Para mi sorpresa, Ivan materializó un par de maracas de hielo que probablemente él mismo acababa de crear con su magia y acto seguido empezó a mover las caderas de forma exagerada mientras movía ambos brazos con bastante energía. Por desgracia me veía arrastrado por culpa de las esposas.
—They call me Cuban Pete, I'm the king of the rumba beat, when I play the maracas I go chick-chicky boom chick-chicky boom~
—Que alguien lo calle... —supliqué.
Y por una vez mis peticiones fueron escuchadas, aunque no de la manera que quería. Una bala pasó entre Ivan y yo dejándome en shock por unos instantes. Respiré entrecortadamente. No todos los días estaban a punto de volarte la cabeza por segunda vez. Pero Ivan no quería detenerse, claro que no:
—Yes I'm Cuban Pete, I'm the craze of my native street, when I start to dance everythings goes chick-chicky boom chick-chicky boom~
Esta vez la bala salida desde el arma de uno de los soldados no falló, logró impactar contra una de las maracas de hielo convirtiéndola en pequeños cristales que se precipitaron contra el suelo esparciéndose desigualadamente.
—¡Filisteos! —gritó -supuse que un insulto dado que no conocía aquella palabra- para acto seguido lanzar su maraca restante contra el casco del soldado —. ¡No sabéis apreciar mi arte! ¡Vergüenza sobre vosotros!
—Lo que sea, deshonra sobre sus vacas, deshonra sobre sus padres y blablabla —dije con tal desgana que cualquiera me confundiría con un zombie (Mi cabeza destrozada no tenía nada que ver con que pudiesen compararme a un muerto viviente)—. Esto debe ser un sueño.
Materialicé mi llave espada y apunté a la esposa provocando un chasquido metálico que indicaba que acababa de abrir el cerrojo y por tanto librándome de ser apresado con ese... esa cosa.
—Yo me largo —setencié. Teníamos que detener al Helix. ¿Por qué estábamos allí quietos sin hacer nada?
¿¡Es que era el único medianamente normal en aquel mundo!?