Fátima se agarró a mi brazo al ver a los piratas, estos bajaron del todo las escaleras y fueron directos hacia nosotros listos para causarnos algún tipo de problema. Me situé al instante frente a la joven mirando con firmeza a los hombres, iban a necesitar algo más que un par de cicatrices y parches para siquiera intimidarme.
—Hola amiguitos. ¿Qué hacen unos niños por aquí perdidos? Y con una ropa tan cara… —el pirata posó una mano sobre mi hombro, miré hacia su otra mano la cual parecía buscar una pistola en su cinturón. Seguí mirándole de forma directa, esperando a la tontería que fuese a hacer aquel borracho —. Bonito sombrero.
—
Muchas gracias, es de fabricación case-El pirata me robó al momento el sombrero dejándome con la palabra en la boca. No me amedrenté ante aquello, más bien quise pegarle un puñetazo en la cara y romperle la nariz de esa forma para que viese lo que pasaba por robar mi sombrero. Aquel sombrero lo había llevado desde los dieciséis años cuando el anterior dejó de entrarme en la cabeza, mi madre se había tirado todo un día cosiéndolo con tal de que quedase perfecto y lo que menos iba a dejar es que ese sucio borracho lo manoseara.
Fui a crear una bola de fuego en mi mano para estampársela contra la cara, pero Fátima viendo que los otros hombres se acercaban hacia nosotros, me tiró del brazo pidiéndome que nos fuéramos.
—
Sí, tienes razón, mejor nos vamos —le dije a mi compañera girándome en dirección a la puerta, pero nada más dar unos pocos pasos, me detuve creando finalmente la esfera de fuego —.
Pero no sin mi sombrero.Antes de que nadie llegara a reaccionar, me giré con rapidez lanzando el hechizo Piro contra el pecho del ladrón y trazando rápidamente una línea horizontal con el brazo, alejé a los otros piratas al incendiar el suelo bajo sus pies. Sin perder ni un segundo atrapé mi sombrero y colocándomelo agarré por el brazo a Fátima para salir huyendo de allí.
—
¡Hasta nunca, caballeros! —me burlé de los hombres antes de salir por la puerta, estaba seguro de que iban a perseguirnos, así que me daba igual.
Aun agarrando a Fátima de la mano, corrí tan rápido como mis piernas me permitían por las sucias y confusas calles de Tortuga, esquivando y disculpándome ante cada hombre y mujer con el que nos cruzábamos. No a muchos metros de nosotros, podía escuchar los gritos e insultos de los piratas intentando alcanzarnos, por lo que a la vez que corría intentaba fijarme en todo lo que podía ofrecer la ciudad y que nos pudiese ayudar a esquivar a aquellos borrachos.
Corriendo por una calle que daba hacia lo que parecía ser el puerto de la ciudad me fijé en un grupo de barriles suspendidos en el aire gracias a una red que estaba sujeta a una de las paredes de la última casa de la calle. Preparando otro Piro, esperé a que Fátima y yo hubiésemos pasado por debajo de los barriles para lanzar el hechizo y dejar que estos cayeran sobre nuestros perseguidores.
—
Sigue corriendo, solo habremos ganado un poco de tiempo nada más —le avisé a mi compañera sin dejar de correr.
Seguimos nuestra carrera por el puerto, en el cual parecían estar amontonando gran cantidad de cajas y barriles de todos los tamaños que me dieron una gran idea. Me paré en seco e hice un gesto a Fátima para que ella se detuviese y me siguiera hasta unas cajas que nadie vigilaba.
—
Fátima ¿Podrías esconderte dentro de alguna de estas cajas? —le pedí invocando la Llave Espada para ayudarla a abrir una —.
No creo que tarden mucho en alcanzarnos, así que te pido que te escondas mientras yo los entretengo, vendré en un rato a buscarte, solo tengo que pillarlos en alguna esquina con mi magia y me habré librado de ellos.Esperé hasta que esta me respondiese, aunque aquello no pudo ser mucho tiempo ya que empezamos a escuchar nuevamente disparos y gritos provenientes del otro lado del puerto y que pude identificar sin problemas con los piratas que nos perseguían.
—
Haz lo que te he dicho, yo me encargo de ellos —dejando atrás a mi compañera para que se escondiese me planté delante de los ladrones con una sonrisa —
. ¡Eh, piratas de pacotilla! ¡Estáis tan borrachos que seríais incapaces de acertar a un elefante ni aunque estuviese a un metro de distancia!Un disparo que quedó bastante cerca de mi posición fue la alerta que necesitaba para salir corriendo y llevarme a los hombres conmigo y alejarlos de la joven.