Grupo de NanashiNanashi sonrió a Saito y asintió con la cabeza. El cardenal tragó saliva por su parte y se santiguó, si bien no pareció echarse atrás. Ni siquiera gritó cuando Garuda apareció y se posó en su hombro.
—
Excelencia, esta criatura puede volar y cargar con vos si es necesario. Es fuerte y obedecerá vuestras órdenes. Usadla como mejor os parezca. Manteneos aquí abajo mientras nosotros subimos y, si podéis, robadle el cristal de fuego a Andrei o atacadlo por la espalda.Armand asintió con seriedad y acarició el cuello del ave, titubeante. Garuda cerró los ojos, sumiso. Luego Nanashi se incorporó y le dijo a Saito:
—
No puedo darte instrucciones, solo que esperes a mi señal, todavía tenemos que darle algo de tiempo a Ryota si podemos, y que tengas cuidado con los Sincorazón. No sabemos a lo que nos vamos a enfrentar.Acto seguido, subió por las escaleras.
Andrei esperaba sentado en un trono de tinta —que no manchaba. Cortesía de Karel—. Lo hizo girar hacia ellos y sonrió de lado.
—
Os habéis tomado vuestro tiempo. ¿Cuál de los dos será el rehén?—Andrei chasqueó los dedos y toda la terraza se llenó, en un círculo que les impedía la huida del edificio a menos que fuera por las escaleras que habían subido, de defensores. Nada menos que 15.
—
Antes queremos a Esmeralda libre.Andrei apoyó la barbilla en una mano, con las piernas cruzadas, como si estuviera teniendo una agradable conversación.
—
Pero de eso os vais a ocupar vosotros, ¿verdad? Igual que de intentar romper la barrera de la catedral. Lástima que hayáis tardado tanto; ya no podréis hacer nada.—El joven sonreía, divertido, y notaron que los iris se le habían tornado amarillos de pura oscuridad—.
Yo que vosotros les diría que se anduvieran con cuidado; a lo mejor acaban destruyendo solitos el corazón del mundo. Y ya que hablamos de Notre Dame… Sí, está a punto de empezar. ¿Os acercáis a verlo?*—
Vaya, señor Raphaël, me pone en un gran aprieto —dijo Dos. Raphaël apretó los labios, pero no la interrumpió—
. El uso el Glider en situaciones que no sean de viaje entre una localización y otra es algo que los Maestros nos tienen prohibido. No creo que pueda hacer lo que me pide… Raphaël dirigió la mirada hacia Febo, que apretaba las mandíbulas y respiraba hondo. El joven noble dijo:
—
Entonces habrá que hacerlo a lo tradicional. Si Quasimodo y Zac no consiguen ayuda de los otros Caballeros tampoco, te ayudaremos como se ha hecho siempre, capitán.Pero tan pronto como dijo aquello, la nariz de Dos se iluminó y todos los hombres dieron un pequeño brinco de la impresión hacia atrás.
—
Es cierto que no puedo hacer uso del Glider, pero eso no me impide volar. ¿Señor Febo, podría ayudarme con una cosa? —
Lo que sea—respondió este, ansioso, agachándose a su lado y viendo los puntos que Dos indicaba en su espalda.
—
¿Es posible que pudiera hacer dos cortes en vertical en estos dos puntos de aquí? Superficiales, solo necesito que me rasgue la túnica.Febo y Raphaël se miraron y se encogieron de hombros. El primero sacó un puñal e hizo lo que la robot le indicó. Luego casi cayó hacia atrás cuando las alas de metal salieron y empezaron a resplandecer. Raphaël y Clopin, que silbaba por lo bajo, lo ayudaron a levantarse y retroceder.
—
Digamos que soy una especie de ángel de metal, por eso me cubro de esta forma y puedo realizar acciones como las que el señor Febo vio en la plaza —explicó Dos, ante las miradas desconcertadas de los hombres. Si entendieron lo que dijo, no quedó muy claro, porque tenían muy poco tiempo para asimilar nada—
. Soy única entre mis compañeros, por lo que les pido que ni se asusten, ni en un futuro les pidan estas cosas a ellos. Pero a lo que iba. Volaré y salvaré a la señorita Esmeralda cual ángel de la guarda.Eso fue todo lo que necesitó Febo, que olvidó sus reticencias y la cogió de una mano.
—
Gracias. Nosotros te cubriremos. En cuanto empiecen a…Los tambores empezaron a tocarse, ensordecedores, y superaron con facilidad el murmullo de la multitud. De pronto se encendió un fuego. Una de las criaturas de tinta alzó la antorcha, miró en derredor con rigidez, casi como desafiando a la gente a detenerlo.
No hubo palabras, no hubo discurso. Esmeralda apretaba los labios y seguía el dibujo del fuego en el aire. Entonces la criatura lo arrojó contra la madera, que se prendió al instante y empezó a despedir humo.
—
¡Ahora! ¡Ahora, ahora, rápido!—gritó Febo.
Dos saltó contra un edificio para coger impulso y voló directa hacia Esmeralda. De inmediato desplegó una pantalla de humo que se sumó a la que ya empezaba a rodear a la joven, que tosía como si fuera a escupir los pulmones. Bajo ella, la multitud comenzó a rugir y un buen grupo se abalanzó sobre los soldados. Parecía que Febo y Raphaël habían traído consigo muchos amigos y amigas que, armados con palos, picas, sartenes y todos los instrumentos posibles, se lanzaron cual ola sobre sus enemigos. En cuanto llegó a su lado, Dos tuvo que cortar las cuerdas. Esmeralda, con los ojos anegados en lágrimas pero la mente clara, no titubeó dos veces en aferrarse a ella. Dos la elevó en el aire con un brutal impulso.
Entonces, un disparo de fuego, tan grande que las habría devorado sin problemas, salió contra ellas desde la localización de Andrei. Dos pudo pivotar y esquivarlo en el último instante, pero el impulso las arrojó dando vueltas de campana y la robot perdió el control hasta que fue a estrellarse no muy lejos de Notre Dame, en medio de un círculo que abrió la gente entre gritos de alarma.
Esmeralda se levantó de un salto, todavía tosiendo pero con los ojos alerta.
Entonces, empezó a caer lava.
*Andrei chasqueó los dedos, se acercaran o no, y los tambores empezaron a resonar debajo. Nanashi apretó los labios y materializó la Llave Espada.
—
Tienes una última oportunidad, Andrei. Puedes pensar lo que quieras, pero aún te queda mucho para estar a mi nivel.
—
Caramba, Nanashi, ¿la muerte de Ronin te ha afectado tanto que te has embriagado con parte de su estupidez? ¿Nada de negociar?Nanashi se permitió una fría sonrisa. Andrei se encogió de hombros e hizo un gesto con una mano. Desde abajo les llegaron los primeros gritos de horror cuando la pira se encendió.
—
¡Saito!La dama saltó en el aire, dejando una estela de luz tras ella, y los Sincorazón atacaron con sus escudos, que vomitaron bolas de oscuridad contra la Maestra y Saito. Luego empezaron a avanzar hacia ellos. Andrei lanzó una serie de naipes gigantes al aire, que se quedaron suspendidos como escalones cristalinos, y se elevó sobre uno de ellos. En cuanto Nanashi puso el pie en uno, este desapareció, pero para la Maestra fue suficiente porque le permitió coger impulso y arrojarse detrás de Andrei. El joven había materializado un pequeño cristal rojizo que a Saito le resultaría familiar y disparó un brutal torrente de fuego hacia la plaza. Nanashi arrojó su Llave Espada, desviándolo unos centímetros hacia arriba y después cayó hacia el borde de la terraza.
Saito, entre tanto, tenía sus propios problemas. Rodeado de Sincorazón, tenía que actuar rápido. Muy rápido. Por suerte eran grandes (y torpes) y mientras no lanzaran oscuridad, podía intentar decidir una estrategia, ya fuera escabullirse hacia las escaleras con la esperanza de que lo atacaran de uno en uno o idear otro plan. Vio algo plateado entre las escaleras. Garuda. ¿Debía pedir ayuda al cardenal o dejar que él decidiera cuándo actuar?
*—
Dios Santo. ¡Dios Santo!—Esmeralda tosía, pero se mantenía en pie mientras intentaba retroceder, junto a toda la multitud, de las cascadas de lava. Sin embargo, las criaturas de Karel y la guardia estaban atacando. Empujando hacia el charco de lava, que por fuerza tenía que ser mágica por lo rápido que se extendía. Dos podría fijarse en que la lava salpicaba las paredes de Notre Dame, pero no le hacía ningún efecto, mientras que todo el resto se deshacía a su paso. Era un arma mortal—.
¡Ángel!—gritó, sacudiendo a Dos por los hombros—.
¡Debemos destruir esas…!Entonces uno de los guardias corruptos se abalanzó sobre ellas. Esmeralda esquivó el golpe con agilidad, pero estaba desarmada y empezó a buscar por el suelo algo que la ayudara a protegerse. La gente huía, daba empujones, abría el círculo, pero Dos y Esmeralda pronto se encontraron atrapadas entre la lava y cuatro de estos guardias. La joven se hizo con un machete y lo sujetó con firmeza.
Entonces, al lado de los soldados, aparecieron dos criaturas de Karel armadas con arcos. Si iba a querer volar, más le valía a Dos tener cuidado. Quizás cargar con una persona no sería lo más inteligente del mundo, pero estaban atrapadas y debían actuar pronto.
Soon in La Cité!
Dos
VIT: 34/40
PH: 34/44
Escáner:
-Soldados corruptos:
Nivel 40.
VIT: 90.
PH: 15.
-Criaturas de tinta.
¿???
¿???
Grupo de RyotaQuasimodo cogió la mano de Celeste y la enterró con infinita delicadeza entre las suyas, tan grandes y amables.
—
Con que todos salgamos vivos de aquí, rompería los cristales de la catedral entera.Luego fue a cumplir su comprometido sin vacilar.
Abajo, Zaccharie se quedó boquiabierto.
—
Que matasteis…—Pareció permanecer en blanco unos segundos. Simbad casi escuchó el
clic cuando conectó dos ideas y se le escapó una sonrisa—.
Así que al final lo consiguió, eh. Le debo ya dos grandes favores, por eso preguntaba. Conociéndola, seguro que está bien.Luego tocó trepar y Zac no volvió a mencionar a Hana. Una vez arriba, los dos jóvenes Caballeros discutieron entre ellos y Ryota contempló con el ceño fruncido cómo Simbad regresaba. Tuvo que defenderlo —a Celeste no llegaba, estaba demasiado alta— con sus plumas cortantes, que recuperaba con el sistema de la Llave Espada cada vez que cumplían su cometido.
—
¿Vosotros podéis defenderme desde aquí?Zaccharie miró a Quasimodo, que se encogió de hombros. El primero dijo:
—
Si Quasi me coge de la cintura puedo asomarme y arrojarles cristales, pero no mucho más. Tendrás que ser rápida. ¿Por qué perdemos el tiempo en esto?Celeste respondió y él resopló, pero se puso en posición. Celeste saltó con una habilidad hasta la gárgola. Las criaturas de tinta se abalanzaron sobre ella de inmediato. Zac arrojó los cristales, que se clavaron en cabezas y manos, pero no eran demasiado efectivos. La chica tuvo que ser muy rápida.
—
¿Qué…?Los tambores empezaron a sonar. Lo escucharon con total claridad. Siguieron los gritos y estruendos.
Entonces Simbad le resumió rápidamente que habían encontrado un círculo extraño y le mostró la foto. Ryota tomó el móvil con el ceño fruncido y lo estudio. Primero su cara se tornó cenicienta. Después se pasó una mano por el pelo. Miró hacia la catedral, el cielo, en derredor. No parecía que estuviera viendo como tal, al menos no lo que había delante de él. Se pasó una vez más la mano entre los cabellos grisáceos y gritó:
—
¡CELESTE! ¡ROMPED ESE CÍRCULO! ¡ROMPEDLO AHORA!Y la chica, que estaba estudiando la gárgola, encontró algo dentro de la boca de la misma. Si metía la mano encontraría restos de un nido de pájaro.
Y un fragmento de cristal rojo.
Acto seguido, los ojos y las bocas de todas las gárgolas se iluminaron. El calor se volvió insoportable, Celeste tuvo que apartarse porque quemaban y el cristal que sostenía estalló en llamas. Se le cayó de entre los dedos y se precipitó directo contra el suelo. La muchacha tuvo el tiempo justo para volver al interior de la catedral antes de que empezaran a escupir chorros de lava.
Ryota cogió a Simbad por la ropa y saltó hacia atrás antes de que acabaran regados del dorado líquido, que siseó contra las piedras y comenzó a extenderse a una velocidad ridícula.
Y todavía no podían acercarse ni usar magia en la catedral. La cuerda ardió y las criaturas de tinta se quedaron a la espera. Un solo fallo y los empujarían directos contra las cascadas de lava. Celeste se había quedado aislada en el interior con dos personas que no podían hacer magia y Ryota y Simbad fuera, incapaces de hacer nada hasta que Bitron regresara con un remedio para abrir la maldita catedral.
Dentro de la misma, el círculo se inflamó de oscuridad, casi latiendo como un corazón vivo. Quasimodo y Zac miraron a Celeste, sin saber qué hacer.
Ryota maldijo, pero actuó rápido:
—
¡No hay tiempo! ¡Debemos ir a la parte delantera de la catedral e intentar entrar por las torres!Pero no iba a ser tan sencillo. No con toda la multitud horrorizada y en estampida, que trataba de escapar de la catedral. Y se encontraron con que criaturas de Karel les daban la espalda y cerraban el paso para entrar a la plaza. No solo a ellos, sino que se la cerraban a todos los ciudadanos que se habían reunido dentro y atacaban, cortando a la gente sin esfuerzo, cuando intentaban abalanzarse sobre ellos.
—
Esto era lo que querían. Querían alimentar el Corazón de oscuridad y hemos caído.Allí dentro estaban Dos y Saito, hasta donde sabían. Y muchos ciudadanos inocentes.
Simbad podía decidir. Celeste estaba dentro, pero al menos la lava no le haría daño. Por otra parte, dar con sus compañeros podía ser imposible, pero era probable que estuvieran desesperados.
¿A quién ayudar? Quizás sus palabras, pronunciadas rápido, lograran que Ryota se pusiera de su parte —o siguiera con su propio plan de ir a intentar ayudar a Celeste—.
Celeste
VIT: 23/23
PH: 28/52
Simbad
VIT: 88/88
PH: 35/66
Faltas:
-Astro 1
Fecha límite: jueves 2 de noviembre.