lo que Naminé quería decir.
— Sí, ya sabes… Ahora que somos humanos… me pregunto… ¿Qué haremos cuando todo esto acabe?
— ¿Acabar? ¿A qué te refieres?
— Si Sora logra finalmente cerrar la última cerradura… los mundos quedarán separados de nuevo, ¿no?
— Eso creo…—ahora Roxas lo entendía. Naminé y él ahora eran humanos, pero no eran de ningún mundo. Quizá acabaran en Villa Crepúsculo, donde todo empezó… o quizá no…—Pero, pase lo que pase, seguiremos juntos. Lo hemos prometido.
Roxas sonrió, y Naminé hizo lo mismo.
— Gracias, Roxas…
Por un instante, el rostro de Naminé pareció transformarse en el de una chica de pelo morado… alguien que ya había pronunciado esas mismas palabras tiempo atrás…
Roxas parpadeó y aquella extraña sensación se desvaneció…
Se quedaron en silencio, mirando el castillo.
No importaba donde fueran. Estarían juntos, y siempre recordarían a sus amigos.
Eso era lo que importaba.
********************
Mientras tanto, Lenneth se encontraba en la nave con Sora y los demás.
Pensaba en todos los amigos que había hecho, y los que haría en el futuro. Ahora no pensaba en lo que podría pasar… sólo le importaba estar con sus amigos.
Ahora le importaba lo que sabía que había empezado…
Aquello era el comienzo de su viaje.
Primero los colores. Luego los humanos...