Aquella noche, Jess había estado soñando sobre el día en que salió de Port Royal, el maravilloso día en que había logrado hacer dos nuevos amigos: Yami y Ryu.
Cuando despertó a la mañana siguiente, estaba bastante alegre por haber recordado aquel día. Ryu estaba acurrucado a su lado cuando ella abrió los ojos. El gato nunca se separaba de ella. En cambio, a Yami no la veía demasiado, cosa que la entristecía.
Decidió dejar de pensar en todas aquellas cosas y ponerse en marcha. Despertó a Ryu, se levantó, se vistió y fue a desayunar. Por el camino, explicó al gato el sueño que había tenido, podía notarse que estaba contenta.
Ningún moguri fue a buscarla aquel día: podía hacer lo que quisiera. No había mucho qué hacer en Tierra de Partida, así que la elección era pasear por los jardines o ir a la biblioteca a leer. Puesto que Ryu se aburría en la biblioteca, decidió salir al exterior en su lugar.
Fuera, el día era soleado aunque había algunas nubes en el cielo, era un buen día para estar en los jardines. Ryu parecía más confiado y hablador de lo normal, quizá le hubiera transmitido su estado de ánimo también al gato.
Decidió buscar algún lugar para sentarse y pasar el rato. Cuando al fin encontró un árbol bajo el que sentarse, el gato comenzó a corretear algo separado de Jess, parecía que aquel día no tenía miedo. La chica se sentó en la sombra y apoyó su cabeza en el tronco del árbol. Era un buen día para relajarse.