Cambio el color de mi dialogo a morado para que se distinga del otro personaje
Seguía intentando subir aquel pilar, cada vez que subía unos centímetros me resbalaba bajando el doble de lo que había conseguido. Al final ya tenía fuerzas para seguir subiendo así que me dejé caer rendido ¿Cómo una simple columna me podía derrotar? Estaba seguro de que había un truco para subirla pero dejé de pensar en eso.
—
¡Siguiente! — exclamo el hombre que me había metido en esa estúpida prueba, no pude evitar mirarlo de reojo con ojos amenazantes, si pudiera no dudaría ni un instante en acabar con aquel hombre de una sola estocada de mi katana.
Seguidamente todos los demás empezaron el entrenamiento matutino habitual que era saltar vallas, mantener el equilibrio, practicar con la espada, y justamente estábamos en este. Todos (en apariencia) tenían pareja para entrenar y cada uno estaba en su zona, a excepción de mí, que normalmente estaba solo, siempre supuse que era porque soy demasiado bueno en el arte de la espada y nadie se quería enfrentar a mí.
De repente escuché una voz que me distraía de mis pensamientos.
—
Tú, ahí hay otro sin pareja. Te pondrás con él, ¿entendido? — asentí mirando a la persona que me había señalado.
Observé aquel hombre extraño ¿Por qué él no llevaba uniforme y yo sí? Odiaba aquella maldita armadura, en general odiaba la ropa obligatoria, pero no quería dar muchas vueltas a ese tema así que me dediqué a observarlo.
Deduje que más o menos aquel extraño personaje que nunca había visto en el campamento (y si lo hubiera visto no me habría fijado en el) rondaba los cuarenta años y eso me daba una clara desventaja al enfrentarme a él porque seguramente el hombre de kimono rojo (así lo llamaría a partir de ahora por no llevar uniforme) tendría mucha más experiencia que yo en una batalla y seguramente sería más fuerte. También no pude evitar fijarme en que aquel hombre me miraba con cara de psicópata obsesivo
“Genial, un psicópata con kimono rojo” pensé intentando no mirarlo mucho más de lo que estaba haciendo al observar su extraño parche seguramente provocado por un pequeño accidente en uno de sus ataques lunáticos.
Lentamente empecé a acercarme al hombre de kimono rojo mientras ideaba una pequeña estrategia pare vencerlo sin correr ningún riesgo de ser atacado por aquel extraño personaje y a lo mejor con un poco de suerte podría pasar un pequeño accidente que acabaría con su vida y mejoraría el mundo un poco.
Al llegar cerca de él no pude evitar mirar una vez más su sonrisa que parecía de un loco a punto de empezar a reír sin motivo aparente hasta que él soltó un comentario.
—
¿Qué hay chico? ¿Te apetece un buen combate? — al acabar de decir tal frase el hombre de kimono rojo empezó a soltar una gran carcajada tal como había previsto y eso ocasionó un pequeño temblor que recorrió todo mi cuerpo.
No quería responder a su pregunta ya que me dio un poco de miedo decir algo que le molestara y que él me cortara la cabeza, pero tenía suerte de tener una estrategia una arma sorpresa.
—
Cuando yo diga ya salta de mi hombro y dale un mordisco, lo más fuerte que puedas— le susurré a Liss lo más disimuladamente posible y luego escuché un pequeño ronroneo, suponiendo eso como un sí.
Cogí mi katana y me puse en mi posición de lucha que era poner la pierna izquierda delante de la derecha y el pie de esta en posición horizontal, (típica posición de esgrima) con mi cuerpo mirando al adversario, mi brazo izquierdo en posición diagonal delante de mi cuello y el derecho con la katana en la mano apuntando hacia abajo y luego asentí respondiendo por fin a la pregunta del psicópata de risa de loco. Seguidamente de asentir lancé un golpe con mi katana al personaje extraño y sin previo aviso mi dragona saltó de mi hombro en dirección del psicópata para darle un mordisco.
Claramente mi intención era distraer el enemigo con la mordida de la dragona blanca para después clavarle la katana en su estomago.