No sabía cómo había aparecido ahí ni tampoco sabía cómo habían aparecido el resto de Aprendices allí presentes. No obstante, en esta ocasión era evidente que no era Bastión Hueco quien estaba tras esta aparición.
Bavol contempló un magnífico banquete, pero decidió no probar bocado. Era una costumbre que había adoptado desde el día en el que le dieron un susto de muerte asegurándole que su comida estaba envenenada.
Finalmente, la aparición de un moguri encapuchado les reveló que él era el responsable de su repentina aparición en aquel lugar. No le hacía gracia haber sido raptado por una de sus criaturas, pero en cuanto escuchó que había un premio para el que llegara al centro del laberinto, se emocionó. Él podía conseguirlo, al fin y al cabo la suerte siempre estaba de su lado.
Prefirió que el resto de Aprendices escogiera primero, lo cual fue una mala opción, pues un extraño viento lo empujó repentinamente al interior de una de las salas. Acabó en una sala con otras Aprendizas de la Llave Espada, entre ellas Myxa, quien fue la primera en acercársele.
—
Esto me da muy mala espina, Bavol. Creo que alguien nos ha tendido una especie de trampa y lo peor es que sólo podemos jugar a su juego —
Sí, es cierto… —comentó Bavol pensativo ante el comentario de la chica, a la que no le faltaba la razón—.
Pero creo que hay premio.—
Ya que no se puede hacer nada habrá que continuar. A mi me llama más la atención la de la derecha, es la que no indica el reloj este raro. ¿Te apuntas a venir conmigo?Bavol se dio cuenta que el reloj del que hablaba su amiga era en realidad una brújula. Y no sólo eso, sino que al parecer el gitano también tenía una en su bolsillo por arte de magia.
—
Brújula, se llama brújula —indicó Bavol y después se encogió de hombros—.
Bah, prefiero seguir hacia adelante, es lo que me dice el instinto.De pronto, una Aprendiza del bando contrario se tiro un pedo junto a él, lo cual molestó notablemente al chiquillo.
—
¡Qué guarra eres! —le espetó Bavol.
Pese a todos los olores, el gitano decidió continuar hacia el norte dejando atrás a su amiga Myxa. Curiosamente fue su amiga la única que decidió cambiar de camino, el resto continuó como él hacia adelante.
En esta ocasión el camino se dividía en tres. Ignoró por completo su brújula y decidió continuar por el camino que más le apeteciera en aquel momento, en este caso el camino de la derecha.
—
¡Ey, cochina! —exclamó Bavol llamando la atención a la Aprendiza que le había tirado el pedo—.
Deberías venir conmigo, suelo tener suerte en este tipo de cosas.Por lo que se veía tampoco le guardaba rencor más allá de aquel mote tan grosero. Decidiera lo que decidiera la chavala, él decidió marchar por ese camino