Acabar con los Sincorazón fue, al final, cosa de niños. Nos libramos de ellos rápidamente, la verdad; Fátima pudo acabar con su Sombra gracias a que yo le cubría las espaldas, y el resto, a quienes no atendía mucho, eliminaron el resto en apenas un momento.
Me giré hacia mi compañera, que había aceptado mi ayuda en silencio, seguramente agradecida en su interior. Aunque mi enfado hacia ella seguía presente, por supuesto. Me acerqué a ella, aprovechando que el resto de nuestros compañeros estaban ocupados, y me burlé en bajo de modo que nadie más escuchase aparte de ella:
—¡Vaya! ¿Has podido con tu Sincorazón? Qué bien, te sentirás orgullosa de ti misma... ¿Te saco una foto o tu mundo es tan inepto que considerarías una cámara el instrumento del demonio?
Le dediqué una sonrisa de burla y le di la espalda, riéndome para mí mismo. Traerla igual había sido una buena idea; no solo para orientarme por la ciudad, sino para ajustar cuentas con ella. Todo mi recelo, furia contenida... Al fin podía descargarla sobre quien me había estado amargando los últimos días.
Di dos caminos en dirección a la ciudad, ignorando el camino al castillo, cuando una voz me detuvo.
—¡Alto ahí!
Inspeccioné mi alrededor, buscando a quien hubiese hablado. Di unos pasos en falso, esperando localizar a quien hubiese sido el que me había ordenado detenerme, pero no conseguí encontrar nada. Y el eco de la voz no ayudaba a localizar a quien hubiese sido.
—¿Quién se atreve a irrumpir en los dominios de la AUTÉNTICA Suprema Guardiana de Bastión Hueco? Porque no serás tú, ¿verdad, Squ… digo, León? ¡Es igual! ¡Está prohibido pasar! No sois sincorazón, ¡pero tampoco parecéis de confianza!
Pichu movió las orejas, escuchando la voz, y se bajó de mi hombro para moverse a cuatro patas por el jardín, esperando localizar a quien estuviese hablando. Cierto, los animales podían localizar el origen de un sonido, aunque Pichu jamás había desarrollado mucho aquella habilidad, por lo que dudaba que encontrase algo.
Mientras, comencé a plantear para mí mismo quién hablaba. ¿Un superviviente? No... Si se hacía llamar "Auténtica Suprema Guardiana de Bastión Hueco" es que era algo más. Aunque por el modo de decirlo parecía más un juego; ¿quién iba a estar jugando en un lugar como ese? ¿Qué hacía nadie allí?
—¡Está bien! —la voz pareció dudar de lo que anteriormente había dicho, convencida por algún motivo— Dejaré que demostréis vuestras buenas intenciones. Os daré una serie de respuestas y tenéis que elegir una. ¡Cada uno! Si respondéis correctamente, ¡os dejaré pasar! Si no, ¡caerá sobre vosotros toda mi ira!
La voz recitó las seis posibles opciones y pensé cada una. ¿Qué demonios...? ¿Quién querría estar jugando al 50x15 en un mundo como aquel?
—Mañana tengo partido, no tengo tiempo para estas tonterías —anuncié en alto, ignorando la voz. Si no quería ayudarnos, que se apartara de nuestro camino o la apartábamos nosotros—. Pero igual la chica que tengo detrás quiere jugar contigo —hice referencia a Fátima, aunque esta vez todos pudiesen escucharme—. Es tan paleta que muchas veces olvido que no es una niña. Una niña que no sabe contar uno y uno y me tiene que pedir ayuda para aprender. ¿Verdad, Fatitonta?
Igual me había pasado. Me giré hacia mi compañera para, en el momento siguiente, arrepentirme de mis palabras.