—Sí...sí que tengo una pregunta…Tu nombre. — preguntó el harto muchacho frunciendo el ceño y exhalando aire con dificultad—.Quiero… tu nombre.
El extraño se quedó helado por completo, al parecer, Neru, había preguntado algo bastante incómodo por tonto que podría parecer… Su nombre, su identidad.
—¿Mi nombre? —susurró para sí mismo mientras agachaba la cabeza mostrando su aura oscura—.Yo… Soy… —continuó susurrando mientras se llevaba las manos a la cabeza e intentaba observar entre sus dedos al individuo.
El anónimo volvió rápidamente en sí, como si se hubiera sumergido momentáneamente en su mente y miró fijamente a Neru.
—No tendrás el placer de saberlo —dijo con una carcajada siniestra.
Pero sin comerlo ni beberlo, Neru formuló rápidamente un piro que dió pleno a los documentos que se les habían sido arrebatados el maniaco.
Aru observó con los ojos abiertos como los dedos de éste se había difuminada para volver a formarse, como si el muchacho estuviese hecho simplemente de sombra.
—Espero…—dijo Neru dirigiéndose al ladrón mientras se incorporaba nuevamente—... que disfrutes de mi regalo, cabrón.
Aru ayudó a levantar por completo a su compañero mientras dejaba que se apoyase en ella misma.
—¿Estás bien, Neru? —volvió a preguntar la peliazul bastante preocupada.
Mientras tanto el extraño miro como se desvanecía en sus manos aquellos documentos y arrojaba una lagrima.
—No… —se decía a sí mismo mientras se arrodillaba lentamente ante los aprendices.
La chica esperó unos segundos para ver la reacción de Neru ante tal acontecimiento, luego, decidió que era mejor volver a sus respectivas habitaciones para respirar un poco, llevándose consigo a Neru.
—¿Ya os vais? —les paró el maniaco sacando su guadaña
El loco agarro el pié de la jovencita a lo que esta reaccionó dándole una patada en toda la cara bastante harta.
—¿¡Es que no sabes cuando rendirte!? —chilló Aru dejando bastante impactado al atacante—. ¿Cuando te darás cuenta de que intentes lo que intentes no vas a conseguir nada? Nosotros somos un equipo y hagas lo que hagas vamos a protegernos el uno al otro, y tú sin embargo, estás solo y así vas a seguir hasta que no dejes de incordiar a la gente por diversión.
El bandido agachó la cabeza, y con su guadaña abrió una brecha en el piso por donde huyó. Seguramente no sería la última vez que visitará Tierra de Partida.
Neru y la peliazul por fin podría descansar tras aquellas locuras que habían pasado.
—Finalmente, todo acabó, Neru —dijo sonriendo bastante agotada.