Era una tarde tranquila en la que Aru se encontraba reposando en los jardines de Tierra Partida, a la sombra de un árbol tapando su rostro con el brazo derecho.
La muchacha comenzó a sentir un poco de frío, por lo que decidió alzar la mano con sus ojos aún cerrados, y palpando en el césped en busca de su abrigo que había colocado a su lado.
Tras varios intentos de divisar su abrigo, decidió sentarse cruzando las piernas, abrir los ojos, y mirar a su alrededor buscándolo.
—¿Donde demonios te has metido? —dijo la pequeña en voz alta mientras buscaba por todos lados del jardín.
Parecía que el abrigo de la chica hubiese desaparecido como el humo. La pequeña finalmente alzó las manos en la cabeza y con una graciosa emoción en su cara, se levantó preocupada recorriendo todos los alrededores y pensando en donde había dejado ‘’aparcado’’ su abrigo.
El abrigo era de color azul, con un dibujo de un búho en la parte superior derecha, donde debajo ponía sus iniciales: A.P.
—¿Debería de preguntarle a algún moguri? ¿Pegar carteles? —dijo la exagerada muchacha mientras se revolvía el pelo.
¿Cómo podía ser tan despistada? Un abrigo no se debería de dejar en cualquier lado, sin embargo nuestra descuidada protagonista se había acomodado lo suficiente que no era la primera cosa que perdía en lo que llevaba viviendo en ese mundo.
A lo lejos, pudo ver a un joven chico que aparecía sentado que parecía tener su abrigo, la muchacha se puso las manos en la cara para poder ver bien, ¿realmente era su abrigo?.
—¡Eh perdona! Creo que tienes algo mío —dijo la muchacha caminando hacia el chico, pero sorprendentemente, el muchacho salió corriendo.
—¡DE QUE VAS! —gritó la muchacha corriendo detrás de él.
Pero aunque corriese como una loca, el muchacho era mucho más rápido que ella, y como quien no quiere la cosa, otro chico se metió en medio de la persecución, y sin poder frenar, se estampó contra él y cayó al suelo quedando este de pie.