Aquella conversación cada vez se tornaba en mas preguntas filosóficas, aunque obviamente no le disgustaba para nada aquello, era un tanto extraño, se acababan de conocer. La oscuridad era algo que no conocía bien, pero como decía Irian era parte de la luz y viceversa. La oscuridad probablemente era un poder desconocido, ya que aunque ellos no tuvieran prohibido usarlo, si lo usaban demasiado, probablemente acabarían siendo controlados por ella y cambiando totalmente, ese era el peligro de la oscuridad.
— La oscuridad es algo...
— La oscuridad puede ser tanto vuestra mejor amiga como vuestra peor enemiga, sino tenéis cuidado puede controlaros y hacer que no seáis vosotros mismos y llegado un momento os destruirá si le es posible.— Dijo una voz, cortando a la de Gray de inmediato.
El joven de pelo azul dirigió su mirada directamente hacia donde había escuchado aquella voz. ¿Alguien les había estado escuchando y él no se había dado ni cuenta? ¿Cómo era posible? Su mirada se posó en una figura con una extraña capa, que le tapaba el rostro impidiendo que se pudiera observar. Su cuerpo se encontraba encima de una de las montañas, en una planicie de las mismas. Una pierna colgando y la otra encima de la anterior. Su tono había sido jocoso, como si se riera de ellos con su simple presencia.
— ¿Qué pasa? ¿Os habéis quedado sin habla? Los jóvenes portadores de ahora ni si quiera parecen fuerte... Y eso que me habían dicho que había uno interesante entre los nuevos, pero parece que no es para tanto.— Comentó de nuevo con el tono bromista, refiriéndose obviamente a Gray.
— ¿Y quien se supone que eres? No me gusta que venga gente a hablar de lo que no deba y mas en ese tono.— Le replicó Gray, sin entrar en su juego.
— Parece que Allen se equivocaba contigo... O quizás no.— Algo enigmático.
— ¿Allen? ¿Qué sabes tú de él? ¡Contesta!— Gray estaba fuera de si, no esperaba que un encapuchado se pusiera a hablar de cosas que no debía y menos su hermano.
— A su debido tiempo lo sabrás jovencito, ya nos divertiremos en otra ocasión.— Y desapareció en una columna negra a su espalda, sin posibilidad de que Gray pudiera ir a por él.
Y se quedó allí, de pie. Sin poder fijarse en lo que tenía alrededor mientras muchas preguntas aparecían en su mente. ¿Cómo podía un encapuchado cualquiera aparecer y desaparecer como si nada? Escuchar sus conversaciones y reirse de ellos, como si de dos niños se tratara. En aquel momento se encontraba algo cabreado, si lo volvía a ver no se iría tan fácilmente, averiguaría quien es y le sacaría información. Aunque fuera a golpes.