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Sinceramente... A mí tampoco.—Contestó. Me sorprendí, porque había pillado la indirecta y yo me había librado de una pelea.
Canté victoria demasiado pronto. Tres Sincorazón aparecieron justo en el momento. Tenían aspecto de mono. Estuve tentado en huir, pero no habría sido del todo justo. Se lo agradecería así.
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Maldita sea... llevo un día de perros.El muchacho había invocado su Llave-Espada. Era completamente negra, parecía bastante más fuerte que yo. Sin pensarlo mucho, invoqué un perla sobre esos Sincorazón, que lo esquivaron con mucha facilidad.
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Monos tenían que ser —invoqué mi Llave, dejando de disimular, ya no tenía mucho sentido.
Un Sincorazón se lanzó sobre mí, y de una arremetida con la Espada conseguí quitármelo de encima. Eran rápidos, y su continuo balancear por las ramas no mejoraba mucho nuestra situación.
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¿Alguna idea? —Le pregunté, atento a su respuesta. No iba a atacar aleatoriamente, necesitábamos una estrategia. Y a mi sólo se me ocurría incendiar el bosque.