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Añado por mi parte una justificación en forma de rol para que Enok se apunté a la misión
¿Así que aquel era el Gremio de Bastión Hueco?
Un torreón al parecer rehabilitado especialmente para esa labor con una decoración un poco superficial era a grandes rasgos lo que ofrecía el castillo. Ningún moguri aleteaba por las instalaciones en aquel preciso momento. Es más, el sitio se encontraba por completo vacío.
Enok se adelantó unos pasos hasta poder vislumbrar un poco mejor la terraza exterior. Era un buen lugar para charlar con la gente o para simplemente pasar el rato. Reemprendió la marcha entre suspiros y se acerco a un vistoso tablón de madera. Sobre la tabla había varias hojas de papel colgadas con diferentes grafías.
Poco a poco, el aprendiz fue leyendo superficialmente cada uno de los papeles con curiosidad.
¿Qué...era...aquello?
Con asombro, el chico dio de bruces con un peculiar trozo de papel que al parecer reunía los requisitos para una extraña misión. Nunca, por nada del mundo se apuntaría a aquella misión que se hacía llamar Linda flor.
Agachó la cabeza agotado e intentando eliminar la grotesca imagen que se había dibujado en sus pensamientos continuó leyendo.
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¿Qué haces aquí, kupó?─ exclamó una aguda y enfadada voz tras el muchacho. Enok se volvió precipitadamente y dio de bruces contra un nervioso moguri. Unos fuertes colores se dibujaron en su rostro.
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S-Solo venía a apuntarme a u-una mi-misión.─recitó precipitadamente Enok. Mientras tanto el moguri le miraba con una especie de recelo en su rostro.
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¿A qué estás esperando, kupó? Vamos...─dijo el pequeño ser mientras intentaba desalojar al rubio muchacho.
Sin mediar una palabra más, el joven Enok, controlado por una vergüenza extrema se volvió al tablón y escribió su nombre en el papel más cercano. La prisa y el nervio hicieron que tras haber plasmado su nombre sobre el papel, este se descolgara de la madera y cayera al suelo. Abrumado, Enok se esfumó de la sala aún con el carmesí coloreado en su rostro.
Refunfuñando, el moguri volvió a colocar el papel en su lugar. Una curiosidad casi morbosa le hizo leer aquella misión a la que se había apuntado el chaval. No pudo más que emular una sonora carcajada.
Linda flor... ¿Qué podría salir bien de ahí?
Pues eso mismo, Linda Flor para Enok