Han sucedido una serie de asesinatos en Estados Unidos. Entre ellos gente importante, como altos cargos del estado, y gente que a simple vista no tenía nada que ver. El culpable ya ha sido encarcelado, aun así estos asesinatos dejan muchos cabos sueltos y cosas que la mente de un humano no puede ni debería creer.
Indice
·Prólogo
·Capítulo 1 - ¿Traidores?
Es una pena, es una pena que todo haya acabado aquí, en la cárcel de Seattle, Estados Unidos. Aunque no me negaré a colaborar, no es plato de buen gusto estar aquí. Tan fría y tétrica como siempre, al menos en estos momentos gozo de estar en una sala de interrogatorios.
Aun así, sus grises paredes me consumen y me dejan a la altura de nada. Veo mi rostro proyectado en ese cristal, ahora sin expresión, tan frío como debe ser, mi estúpido peinado corto con una raya en medio, y mi traje, que da pie a un hombre alto, tan elegante y a la vez tan inútil. ¿Por qué se oculta la gente? ¿Por qué están tras ese cristal si todos sabemos que ahí hay alguien? Es bastante absurdo, quizás sea el miedo…
Un policía ha entrado, lo conozco, parece que este no tiene miedo de mí. Tendrá unos cuarenta años, ya empieza a tener el pelo canoso y no es que disfrute de mucha altura. Ha sacado su pistola y la ha puesto encima de la mesa, será para reforzar su autoridad, yo ni siquiera le hago caso, cosas como esas no merecen mi atención.
—Hola, creo que ya me conoces bastante bien —simplificó el policía—. Así que no hace falta que nos presentemos.
El policía me miraba, expectante, interrogante, quería oír una respuesta, aunque ella no salió de mi boca. No había venido a intimar con el policía así que eso no merece ninguna respuesta.
—Bien —siguió él—. Ya sabes la razón por la que estás aquí, y es ni más y ni menos porque tú mismo has querido testificar. Así que no me toques los cojones y se un poco colaborativo.
—Por supuesto, yo nunca me contradigo —le dije, aun sin mirarle—. Es sólo que me estaba habituando al que será mi hogar durante unos cuantos años, ¿cierto?
Se rasco la cabeza, pura muestra de ignorancia. Sabía que yo no mentía, y también sabía que lo que iba a decir si era un engaño.
—Si colaboras… es posible que…
—¡Cállate! —le dije gritando y mirándole a los ojos— Ambos sabemos a lo que he venido, así que dejémonos de tonterías.
—Al fin muestras alguna emoción, aunque sea ira —dijo satisfecho—. Aunque yo sé que eras bastante más arrogante y chulesco, parece que has logrado cambiar de actitud.
—¿Emoción, actitud? ¿Arrogante o chulesco?, todo eso son meras ilusiones humanas… Este tipo de cosas son las que os llevarán a vuestra perdición. Ya no necesito fingir más.
—¿Acaso no eres humano?
Hizo esa pregunta sabiendo que yo no iba a responder, y tenía toda la razón, no lo hice.
—No quiero perder más tiempo —dijo él—. ¿Nombre?
—No dispongo de él, es absurdo llamar de alguna manera a alguien cuando tiene tantos rasgos característicos que no se limitan a un simple mote.
Parecía que mis teorías ya no le hacían gracia, había perdido su ignorancia, y con ella su gran simpatía.
—Muy bien, asesino —dijo un poco cansado de mí—. ¿Edad?
—Serán unos … 32 años mortales.
Conseguí enfadarle un poco, su ceño se frunció, aunque no dejó escapar nada de lo que después pudiese arrepentirse. Contó mentalmente hasta diez y se relajó lo suficiente.
—Parece que la terapia es bastante inútil en tu caso, ¿no?
Volvió a hacer lo mismo, mis trucos ya no funcionaban con él.
—Está bien, cuenta como ocurrió lo sucedido —me dijo dándose por vencido.
—Si es lo que todos queréis … —anuncié mirando al cristal— Lo contaré desde el principio.
Yo soy un asesino. No mato por puro placer, no voy en contra del sistema, no asesino a alguien por venganza o celos; es simplemente por la razón de mi existencia. Tengo unos claros objetivos ( o los tenía ), pueden resultar gente sin importancia, pero todas juntas hacen que esto se desestabilice y al final resultan ser mucho más útiles que vivir su triste vida.
Iremos por orden … El primer caso fue en las afueras de la ciudad, es una pena que nuestro gobierno se deje tanta pasta en planes de futuro, cuando hay barrios y barrios de chabolas en las afueras. Por supuesto, no desarrollo ningún sentimiento a ellos, es simplemente para que veáis a donde os lleva el egoísmo.
Lo que más me gustó de allí era su paisaje, es igual que cuando te despiertas por la mañana y los pájaros cantan a en tu oreja, allí siempre dura esa sensación.
Fui a la casa indicada, parecía ser la más pobre de todas. Había un olor a repugnancia que salía de numerosas heces del propio sujeto y aquello era tan pobre que sólo tenía cuatro “paredes”. Lo encontré durmiendo, abrazado a un oso de peluche, he de decir que la escena me conmovió pero hice mi trabajo. Le desperté para que viera y sintiera su propia muerte. Justo cuando iba a disparar el tío me la agarró con la mano, hablo de la pistola, y la tiró lejos de mi alcance. Mi sorpresa fue cuando me pegó un puñetazo y me dejó en el suelo.
Yo ya estaba bastante cansado, era mi primer caso y me tocó un listillo. Pensaba que sería algo más fácil, también me lo plantearon de otra manera.
Vi que el tío cogía de nuevo el puto peluche y sacó una jeringa de sus entrañas. ¿Se va a pinchar delante de mío? Es justo lo que pensé en aquel momento, pero cuando lo hizo le salieron cuernos de la cabeza y una larga cola que terminaba en una asquerosa bola de pelo, se había transformado en un demonio y estaba bastante furioso, aunque he de decir que ahora era más guapo que antes, y con más carisma. Lo cierto es que este asunto no me pillaba de nuevas, sabía que el sujeto iba a hacer algo parecido.
—¿Pero qué coño? —el policía se sorprendió ante mi testimonio— ¿En un demonio? ¿Era de prever? ¿Qué me estás contando?
Todo esto le sorprendió, en cambio el hecho que haya cambiado de actitud no lo hizo, los humanos quieren ver más allá y no saben mirar lo que tienen frente ellos.
—Sí, bueno, al fin y al cabo él era un traidor y seguro que utilizaba sus poderes como Terrateniente.
El policía abrió sus ojos con gran inmensidad y a la vez se llevaba las manos a la cabeza.
—¿Un Terrateniente? Si no me explicas ahora mismo que está pasando… —dijo el policía amenazante.
—Parece ser que a parte de mi propia historia te voy a tener que contar la de todo el universo… —dije mientras suspiraba .
El policía se llevó de nuevo las manos a la cabeza. Aunque él sabía perfectamente que su equipo encontró allí mismo la jeringa con la substancia sin identificar. Parece que esto va a ser bastante largo…
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Esto hay que tomárselo con un poco de sentido del humor xD Como ya le he dicho a alguien, parece que usé demasiada imaginación para escribir esto. Bueno, espero las críticas de los de siempre, las aceptaré con una sonrisa y intentaré mejorar día a día.
Cada Domingo un capítulo nuevo.