Gruñí por lo bajo al darme cuenta de que lanzar el mueble no iba a ser tan sencillo. El guardia restante se lanzó a por mí mientras me apoyaba sobre uno de mis pies para llevar a cabo la maniobra. Entonces Saito comenzó a lanzar hechizos por toda la habitación, fallando muchas veces. Me quedé perpleja ante sus acciones, ¿qué creía que estaba haciendo, sino malgastar fuerzas inútilmente? Afortunadamente, uno de sus ataques golpeó al guardia que se me echaba encima. Sonreí, nerviosa, y lancé el objeto de inmediato, preparada para saltar a continuación y darle un potente golpe al chico que tenía frente a mí.
Sin embargo, los líquidos de la mesa comenzaron a mezclarse entre sí, emitiendo lo que parecía un humo amarillento al entrar en contacto con una jarra de cobre. Me encontraba en el aire, por lo que recibí el humo de lleno en mi cara. Fruncí el ceño, claramente preocupada cuando comencé a toser y a sentir mis ojos llorosos, a lo que caí al suelo levemente mareada y rascándome los ojos con ambas manos, intentando aliviar el escozor entre tosidos.
—
¡Ah! —grité, sintiendo un ligero ardor en mi garganta—
¡Saito, tenemos que salir de aquí, rápido!Me levanté con el arma en mano y, respirando con dificultad, corrí a toda prisa por escapar de aquel lugar. Había sido un error el romper la mesa, pero no quería imaginar si uno de aquellos frascos nos alcanzaba en la piel. Las consecuencias serían desastrosas, al menos a mí me aterrorizaba la idea.
—
¡Hikaru! ¿Estás bien? —logré escuchar del chico que había intentado coger los frascos de la mesa
Yo me apoyé unos segundos en la pared más cercana, tosiendo y rascándome con cierta ansiedad mi ojo derecho. En cuanto recuperé la compostura e ignorando el posible humo que quedase en el lugar, empuñaría de nuevo mi arma con fuerza, sujetándola con mi mano izquierda y preparada para continuar.
Me coloqué en posición ofensiva, preparada para asestar en silencio una estocada a los enemigos que parecían estar todavía recuperándose. No les iba a dejar escapar, las órdenes eran las órdenes, y si los maestros me habían dicho de reunirme con el visir y obedecerlo, así sería. Ni las tonterías de Saito, ni los Sincorazón, ni los productos químicos de la habitación me impedirían acabar mi tarea.
Hasta nunca.Me apenaba en cierto modo que un niño tuviese que morir tan joven, pero él se lo había buscado. Sin embargo, cuando estuve dispuesta a impulsarme a toda velocidad hacia su pecho, una gran explosión retumbó por todo el palacio. El suelo había vibrado como un terremoto, consiguiendo que perdiese el equilibrio.
—
A-ah. —expresé al caer al suelo, protegiéndome con ambos brazos para no hacerme más daños
—
¿Qué ha sido eso?Observé, sorprendida, cómo numerosos sirvientes del palacio huían en nuestra dirección. Temí ser aplastada por todos ellos, por lo que chasqueé con la lengua molesta porque mis planes se hubiesen frustrado, y giré sobre mí misma como pude hasta la pared más cercana para dejarles vía libre.
Los guardias de Aladdín escaparon escaleras arriba, yo suspiré, claramente agotada, y me levanté para sacudirme la ropa.
—
Me preocupa el visir, vamos a mirar, Saito. —le ordené, seria
En realidad no me importaba lo que él hiciese, pero yo tenía órdenes que cumplir y temía que aquella enorme explosión estuviese relacionada con Yafar. Sentía una sensación amarga en el pecho, pero pese a todo, subí rápidamente las escaleras.
* * *—
¡¡¡Soy imparable!!! —y comenzó a reír
—
¡Tú no eres nadie! ¡No mereces ni siquiera morir!Ahogué un grito y abrí los ojos como platos mientras me llevaba la mano libre a la boca, atónita, ante un escenario cubierto de escombros y sangre. Contemplé horrorizada decenas de cadáveres sin vida, desmembrados, chamuscados y aplastados. Al alzar la vista distinguí numerosas plantas arrasadas y en lo alto, las nubes y el cielo azul.
Era cierto que normalmente me solía mostrar reacia a las muertes de personas ajenas a mí, sabía que los Sincorazón asesinaban gente arrebatando sus corazones, y también había estado dispuesta a matar a una o dos personas, incluso un animal, si así lo requería la misión. Pero nunca había contemplado la muerte de tanta gente de aquella forma, nunca había presenciado tanta sangre y cadáveres juntos, es quizás que por eso no me importaba matar a unos pocos, ni por eso me importaba lo que hiciesen los Sincorazón, porque no lo había contemplado en persona. Pero aquello fue demasiado, me encontraba totalmente pálida.
—
Ah, vosotros dos, me temo que esta lámpara no la entregaré a vuestro... grupo —no comprendí muy bien lo que quiso decir hasta que continuó con sus palabras. Porque era cierto que no me habían explicado exactamente la relación que teníamos con Yafar, solamente me habían ordenado acudir ante su presencia y hablar con él—
. Volved con vuestros maestros de pacotilla y decidles que este poder es ahora mío y solo mío. Podéis venir los que queráis, pero no podrá vencerme nadie.Entonces lo comprendí, la idea era entregarle la lámpara a cambio de que nos la entregase a nosotros también. ¡Pero él no tenía intención de cumplir su parte del trato!
¡Será traidor! —pensé para mí misma, apretando con fuerza mis puños y observando los escombros—
Estamos perdidos… —comentó Aladdín, de cuya presencia no me había percatado todavía. Me sorprendió volver a verlo con el aspecto que le debía haber correspondido, pues encajaba a la perfección con la descripción que me había dado Yafar sobre él: un mendigo
—
Será interesante también hacer mía a la princesa Yasmín…Me quedé muda al escuchar el nombre de Yasmín. ¿Era ella acaso la princesa de Agrabah? ¿¡Había hablado yo con una princesa!? Era un honor que una princesa me dijese lo bonito que era mi pelo. No supe cómo reaccionar, sino que permanecí quieta y observando los acontecimientos, impotente.
—
¡No!Pero el visir parecía haberse vuelto bastante poderoso, muchísimo, tanto que incluso me estremecí por dentro al contemplar cómo invocaba llamaradas con un simple movimiento de brazo. El aura que emitía era también sorprendente, sentía que con solo pensarlo podría aplastarme en aquel instante.
Hay que detenerlo… esa lámpara es demasiado peligrosa.¿Y los maestros querían la lámpara también? No, no podía entregarles un objeto tan peligroso. Yafar había sucumbido a su poder y había provocado estragos. Por mucho que los maestros lo ordenasen… yo… yo no podía hacerlo. Tenía que garantizar su seguridad, no transformarlos en lo mismo que Yafar.
—
Hay que detenerlo… ¿Pero cómo? —habló entonces el muchacho que acompañaba a Aladdín. Éste, al cabo de unos segundos, me miró fijamente, a lo que enarqué una ceja algo confusa—
¡Espera! —me ordenó
Yo ya no tenía intención de matar a nadie. No quería escuchar la palabra “matar” durante una buena temporada, ¡ya había tenido suficiente aquel día!
—
¿Sí? —le respondí, recelosa
—
Sé que es difícil… No tengo ni idea de dónde sois, ni qué tratos tenías con aquel tipo, pero está claro que esto se ha ido de nuestras manos, y de las vuestras. —me costaba asimilarlo, pero aquel niño tenía toda la razón—
. Ahora ese sujeto tiene un poder mayor que el de cualquiera de éste lugar y de otros, y sabéis a lo que me refiero —aquella afirmación me sorprendió. ¿Me estaba insinuando que no eran de aquel mundo? ¿De dónde eran entonces? ¿De Tierra de Pringados como Light o Nadhia? Me crucé de brazos y aparte la mirada a otro lado, aparentemente ignorándolo, pero escuchaba sus palabras atentamente. No era momento para dejarme llevar por el orgullo, no viendo ante mí aquella pila de cuerpos sin vida—
. Si se vuelve más poderoso… muchas más tierras podrían ser atacadas y masacradas por él. Si actuamos por separado, será imposible que podamos detenerle. Si queremos evitar que eso ocurra… sólo podemos hacerlo trabajando juntos.Yo no dije nada, no tenía fuerzas y tampoco quería darle la razón tan abiertamente. Sus palabras tenían sentido, y yo tampoco estaba en posición de defender a Yafar, no me quedaba otra opción que aceptar su ayuda. Aquella lámpara era un arma muy peligrosa, no sabía exactamente como, pero sospechaba que había tenido relación con los impresionantes poderes que Yafar había adquirido de pronto.
Entonces el muchacho se acercó a mí.
—
¿Te parece bien una tregua temporal? Sólo hasta que arreglemos todo esto...Permanecí en silencio unos segundos, pensativa. No me quedaba otra que recibir ayuda de aquellos chicos, pero no eran más que niños, no parecían ser realmente fuertes. Igualmente, aceptaría.
—
No te equivoques, no estoy aceptando tu ayuda por compasión, sino por mis propios intereses. —y miré a Saito, esperando una respuesta por su parte
En cuanto mi compañero diese su opinión, clavaría mis uñas en la manga de mi brazo izquierdo y tiraría con fuerza para arrancarla de cuajo, dejando mi brazo al descubierto con una apenas visible cicatriz que lo recorría. Me aproximé a Aladdín y le tendí el trozo de tela, esperando que pudiese usarlo a modo de venda.
—
NigroCura —musité al colocar la palma de mi mano sobre su hombro, ejecutando el hechizo en el muchacho
Desconocía su afinidad elemental, por lo que puede que mis energías oscuras apenas le recuperasen, pero no podía hacer menos por él. Si quería ayuda, tendríamos que estar todos en plena forma. Acto seguido, rebusqué en mis bolsillos y cogí la Piedra Escarabajo, la sostuve en la palma de mi mano derecha y la mostré a todos los presentes.
—
Es la Piedra Escarabajo. Me la entregó Yafar para localizar la lámpara mágica —la guardé en mi puño una vez todos la hubiesen contemplado—
. Si vamos a ir contra el visir, seguidme.Y avancé lo más rápido que pude hacia la lámpara, guiándome por la Piedra Escarabajo. Esperé que durante el camino pudiesen idear alguna estrategia para derrotar sin problemas a Yafar, que irónicamente ahora estaba siendo localizado por su propio objeto.
Suspiré, agotada, no sabía qué me iba a deparar la batalla, pero me temía lo peor, solo me quedaba depositar mis esperanzas en Aladdín, el cual había demostrado ser alguien realmente resistente para sobrevivir a los hechizos de Yafar.
Posteo ahora porque dudo que tenga tiempo en otra ocasión. ¡A ver si hay suerte! =)