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¿Por qué no me otorgáis una pequeñísima demostración? Ya sabéis, uno no puedo comprar el producto sin haberlo probado antes o haber leído la letra pequeña, manías de dioses —una diabólica sonrisa despertó en la comisura de sus labios.
Alexis y Diana se observaron unos segundos, hasta que la pequeña parecía haber entendido a qué se refería el Dios de los Muertos.
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¡Eso está hecho! —exclamó Alexis, algo entusiasmada.
Una mirada perversa de la oscura Alexis se fijó en los ojos confusos de Shintaro. De su mano comenzó a surgir una mole de oscuridad, dando forma a un instrumento alargado y puntiagudo. Un arma, algo extraña para los ojos de Shintaro. Aquello no pintaba bien.
Alexis comenzó a acercarse a Shintaro, cuando Diana se interpuso.
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¿¡Qué te crees que vas a hacer, enana!? —gritó Diana, bastante alterada.
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Vaya, vaya, ¿no me vas a prestar tu juguete un rato? —preguntó Alexis, aún con sus ojos clavados en los de Shintaro. El terror podría apoderarse del joven. ¿Qué iba a hacer con eso?—
Oh, vamos arpía.. ¡puedes conseguir a cualquier hombre! ¡Hay cientos, miles, millones! ¡Y muchos mundos para encontrar uno nuevo! >> Y si no cumplimos esta misión, ya sabes lo que significa.A pesar de que su voz había sonado muy afeminada y juguetona, sus últimas palabras fueron serias. Los ojos de Diana, por primera vez ante la presencia de Shintaro, despertaron miedo. Confusa con lo que había dicho Alexis, sus labios se curvaron y se dirigieron al atrapado esclavo, quien al intentar resistirse las hiedras comenzaron a agarrarlo con más fuerza, acercándolo a Alexis y a Diana.
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Shin, parece que vamos a tener que experimentar contigo —¿por qué a pesar de todo lo que estaba pasando, Shin no era capaz de liberarse de aquella terrible maldición? Sus ojos volvieron a adormitarse, sumiso a su diosa—.
Tranquilo, no te va a doler.. mucho. Relájate..Por una parte, el cuerpo de Shintaro se tranquilizaba al escuchar la voz del centro de su universo, pero... por otro lado, en un pequeño trozo de su corazón, aquella espada siendo dirigida a su pecho por la mirada escalofriante de Alexis hizo que, instintivamente, sintiera que su vida corría peligro.
De repente, las hiedras de Diana soltaron al joven al ser atacadas por una flecha, y una cuchilla afilada rozó la mejilla de Alexis. Ésta enrojeció, furiosa. Por lo pronto, Shintaro volvería a recuperar el control de su cuerpo.
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¿¡Quién ha sido!? —gritó Alexis, cuando una figura se asomó a lo lejos.
Shintaro lo reconocería. El joven temerario.
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Soy Graic. Guerrero de Tebas. ¡Y tú mataste a mis padres! —exclamó el joven, dirigiéndose con su espada hacia Alexis, con ojos furiosos y sedientos de venganza.
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Vaya, vaya, ¡un fanboy histérico! —dijo Hades, fijándose en cómo el chico se acercaba con maestría a la asesina. Aunque parecía estar disfrutando de todo lo que estaba aconteciendo.
Todo pasó muy rápido. Por extraño que pareciera, el muchacho no logró atravesar con su espada a la niña diabólica, sino que éste salió disparado, como si hubiese chocado contra algo en su trayectoria.
Diana se acercó al joven, que se encontraba tirado en el suelo y sin fuerzas.
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Mmm, tú también puedes servir, ¿te parece, Alexis? —preguntó Diana a la niña, pues parecía seguir queriendo quedarse con Shintaro—
¿Graic, verdad? Mírame, querido, mírame. No pasa nada..Shintaro no iba a ser el único en caer en las redes de la misteriosa mujer. Graic perdió poco a poco el brillo de sus ojos, sonriendo de forma estúpida ante la presencia de Diana.
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M-Mi diosa.. —dijo Graic, totalmente a su merced. Diana lo acercó por sus hombros a Alexis, quien volvía a alzar su arma.
Y en un instante, la oscura espada de Alexis fue clavada en el corazón de Graic. Un grito desgarrador se escuchó por todo Tebas. Alexis y Diana se apartaron cuando una gran mole de oscuridad fue cubriendo el cuerpo de Graic. Shintaro pudo observar por última vez los ojos de Graic, quien había despertado de su hechizo debido al dolor de su pecho.
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¡¡Ayúdam...!! —la oscuridad se lo tragó, y a los pies de Shintaro cayó la espada del joven.
En su lugar, la oscuridad tomó forma, dando lugar a un monstruo. Una de aquellas terribles criaturas. Sus ojos amarillos buscaban algo en concreto, cuando divisó a Shintaro cerca suya.
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Venga, Shin —dijo Diana, quien, a pesar de lo ocurrido, seguía tratando a Shintaro igual—.
Si sobrevives, te llevaré conmigo.Aquello habría sobrepasado los límites de su corazón. Podría dejarse llevar por la neblina, olvidar lo que había visto o enfrentarse a Diana y a aquella criatura.
Porque algo había cambiado. Había descubierto la terrible verdad tras el inocente rostro de Diana.
Aclaro que es otra neosombra molona x)