Aleyn—
Podríamos iniciar la búsqueda en la torre —señaló Aleyn—.
Con calma. Ygraine y yo iremos abriendo camino para comprobar que no hayan colocado alguna otra clase de trampa mágica. —Abel, como había imaginado Aleyn, se percató del papel que estaba intentando tomar pero solo arqueó una ceja y sonrió un poco—.
El caballero Odín… El caballero Odín sugirió que Freyja quizás había ocultado el Escudo en los sótanos o en las torres; y en las criptas, dejando a un lado el santuario de la reina, y recuerdos de tiempos pasados, no hallamos nada relevante.—
Vamos entonces. No nos sobra precisamente el tiempo.Abel no parecía dispuesto a alejarse de la princesa y la idea de dejarla a sola no era muy inteligente. También se mostraba a favor de que se mantuvieran unidos. Sobre todo en aquel extraño castillo imbuido en magia. Con Aurora mirando insistentemente hacia la sala del trono, pero sin resistirse a ellos, empezaron a ascender hacia la torre, sin que la voz volviera a dirigirse a Aleyn.
Aun así, cada vez que parecía que iban a perderse, percibían una chispa dorada por el rabillo del ojo que les devolvía al camino correcto. Abel intercambió una mirada suspicaz con él, pero no comentó nada, se limitó a aferrar con firmeza su espadón.
*No hubo trampas. Solo gente detenida en el tiempo, asustada, mirando por las ventanas o abrazándose entre sí a modo de despedida. Tuvieron que astillar un par de puertas para continuar su camino, pero eso fue todo.
Y, en la torre, en una desangelada estancia, esperaba la que debía ser Freyja.
Estaba sentada en una silla, cansada y ojerosa, tan pálida que parecía que fuera a volverse transparente de un momento a otro, y se aferraba a un cayado que terminaba en una media luna. Sus alas, parecidas a las de Fauna y las demás, solo que mucho más grandes, estaban caídas y rozaban el suelo. No parecía tener fuerzas para levantarlas.
—
Bienvenidos, aunque sea en mala hora—murmuró con una trémula sonrisa—.
Oh, mi pobre niña, ojalá no hubieras vuelto nunca.—Se incorporó como pudo y miró a Abel, que había abierto mucho los ojos—.
Te reconozco a pesar de los años, Abel. Ahora eres todo un hombre. Me alegra verte.
»A ti también, caballero. Quizás seas la respuesta que he estado buscando.Con pasos titubeantes, se acercó a Aurora, que la miraba con el ceño fruncido, como si estuviera haciendo un esfuerzo por reconocerla. Freyja le acarició la frente y la muchacha cerró los ojos. El Hada, con una mirada repleta de tristeza, meneó la cabeza.
—
No hay nada que pueda hacer por ti ahora, mi pequeña… Ya me cuesta lo suficiente mantener este hechizo.—Freyja retrocedió y volvió a sentarse en la silla—.
La maldición de Maléfica no fue por puro despecho. Lleva mucho planeando vengarse de los descendientes de la reina Friederike. Pero también… sabe que Aurora es especial. Que es la clave para apoderarse de este mundo. Por eso hay que evitar que le hagan ningún daño y, sin embargo, sin ella no podemos poner remedio a esta maldición—Miró directamente a Aleyn—.
Has venido de la cripta. Ya sabes lo que hay abajo, ¿verdad? —Suspiró y de pronto, a pesar de su tersa piel, se mostró vieja. Increíblemente vieja—.
Eso es el Corazón de nuestro mundo. Desconozco si Maléfica lo conocía desde antes de ser encerrada o no, pero el día en que nació la princesa Aurora, aprovechando que las hadas guardianas estábamos… arrobadas por la pequeña, plantó una semilla en él. No me percaté de su existencia hasta que las plantas, alimentándose de la luz del Corazón, brotaron… Y me vi obligada a detener el tiempo de este castillo.—
Así que fuiste tú la responsable…Freyja asintió.
—
La princesa era demasiado niña para ponerle remedio, si se hubiera quedado aquí no habría podido desarrollar su naturaleza… Pero ha regresado demasiado la tarde. La maldición de Maléfica la está afectando, está contaminando su luz. Y necesitamos la luz más pura que podamos conseguir.—Freyja volvió a mirar a Aleyn—.
Solo hay dos opciones. Si purificamos el Corazón, si Aurora consigue hacerlo, quizá pueda salvarse de su propia maldición. Pero será muy peligroso. La otra opción es que lo intentes tú, Aleyn. Antes de que mi poder termine de desmoronarse. No podré mantener mucho más el tiempo detenido, no sin… hacer algo que significaría que no habría vuelta atrás.—Freyja contuvo un gemido de dolor—.
Si no se purifica el Corazón antes de que la maldición de Maléfica destruya a Aurora, ni mi poder podrá evitar que las Espinas se extiendan por todo el reino. Y entonces Maléfica tendrá el control sobre el núcleo de este mundo...Era mucha información de golpe. ¿Había
dos maldiciones? ¿Una en el Corazón del mundo y otra en Aurora? No estaba muy claro cómo funcionaban. Tampoco lo que tendría que hacer Aurora o, si no querían arriesgarla a ella, Aleyn.
No era buena idea aceptar sin averiguar antes todos los detalles posibles. Además, ¿quién les aseguraba que todo esto no era una trampa?
Aleyn
VIT : 20/32
PH : 5/11
****
Saito—
¿Quién es Friederike?—
¿Eh? La reina fundadora del reino humano. Bueno, ahora son tres pero antes solo eran uno.—Primavera respondió vagamente, sin hacerle mucho caso ni darse cuenta de que ya sólo quedaban «dos» reinos humanos.
—
¿No podemos hacer nada sin esa luz?Primavera soltó un largo «hmmmm», meditabunda, mientras le indicaba a Saito las cantidades de ingredientes que debía verter en el caldero. Parecía que quería intentarlo lo más rápido posible.
Entonces escucharon la voz y se quedaron paralizados. Saito guardó los botes debajo de la cama y Primavera obedeció, escondiéndose con ellos. El muchacho, por su cuenta, se situó a la izquierda de la entrada, preparado con su arma.
—
¿Cucúuuu?—Una voz infantil resonó al otro lado de la puerta—.
Voy a entraaaaar.La puerta se abrió con suavidad y entró Ahren, mirando a su alrededor con ojos inquisitivos.
Entonces la guadaña de Saito cayó sobre él. Quizá fue el silbido del arma o que Ahren, al ser pequeñito, tuvo más tiempo para reaccionar. Rodó por el suelo, hasta casi chocarse contra el caldero y volcar su contenido, y se levantó con un hombro sangrando. Mostró los colmillos en una sonrisa cruel a Saito.
—
¡Juguemos!Ahren arremolinó alrededor de sus manos dos espirales de aire. Una de ellas arrojó a Saito contra la pared y lo dejó sin aliento. El niño pegaba fuerte.
La estancia era pequeña y no tendrían mucho sitio para moverse, ni él ni Ahren, pero el chico usaba el viento y tendría cierta ventaja pero, a cambio, tampoco podía escapar y no parecía ser muy fuerte cuerpo a cuerpo. Además, el muchacho parecía tener cuidado con no romper los libros o los botes de su Señora…
El problema era que, si no se daba prisa, Ahren podría acabar volcando la poción o incluso averiguando lo que pretendían hacer Si le daba un grito a Primavera, esta podría ayudarlo —quién sabía cuánto— pero entonces perderían la posibilidad de sorprender a Ahren. Entonces ¿Saito intentaría luchar por su cuenta y esperar a que Primavera interviniera? ¿Saldría de la torre para conseguir luchar en un lugar más abierto?
Lo que estaba claro era una cosa: la sangre de Ahren era féerica.
****
Nikolai—
Doña Joana, vuestra hermana.
Por un casual no se llamaría Friederika.Joana arqueó una ceja.
—
Es un nombre habitual entre las herederas de nuestra familia, pero su nombre era Anne. Entonces tocó esconderse.
—
¡Dónde está ese inútil! ¡Como se haya escapado el prisionero…!Nikolai escuchó cómo se abrían puertas. Y un largo silencio. Luego los pasos se acercaron a toda velocidad y se abrió la puerta de la celda.
—
Lady Joana…—Era una mujer orco—.
Perdonad que os moleste, ¿por casualidad habéis escuchado algo?—
No, Ronna, no mucho. Hubo un forcejeo.—Joana se meció y siguió hablando con voz plácida—.
Creo que el muchacho gritó algo a tu orco. Algo sobre ser un poco gallito al dirigirse a alguien encadenado. Después, no sé más.Ronna no se movió.
—
¿Ah, sí…? No se ha llevado a su hechicera.—
Quizás ha ido a buscar refuerzos.—
Quizás. En ese caso, habrá que cambiar de posición a la hechicera. No vayan a encontrarla con demasiada facilidad.Ronna salió de la habitación, cerró (sin echar la llave) y escucharon sus pasos al alejarse y marcharse por una escalera. Cuando Nikolai intentó salir de debajo de la cama, Joana dio un suave taconazo, indicándole que todavía esperara un poco más.
—
¿Dónde dejaste las llaves, chico?Eso, ¿qué había hecho con ellas?
¿Era una trampa?
Pero, si Ronna había hablado en serio, podía ser tanto una mala noticia como una buena. Porque quizás pudieran mover a Nanashi… Pero si traía a más orcos consigo, con su magia bloqueada, Nikolai iba a poder hacer muy poca cosa.
¿Qué debería hacer? ¿Arriesgarse? ¿Pedir ayuda a Saito? ¿Esperar?
Nikolai
VIT: 30/30
PH: 8/28 [Bloqueado]
Saic
VIT : 22/22
PH: 8/12
****
Celeste—
Usa las puñeteras armas, maldita sea —espetó Celeste entre susurros al príncipe—
o encuentra a alguien que pueda. Con disimulo, si no es mucho pedir.—
Pero…—
En cuanto a ti...Melkor, que había observado la escena con una sonrisa de diversión, arqueó las cejas cuando la muchachita se encaró a él.
—
Me temo que no podemos ofrecerte estas reliquias.—
¡Celeste!—imprecó Felipe, que se había puesto pálido.
Melkor, por su parte, se acarició la barba sin dejar de sonreír.
—
¡Vamos! Apenas han pasado treinta minutos de esas preciosas dos horas que nos había prometido la señora. ¿No sabéis que la paciencia es la madre de la virtud? O algo así dicen. Sin embargo, nos sabría muy mal que hubierais desperdiciado el viaje. Que no se diga que este reino trata mal a sus visitantes, tú ya me entiendes.Felipe fue a cogerla del brazo y a espetarle qué demonios estaba haciendo, pero Celeste se adelantó y dijo algo que dejó a todos los soldados de piedra:
—
Así que te propongo un trato. Por encima de la tregua, ¿qué me dices? ¿Te gustan los duelos?—
Los duelos son cosa de humanos, pero no niego que pueden ser entretenidos. —
Tú contra mí, aquí mismo, sin segundas personas ni... segundos orcos.Melkor esperó un par de segundos. Como Celeste no dijo nada más, rompió a reír con carcajadas graves y potentes.
—
¿Quieres luchar contra mí?—Cuando recuperó un poco la compostura, Melkor rugió—:
¡Vuestras mujeres valen más que cien soldados, ¿me oís?! ¡Sin duda vuestra capitana se moriría de asco al veros temblar de esa manera mientras una niña decide retarme! Para ganaros un poco de tiempo—añadió en tono más normal, con una sonrisa casi amable para Celeste.
—
¡NO!—gritó Felipe, cogiendo a Celeste por un brazo—.
¡Esto es una locura y desperdicio inútil!El cuervo, Diablo, parecía estar de acuerdo, porque aleteaba enfadado sobre la cabeza de Melkor. Este, que no dejaba de sonreír, lo espantó con una mano.
—
Acepto. Más os vale manteneros aparte, alteza, si no queréis que me enfade. Y tú, pajarraco, ve a decirle a la Señora que tardaré un poco más en volver. Diablo dedicó una mirada venenosa al semi-orco antes de marcharse volando y graznando, indignado.
—
Habrá una apuesta, como es obvio. Si tú ganas, además de la vida de una de esos molestos Portadores de la Llave, te llevas al príncipe y sus juguetes. Y, si gano yo, nos concedéis las dos horas. Sin trucos ni emboscadas. Y al cuervo de rehén, para equilibrar la balanza. Lo juro por mi honor de Caballero.—
¿Oh…? —Melkor arqueó una única ceja—.
¿«Ganar»?—
Venga, ¿o me vas a decir que no aprecias una buena pelea uno contra uno? ¿Cuándo fue la última vez?. Yo quería proponérselo al otro, ese orco blanco, pero antes de que pudiera darme cuenta ya había estirado la pata. ¿Cómo se llamaba..? ¿Grisjac? ¿Grisan? Sé qué era algo con “gris”... La sonrisa de Melkor de pronto se amplió.
—
¿Así que lo has matado? ¿Tú?—Se acarició la barba de nuevo—.
No creo que entiendas lo que eso significa, muchacha.—Desenvainó su espada—.
Atrás todos. Príncipe, si abrís la boca de nuevo, mataré a vuestros soldados y luego pelearé igualmente con ella. Así que moveos. Ya.A regañadientes y mirando con mucha preocupación a Celeste, Felipe hizo que sus hombres obedecieran. Así, el círculo que había alrededor de Celeste y Melkor se amplió.
El semi-orco comenzó a dar vueltas. Celeste podía imitarlo o quedarse en el centro —lo cual no sería una buena opción— pero tampoco tendría mucho tiempo para ello.
Melkor cogió impulso y, de pronto, fue como enfrentarse a la carga de un toro. Feroz, rápida y pesada. Tardaba en coger la suficiente velocidad pero, una vez salía disparado, era imposible de detener. Celeste esquivó a tiempo la estocada horizontal que podría haberla partido en dos sin ningún problema, pero tuvo que rodar por el suelo para conseguirlo. Los soldados contuvieron el aliento.
Parecía que Melkor habló en serio cuando dijo que los orcos no solían hacer duelos. No estaba jugando. Si Celeste no tenía cuidado, iba a acabar peor que mal. Para los orcos parecía que ganar era equivalente a matar.
Melkor se dio la vuelta con lentitud e hizo un gesto de desafío a Celeste.
—
Usa tu magia, muchacha. Yo no dudaré en usar mis habilidades. No me gusta deshonrar a los que me desafían. Y se preparó para cargar una vez más.
*
Victoria y Tristan—
¿Qué hago con ella? ¿Adónde la llevo?Flora se quedó mirándolo con los labios fruncidos, pensando con rapidez.
—
Muy lejos de aquí. La dejes donde la dejes, echará raíces. Pero quizá si pudiéramos mantenerla en una zona desierta…—Nithael gimió y Flora se volvió hacia él con preocupación—.
Pero dame, intentaré que no te contagie.Sacudió la varita y unos guantes plateados envolvieron las manos de Tristan, de tal forma que parecían adherirse a su piel como si formaran parte de la misma.
—
Las Espinas echan raíces allá donde hay vida o Luz, así que has de volar muy lejos. Bajo ningún concepto permitas que acabe cerca de un cadáver. No florece tan rápido en lo muerto, pero también le sirve de alimento y pasa más desapercibida. Luego… Luego, si sobrevivimos, tendré que ir a ocuparme de ella. De alguna forma.Garuda no parecía muy contento con la decisión de Tristan, pero tampoco le impidió coger la Espina que, a pesar de los guantes, empezó a enviar latigazos de dolor bastante desagradables por el brazo. En pocos minutos se lo dejaría tan entumecido que no podría ni cerrar los dedos. El ave parecía dispuesta a acompañarle hasta donde fuera necesario.
Entre tanto, las puertas se abrieron y entró Heike. Estaba cubierta de sangre pero, por lo demás, parecía bastante entera. Echó un vistazo y, tras evaluar la situación, indicó a un grupo de hombres que fueran a ayudar al rey.
—
¿Hay algo en lo que pueda ayudar?Si los aprendices se dirigían a ella, probablemente intentaría echarles una mano. Si no, indicaría que trasladaran a Nithael a una habitación para no tenerlo en el suelo y se marcharía sin decir nada.
Entre tanto, Victoria podía decidir si acompañara a Tristan o no en busca de un lugar lejano donde la Espina no hiciera daño.
Eso si podían superar el ejército que los asediaba, claro.
Victoria
VIT: 40/40 [+1 Acc]
PH: 20/20
Celeste
VIT: 20/20
PH: 20/22
Tristan
VIT: 24/30
PH: 11/22
Fecha límite: jueves 19 de mayo.