Eterna Oscura

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Notapor Soul Artist » Sab Abr 11, 2009 1:36 am

“Soiartze miraba por la ventanilla del coche la cabeza apoyada su mano izquierda, observando la gran ciudad había ante ella pasando lentamente. La gran Nueva York. Siempre había oído hablar de ella, pero nunca la había imaginado tan grande, tan llena de vida. Suspiró, y puso cara triste. Prefería su casa en Alemania, tranquila y sin complicaciones de ningún tipo…

El conductor la observó desde el espejo, y continuó conduciendo. Se encontraba en una limusina negra, como la de los famosos, pero no le animaba. Una vida de dinero y fama no llenaría el vacío de su corazón.

-Es la primera vez que viene a América, ¿verdad? –Preguntó el conductor-. Le gustará. Hay mucho que hacer en esta ciudad que, ni aunque viviese eternamente, terminaría.

Soiartze se quedó callada, sin prestar atención, y mirando por la ventana. Acababan de entrar en un barrio distinto a lo anterior visto, con un aire a pobreza y desesperación. Vio en un callejón a un mendigo dormido bajo un periódico, y a otro con una gran barba observándoles con lo que parecía ira.

-¿Por qué hay pobres? –preguntó ella, de golpe. No lo había planteado, simplemente le salió de la boca al verlo. El conductor se extrañó con la pregunta y la pensó un momento.

-Bueno… Supongo que para que haya ricos, ¿no?

Soiartze volvió a bajar la cabeza, decepcionada con la respuesta. Esperaba algo más profundo, más exacto, y menos cruel.”


“Soiartze llamó a la puerta de madera, perfectamente cuidada y decorada, y con un “pasa” de su interior, la abrió. La habitación era un gran despacho muy buen amueblado, con estanterías y librerías a ambos lados, llenos de libros y premios. La moqueta, de color verde oscuro, pegaba con las paredes, verde claritas, y la gran ventana al final del despacho, por la que se podía ver el parque Bell Tower y sus árboles desgastados por el otoño, como si fuese un gran cuadro. En el centro, una mesa de madera perfectamente tallada, con papeles y un ordenador en ella, y al lado de la chica, un par de sillones. El hombre sentado en el escritorio se levantó y fue a por ella.

-¡Soartze, cariño! –La saludó, acercándose a ella y dándole un abrazo, la cual aceptó sin quejarse-. Me alegro de verte. ¿Fue bien el viaje?

-Normal –contestó ella, con voz neutral. No tenía muchas ganas de charlar.

-Siéntate, vamos –le invitó el hombre mientras ocupaba uno de los sillones. Soiartze aceptó y se sentó en el otro, el cual era realmente cómodo y agradable-. Bueno, hace días que nos vemos. Desde que fui a visitarte al orfanato. ¿Te ha cuidado John?

Soiartze imaginó que John era el hombre que le había acompañado en el avión y había conducido el coche, y recordó que apenas había hablado con él.

-Sí –contestó, cabizbaja.

El hombre se quedó observándola un momento, y chocó sus palmas.

-Si tienes ganas de llorar…

-No, gracias –se apresuró a decir ella-. No quiero llorar.

Hizo una mueca con la boca, desaprobando el comportamiento de la chica, y levantó la vista.

-¿Qué te ha parecido esta mansión? –preguntó él-. ¿Has observado su arte, su acabado? ¿Lo grande e imponente que es, que pretende ser?

Soiartze negó con la cabeza. Apenas había prestado atención a la casa, pero ahora que se daba cuenta, era muy grande a primera vista, demasiado para un hombre solo.

-Estás, para tu información, en el barrio de Riverlade, el más lujoso de Nueva York –le informó él-. En este barrio, verás mansiones a cada paso que des, cada cual más espectacular que la anterior. Son majestuosas, y sin duda, te recordarán al estilo georgiano. Todas son una absoluta obra de arte. ¿Se nota que me gusta el arte?

Soiartze miró a otro lado, incómoda. El hombre suspiró.

-Claro que este arte puede chocar al llegar a la realidad.

La chica levantó la vista al oír aquellas palabras, y le miró a los ojos. Él sonrió, victorioso al haber captado su atención.

-Bronx es uno de los barrios más pobres de Estados Unidos –explicó él-. Seguramente lo habrás visto al venir en coche. ¿Y sabes por qué Riverland está al lado de Bronx? Porque, con las falsas vidas que los ricos vivimos, nos creemos nuestras mentiras después de un tiempo. Y Bronx nos recuerda que, para nuestra desgracia, la vida no es fácil. Es dura, triste e injusta. Y no nos gusta ver la realidad, por lo que compramos helicópteros.

Soiartze le observó, interesada. No era el típico ricachón que sólo se interesaba en sí mismo. Tenía algo en su historia, su pasado, que le había hecho ver el mundo tal y como era.

-¿Por qué hay pobres? –le preguntó, esperando una respuesta mejor que la de John. Él sonrió.

-Porque son la encarnación de la injusticia; lo único que nos recuerda que este mundo, por mucho que nos esforcemos, nunca será justo.

Soiartze clavó sus ojos en él. Esa era la respuesta. La respuesta definitiva, la auténtica, la que tanto había esperado. Sintió un vuelco en su corazón y, por primera vez desde hacía tiempo, sonrió.

-Conozco tus poderes –dijo el hombre-. Un don misterioso, que tienes desde tu nacimiento por motivos desconocidos. ¿Eres creyente, Soiartze? –se juntó de hombros, sin estar muy segura-. Ese poder te lo ha dado Dios, para poder marcar la diferencia. El mundo es una balanza, y está desequilibrada. Nadie la puede equilibrar, pero tú puedes ajustarla un poco. ¿Quieres hacerlo?

Afirmó con la cabeza, ilusionada. El hombre le dedicó una sonrisa.

-Pues entonces, te entrenaré –le comunicó-. Te entrenaré hasta convertirte en una gran heroína. Política de día, tal vez fiscal, azote de las mafias y con la ley en la mano; y de noche justiciera, luchadora contra el crimen y dando a los ladrones el único idioma que entienden: los puños. Será duro y no habrá tiempo libre. ¿Seguro que quieres?

-Sí –contestó, decidida.

-Que así sea, pues.”


“¿Por qué lo dejaste? Le dijiste que lo harías. Marcarías la diferencia, lucharías contra las injusticias.”

-Sigo… Haciéndolo… -contestó Soiartze, débil. A cada recuerdo que tenía, su cuerpo contestaba menos, como si le quitaran algo más. El hombre negó con la cabeza.

“¿Siendo fiscal? Vaya consuelo. Es sólo la mitad del deber, el trabajo sucio. Para encarcelar a los criminales, primero debes capturarlos.”

-Pero… Ahora tengo una vida… -señaló ella, cayendo de rodillas al suelo mientras él le seguía agarrando por la cabeza-. Un hijo… Que se quedó sin familia por mi culpa…

El hombre negó con la cabeza.

“Necesitas recordar más.”


“El padre se lanzó sobre Soiartze con su palo de madera. Ésta, al verle venir, le bloqueó con el suyo agarrándolo por el centro. Intentó golpearle llevándolo entre las piernas del hombre, pero notó su ataque y la bloqueó, dándole un ligero toque en la cabeza.

-Te he matado –le susurró, sin apartarse.

El hombre se giró y retrocedió, para sentarse en el suelo. Llevaba unos pantalones de chándal que usaba para aquellos ejercicios, de color blancos, y con unos calcetines del mismo color. Acercó su mano, llena de cicatrices, para coger una botella de agua. Vertió su contenido en la boca y tragó, sediento como un camello. Se secó la boca y volvió a levantarse, mientras recogía su palo del suelo.

-Vamos –le animó a Soiartze. Ella negó con la cabeza.

-¿Por qué tenemos que hacer esto? –Preguntó, mientras agarraba el palo-. Me parece completamente prescindible. Deberíamos ejercitar mi poder, no hacer duelos de bastones.

-Ejercitamos tu poder, Soiartze –dijo el hombre, mientras lanzaba el palo con fuerza contra ella. Ésta lo bloqueó, e hizo fuerza hacia él para repelerle y echarle hacia atrás-. Este ejercicio es tan importante como los demás. Debes estar preparada para cualquier situación, y tener siempre lista tu arma.

-La oscuridad es mi arma –puntualizó, mientras se lanzaba a por él-. No necesito nada más.

-Te equivocas.

Soiartze lanzó una estocada contra el hombre, la cual bloqueó. Se agachó rápidamente e intentó tirarle al suelo haciendo una zancadilla, pero éste saltó hacia el aire antes de que se diese cuenta. Aterrizó en su espalda y le tocó levemente el hombro, en señal de que la había matado.

-Tu estrategia es tu arma.

Soiartze dejó el palo en el suelo y se levantó, rindiéndose. Se giró a él y le miró con mala cara.

-Si no prevés la situación, serás pasto de tus enemigos –le reprochó él, enfadado-. Tienes que atacar de un modo u otro dependiendo de los movimientos que haga, su comportamiento. Nunca ataques sin pensar, o morirás. Por eso hacemos este ejercicio.

Soiartze susurró una palabrota.

-Esa boca –señaló él, mientras volvía a ponerse en su posición para otra ronda.

-Por lo menos podrías dejarme usar mi poder –se quejó ella, mientras recogía del suelo su palo.

-Nunca sabes en qué circunstancias tendrás que enfrentarte al enemigo –dijo él-. Puede que algún día, encuentren tu “kryptonita” y tengas que enfrentarte a algún chalado sin tus poderes.

-No es justo –susurró Soiartze.

-Llevas cuatro meses con este ejercicio –señaló él-. Has mejorado, pero aún no has logrado derrotarme. Has estado tan deseosa de que la clase terminara, de que dejara de derrotarte una y otra vez, que no has intentado preveer mis ataques. ¡Vamos! ¡Inténtalo ahora!

Soiartze miró de nuevo su palo, y lo agarró con fuerza. Una vez más, se lanzó contra él, para intentar acabar con el ejercicio de una vez por todas.”
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Estoy felizmente de vacaciones, siento el retraso. Sólo comentar que gracias, Arte, he puesto comillas para diferenciar el pasado con el presente y ya revisaré la anterior parte del capítulo.

Como estoy de vacaciones, debéis entender que no he repasado esta parte mucho (más bien, nada). Siento si hay errores y tal. Además, el ratón que tengo aquí es horrible, me ha costado horrores colgar esto ;_;

Espero que os siga gustando.
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Notapor Arte » Sab Abr 11, 2009 2:59 am

Guay xD

Me gusta mucho esta historia, me parece muy interesante y que además pinta ir estando mejor por momentos. Además, me recuerda un poco a batman por el tema del dinero y tal, y batman es de mis prefes xDDD

Por otro lado, como has dicho has estado ocupado y no has podido repasarlo, pero bueno, como he encontrado un par de fallillos te los pongo, y así supongo que colaboro en algo xD


bueno, primero:


“Soiartze miraba por la ventanilla del coche la cabeza apoyada su mano izquierda...


No sé cómo querrías ponerlo pero, bueno, es obvio que está raro xDD



Y a parte de eso, decir que me gusta bastante y que espero que puedas seguir continuando este fic que, como ya dije antes, pinta bastante bien =)

Nos vemos!
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Notapor babasss » Sab Abr 11, 2009 11:50 pm

buf cada capítulo me engancha más, con éste creo que te has superado XD
y bueno, además de lo que corrigió Arte:

con estanterías y librerías a ambos lados, llenos de libros y premios

a no ser que te refieras a los lados, que no creo, o si es así a mi me gusta más de la otra forma XD

Bueno, hace días que nos vemos.

da la impresión de que quieres decir que no se ven, en ese caso faltaría un no

Llevaba unos pantalones de chándal que usaba para aquellos ejercicios, de color blancos, y con unos calcetines del mismo color

creo q quedaría mejor se lo suprimieses, así no se repetiría más adelante la palabra color, o sino poner el blancos en singular

y, al margen de lo literario, me alegra que estés felizmente de vacaiones XD
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Notapor Soul Artist » Sab Abr 18, 2009 2:36 pm

“-Feliz cumpleaños, cariño.

El hombre dio en la mano un cucurucho de helado a Soiartze, con bolas de sabor yogur y limón, sus favoritos. Ella lo aceptó con ternura y comenzó a chuparlos en un banco de Central Park, observando los patos del agua. Su padre se sentó con ella, con un helado con sabor a vainilla, y se quedó mirándola.

-Diecisiete años ya –señaló, con una sonrisa-. Parece que fue ayer el día que fui a visitarte al orfanato. Qué rápido pasa el tiempo, ¿no?

Soiartze chupó del helado y le miró un momento.

-Dos años –dijo-. Y en estos dos años…

-No comiences de nuevo, cariño –pidió él, pero ella le ignoró.

-…En estos dos años, no he hecho más que entrenarme –se quejó-. ¿Cuándo podré marcar la diferencia? ¿Cuándo podré proteger el mundo? Quiero ayudar.

-Aún debes esperar, Soiartze.

-¡Estoy harta de esperar! –protestó, levantándose del banco y mirando a su padre adoptivo-. ¡Ayer mataron a una mujer en un callejón de Bronx, un hombre asesinó a su familia y los cadáveres de dos niños fueron encontrados en el río! Me dices que espere, ¡pero los criminales no lo hacen! ¿De verdad te parece que pueda esperar?

El hombre miró al suelo, suspirando. Soiartze apretó el labio inferior con los dientes, furiosa de que se padre no hiciese nada.

-Quiero ayudar… -susurró.

-Debes esperar –repitió él-. Sabrás cuándo es el momento.

Ella se juntó de brazos y le dio la espalda. Enfadada, comenzó a caminar, alejándose de él.

-¿Adónde vas? –preguntó su padre, sin moverse de su sitio. Soiartze se detuvo.

-Voy a dar una vuelta –le contestó-. Volveré a casa andando.

-Ten cuidado.

Soiartze continuó caminando, sin hacerle caso.”


“Tras varias horas caminando, Soiartze volvía hacia casa. Se encontraba en Bronx, aquel barrio que al entrar en él dejaba un rastro de tristeza y pobreza en la lengua. Su cabeza sólo pensaba en una cosa: que su padre era un estúpido. Dos años aprendiendo a luchar, a controlar su poder, memorizando las calles de Nueva York… Dos años, y aún debía esperar según él. No, no podía esperar.

Golpeó con el pie una lata de Coca-cola y maldijo entre dientes, enfadada. Era un mundo injusto, y la paciencia en él no servía de nada, excepto para que se cometieran más injusticias.

-¡No! ¡Por favor!

Soiartze levantó la vista del suelo. Un grito de una mujer, proveniente de un callejón cercano. Corrió hacia allí sin pensárselo dos veces. ¡Por fin acción! Demostraría que no debería esperar más, que podía ser útil.

Entró de golpe en el callejón sin salida, donde al fondo había una mujer pegada a la pared, asustada, y cuatro jóvenes a su alrededor. Uno de ellos llevaba un cuchillo, apuntándole a la mujer. Perfecto, sólo uno de ellos estaba armado. Estaba chupado.

-Por favor, no… -suplicó la mujer.

-Eh, eh, sólo queremos divertirnos un rato –dijo el chico del cuchillo-. Seguro que disfrutas y todo, zorra.

-¡Dejadla en paz! –gritó Soiartze de golpe.

Los cuatro se giraron hacia ella y la observaron un momento. Uno de ellos sonrió, mientras que otro susurraba algo al del cuchillo.

-¡Vaya, una jovencita! –señaló el que sonreía-. Ven, guapa, diviértete con nosotros.

Soiartze dio unos pasos hacia delante, con una sensación de miedo y éxtasis al mismo tiempo. Se colocó frente al que sonreía y le miró a la cara, algo más alto que ella.

-Ven aquí, guapa –ordenó, agarrándola de la cintura y tocándole el culo-. Ven a divertirte.

Soiartze alzó su pierna rápidamente, golpeando su entrepierna. El hombre puso cara de dolor y se tiró al suelo, ahogando un grito. Los otros tres la miraron sorprendidos, y el del cuchillo avanzó hasta ella.

-¡Puta!

Soiartze le golpeó en el estómago, girándolo en el aire y tirándolo al suelo. Le dejó allí y miró a los otros dos, preparada para darles su paliza, mientras la mujer aprovechaba y huía.

-¿Alguien más? –preguntó Soiartze, emocionada.

Entonces sintió un gran dolor en la pierna derecha. Se tiró al suelo del dolor y se agarró la pierna, dolorida, comprobando que sangraba. El joven al que había tirado al suelo aún estaba consciente, y le había clavado el cuchillo. Un dolor realmente insoportable. No le habían preparado para aquello.

El joven se levantó y los otros dos se reunieron con él, encima de ella. Les observó con los ojos llenos de lágrimas, aún sangrando y débil.

-¿Qué hacemos? –preguntó uno de ellos-. ¿Nos la tiramos?

-Es una puta que ha hecho daño a Fred –señaló el del cuchillo-. No se merece nuestro placer, al menos viva. Saca la pistola.

Uno de ellos sacó una pistola de su cintura, y apuntó a la cabeza de la chica. Soiartze le miró, asustada, y respiró con fuerza.

-Di adiós, zorra.

Y disparó.”


Soiartze se apartó del hombre al fin, tirándose al suelo. Éste se quedó mirándola, mientras ella intentaba recuperar el aliento. El día de su “muerte”. Lo había olvidado por completo. Y lo prefería así, antes de estar oyendo aquel disparo una y otra vez en su cabeza.

“Así que te mataron”.

Soiartze se dio unos segundos para contestar, oyendo el eco de aquel disparo en su cabeza una y otra vez.

-Fue un milagro –dijo, tumbada en el suelo-. Después de despertarme, me convertí en una auténtica creyente. No hay otra explicación. Dios quería que viviese.

“Así que crees en Dios. Qué ironía”.

Soiartze levantó un poco la vista, confusa ante lo que había dicho.

“Algún día lo entenderás”.

-Desperté dos semanas más tarde, con una bala en mi cabeza, en un hospital –explicó-. Estaba en coma. Me iban a desconectar, pensando que nunca despertaría. ¿Acaso no es obra divina que siguiese viva?

“No te lo negaré”.

Soiartze se levantó lentamente y miró al desconocido a los ojos, aquellos ojos aparentemente muertos.

-Puede que tengas razón –señaló-. Puede que deba volver a ser Eterna Oscura.

El desconocido afirmó con la cabeza, y ella le agarró de la mano.

-Pero hay algo que necesito recordar. Algo de vital importancia para mí.

“Estás agotada. Deberías descansar”.

-No –dijo con fuerza-. Necesito recordarlo. Ahora.

El hombre se quedó un segundo mirándola a sus ojos decididos y afirmó. Colocó su mano izquierda sobre la cabeza de la chica y cerró los ojos.

“¿Qué quieres recordar?”

-Mi decimoctavo cumpleaños –contestó-. El último día que vi a mi padre.

Y apretando con fuerza la mano, Soiartze notó una descarga en su cabeza, volviendo a ver en sus ojos en blanco aquel fatídico día para ella.[center]- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -[/center]

Debería haberlo puesto ayer, ya siento el retraso. Últimamente he estado muy liado y tal y por eso ayer no lo pude colgar. Pronto haré el repaso del anterior episodio con vuestras críticas, ya lo siento xD

Nada, espero que os siga gustando.
Última edición por Soul Artist el Sab Abr 18, 2009 8:12 pm, editado 1 vez en total
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Notapor Arte » Sab Abr 18, 2009 8:10 pm

Vaya, este capítulo me ha gustado mucho xDD

Lo del callejón y la mujer en apuros ya lo convierte oficialmente en un relato de superhéroes xDD

Sólo me ha llamado la atención esto:


Soiartze dio unos pasos hacia delante, con una sensación de miedo y éxtasis al mismo tiempo. Se colocó frente al que sonreía y le miró a la cara, algo más alto que él.


Supongo que querrías poner que era más alto que ella.

Bueno, espero con ganas el siguiente capi =)

Nos vemos!
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Notapor babasss » Dom Abr 19, 2009 12:11 am

asdfasdf me gusta, no hay nada que corregir o comentar
espero el próximo ^^
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Notapor Sophonax » Dom Abr 19, 2009 1:03 am

Dios , está espectacular :bravo: , aunque pobre Soiartze, con lo emocionada que estaba luchando... que cruel eres Narra xD Es bromaaaaa hay que hacer sufrir a nuestros personajes xD
[center] Una obra de arte de Risoka
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Gracias Kiba
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Notapor Zee » Dom Abr 19, 2009 2:21 am

Espero que esos tipos no le hayan hecho nada a Soiartze mientras estaba en coma xD Con eso de que querían "diversión" OOO:

Excelente capítulo! Y no pienso hacerte revisión... Ya sabes lo que paso la última vez xP
Bueno, esperaré el siguiente episodio.
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Notapor Soul Artist » Vie Abr 24, 2009 6:28 pm

“-No… ¡Padre!

-¡Soiartze, debes…!

-¡¡No!!”


Blanco. Todo era, es o será blanco. ¿El pasado, el futuro? ¿Allí, o tal vez aquí? ¿Adónde voy, de dónde vengo? Y, sobre todo… ¿Quién soy?

Delante de mí, una figura. Una mujer. Parece muerta. No estará encima de mí, no estaba a mis pies. Está y no está, al mismo tiempo.

Y entonces, abrió los ojos. Me tiraré del susto a la nada, el supuesto suelo no sólido, y veo cómo me dirige la vista. Trago saliva, me acercaré a ella y la miré también.

-No deberías estar aquí –dice ella. Negaré con la cabeza.

-¿Qué sitio es éste?

-Estás en todas partes, y en ninguna a la vez –me contestará-. Al mismo tiempo que el resto de los tiempos, y a la vez, que pasaron hace mucho y pasarán.

-Sólo las más fuertes entramos aquí –dijo otra voz a mi espalda-. No te aceptamos.

-¿Quiénes sois? –pregunto, dándome la vuelta. No había nadie, no habrá nadie. Todo es tan confuso que oigo voces.

-Somos espectros del pasado, ¿o tal vez lo seas tú? –otra voz, encima mío. Miraré hacia arriba, para comprobar que no hay nadie-. No lo sabremos, ni tú tampoco. Has llegado aquí por algo.

-Lo he olvidado.

-O lo olvidarás –una nueva voz desconocida, esta vez de mi propia boca-. No puedes saberlo.

-Aquí se funden los tiempos –la mujer tumbada en la nada me mirará-. Todo aquí es confuso. No puedes saber cuándo sucede.

-Tal vez digamos esto hace billones de años. Quizá lo diga al mismo tiempo. Quizá, dentro de veinte años. O quizá nunca lo diga.

-Las probabilidades no siempre se cumplen –contestó la voz de mi interior.

-¿Y por qué estoy aquí?

Una mujer me agarró por la cabeza y me besa. Es frío. Muy frío.

-Para verlo –dijo, apartando sus labios de mí.

Y entonces sucede. Mis ojos rápidamente contemplan todo. Los segundos pasan, desde antes de que existiera el propio tiempo, hasta que no quede nada de nuestro Universo, ni tan siquiera el propio vacío. Y en especial, veo la vida de una chica.

Se cae por las escaleras con apenas cuatro años. Sus abuelos mueren de cáncer. Es violada en la calle mientras se encuentra en coma. Se hace justiciera. Adopta un niño.

Se convierte en fiscal. Vuelve a ser justiciera. Conoce a más niños. Se enfrenta a un enorme tío en un parque, que mueve la tierra intentando ahogarla. Un demonio le ataca. Una explosión acaba con su casa.

Y entonces, el camino se desdobla. Por un lado, se le ve muchos años más tarde, siendo visitada por sus nietos. Sonríe, es feliz. Recuerda aquellos días como justiciera, y ve con orgullo cómo su propio hijo se convirtió en superhéroe.

Pero por otro lado, un plan se cumple. El mundo está lleno de demonios, que una mujer ha logrado traer. La chica se encuentra delante de un gran monstruo, el llamado Satán. Está rodeado de llamas oscuras y planea matarla, pero ella tiene un plan. Un plan.

Y por último, una ciudad destruida. Ha logrado salvar el mundo del fin del mundo, pero Madrid está en llamas. Apenas hay supervivientes, la mayoría han huido. Un dragón la domina, el que ha provocado la situación actual. Nadie hace nada. El dragón, de color oscuro, abre sus alas y echa a volar al aire. Y en la calle, miles de cadáveres, mientras el monstruo se dirige a la ciudad más próxima.

Grito. Nadie me hace caso, mi gran grito se pierde en la nada. Nadie me escuchará. Da igual lo que haga. Quiero despertar de una vez, dejar de estar donde estoy. Por fin me he dado cuenta de quién soy, llevo muchos años durmiendo. Pero no logro despertar. Y ahora sé que la clave está en ella. Para levantarme y volver a caminar, ella me debe encontrar.

Soiartze Aran. Eterna Oscura. Da igual su nombre. Ella me despertará.

Y ahora mismo, o tal vez en el futuro, grita por la pérdida en su decimoctavo cumpleaños.


Soiartze cayó al suelo, cansada. El hombre dio un paso hacia atrás, sudando, y se agarró las ropas del pecho. La chica parecía inconsciente, al haber esforzado su alma tanto para recordar algo de hacia tanto tiempo, sin éxito. No lo había logrado recordar. Había visto otra cosa, completamente distinta.

“Diosas.”

El hombre se llevó una mano a la cabeza, histérico. Las leyendas hablaban de un lugar en común para las Diosas más poderosas, un sitio donde poder dormir hasta que llegara su despertar. Y él lo había visto. Llevaba años investigando las Diosas, intentando contactar con la gente que tuviera alguna relación con una sola. Y allí tenía una chica, una mujer, con una conexión muy fuerte.

“Despierta, justiciera”, dijo, aún nervioso. Soiartze abrió los ojos y se enderezó un poco.

-¿Qué ha pasado? –le preguntó, con un ojo cerrado. El hombre negó con la cabeza.

“No se puede acceder a esa zona de la memoria, y te has desmayado. Lo siento, pero no puedo hacer nada.”

-¿No he logrado recordar nada? –preguntó, mientras se levantaba-. ¿Nada?

“No siempre se gana.”

-No es posible –dijo-. Tiene que haber algo. Mierda, tiene que haber algo.

El hombre apretó su puño y observó sus ojos, llenos de enfado.

“Yo he hecho lo posible. Ahora, salva el mundo.”

-Quiero esos recuerdos –exigió. El hombre negó con la cabeza.

“No te los puedo dar. Están sellados.”

-¡Dame esos recuerdos o no haré nada! –ordenó, furiosa-. ¡Los quiero!

“Idiota. El mundo se vendrá abajo si no haces nada.”

Soiartze escupió a sus botas, y le miró con ira.

-Paso –contestó.

Con esto, Soiartze comenzó a caminar, alejándose del hombre. Se quedó allí, quieto, dejando que se fuera. Al poco, la chica se detuvo, y apretó su puño con fuerza.

-Me lo pensaré –dijo, sin girarse lo más mínimo. El hombre asintió con la cabeza.

“Perfecto. Entonces, sobrevive.”

-¿Que sobreviva? –preguntó la mujer, girándose hacia él-. ¿Cómo que sobreviva?

“Unos amigos tuyos van a querer darte su mejor regalo, chica; una bandeja de plata, muy bien tallada y de lujo, con tu cabeza en ella.”

-¡Esto es injusto! –se quejó, pisando el suelo con fuerza-. ¿Por qué siempre yo?

El hombre se juntó de hombros, y levantó su brazo izquierdo. Las sombras llenaron el pasillo y dio un paso hacia ellas, haciendo desaparecer su cuerpo.

“Contactaré contigo cuando lo crea conveniente. No me busques, no me encontrarás.”

-¿No tienes un nombre o algo? –preguntó Soiartze, algo enfadada.

“El tiempo sólo ha dejado una sombra de mi pasado, por lo que olvidé mi nombre. Llámame como te plazca.”

-Está bien, “sombra del pasado” –se burló la chica, cruzándose de brazos-. Vale, ese nombre es demasiado largo. ¿Qué tal “sombra”? Suena a cliché, pero es que no dejas de moverte por ellas.

“Si así me quieres llamar, lo aceptaré. Seré tu “Sombra”. Adiós.”

El hombre partió hacia su nueva dirección. Una Diosa. Aquella chica no sólo podía salvar el futuro, sino que además podía ayudarle a encontrar a la que buscaba desde hacia demasiado tiempo. “Raiquel”.

Con el puño apretado, desapareció entre sus propias sombras, partiendo hacia un nuevo lugar.[center]- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -[/center]

¡Este capítulo es realmente confuso! Siento el caos mental que es la “zona cero”, pero es que así debía ser. Si habéis logrado leerlo con éxito, quejaos ahora, que por suerte, no aparece más en principio. Por lo demás, comentar que ya se ha acabado el capítulo.

Sí, Zero. Tuve que omitirlo, pero a Soiartze le hicieron "esa cosa" mientras estaba en coma.

Y lo repito, siento el cacao mental. Es horrible, yo también lo he leído de repaso y al principio no se entiende nada, pero debe ser así.
Última edición por Soul Artist el Vie Abr 24, 2009 11:08 pm, editado 1 vez en total
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Notapor Zee » Vie Abr 24, 2009 10:52 pm

Primero! xD
Es lo mejor, como siempre.

Nada más me arriesgo a corregir esto, porque es error de dedo xD
No se pude acceder a...

Es "puede", ¿no?

Bueno, esperaré el próximo.
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Notapor babasss » Sab Abr 25, 2009 12:12 am

pues sí q consesguiste dar una sensación de confusión maaaazo confusa XD
venga, nada q corregir, todo correcto ,bien narrado... nos vemos en el próximo ^^
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Notapor Kousen » Sab Abr 25, 2009 12:17 am

Impresionante :shock:
Tienes un gran talento para la narración, se nota que te gusta contar y escribir historias.
Sigue escribiendo, que espero impaciente!!

Salu2!! :D
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Notapor Sophonax » Sab Abr 25, 2009 6:43 pm

Caos, caos y más caos... ¡lo adoro! :dragon: me ha gustado que lo hayas narrado de manera diferente a como lo haces normalmente. Es como los sueños, para describirlos tienes que usar otros recursos literarios para que se deje claro que estás en un mundo onírico.
[center] Una obra de arte de Risoka
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Notapor Pax » Sab Abr 25, 2009 10:41 pm

¡Qué genial!
Como acabo de terminar de leérmelo entero, aprovecho para hacer ahora las críticas que no he podido hacer antes xD (lo siento, sólo diré las cosas que me parecen más importantes...)

Lo primero es que, en la parte del niño, creo que te ha quedado demasiado infantil para ser un crío de diez años...ten en cuenta que a esa edad es cuando uno empieza realmente a "crecer", y a querer comportarse como un adulto, aunque no lo sea. Es algo difícil, porque hay que mezclar la inmadurez y la inocencia de un niño con ese puntito de "yo ya soy mayor", y más difícil es describir eso en una situación complicada; pero yo creo que tú lo lograrás con un poco de práctica ;)

Otra cosa que no me convence es la parte en la que a Soiartze la comunican que sus padres han muerto. Te ha quedado como muy trillado, como si no te hubieses metido bien en el personaje a la hora de escribirlo. Es lo que pasa con los momentos drámaticos, que son difíciles y para hacerlos bien hay que intentar "sentirlo"...ser escritor, al fin y al cabo, también es ser un poquito actor ^^

Algo que sí me gusta mucho de cómo escribes es que describes todo: pequeños momentos, gestos, tonos de voz...son cosas muy importantes, hacen que te metas más en la historia, que todo parezca más real.

En fin, que espero el próximo capítulo, hasta ahora me ha encantado ^^
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Notapor Soul Artist » Vie May 01, 2009 2:45 pm

[center]Capítulo 2[/center]
[center]Policía villano[/center]



2007, 19 de Septiembre. Madrid.

Cristián se bajó la manga del brazo derecho y miró su reloj. Dos minutos tarde, llegaba dos minutos tarde. Y era bien sabido que empezar así nunca era bueno. O no, en las películas románticas por cualquier motivo alguien llegaba tarde, y acababan juntos. Y casándose, y con muchos hijos. Y los hijos significaban…

Sacudió la cabeza, quitándose esa idea de la mente. No, no, no. Siempre pensando en ligar, no podía evitarlo. Por eso en la comisaría le habían cambiado el apellido: “Casanova”. Qué originales. Curiosamente, a las mujeres, en vez de repelerlas, las atraía. Así que tampoco se podía quejar mucho, le hacía el trabajo más fácil.

Entró en el restaurante y se quedó quieto delante del libro de visitas, en la entrada. Se trataba de un pequeño recinto bastante modesto, con fotos de clientes habituales con los dueños dividas una por mesa. La suya estaba a la izquierda, en una mesa cercana. Solía ir bastante a comer y cenar por allí, e invitaba muchas mujeres. El dueño era además amigo suyo desde hacía tiempo, un viejo compañero de… Trabajo. Días felices ya dejados atrás.

-Hola, Cristián –saludó un chico.

Cristián observó cómo el muchacho, de unos veinte años aproximadamente, venía de una mesa a lo lejos para atenderle. Cristián saludó con la mano y una sonrisa, y éste le devolvió el gesto.

-¿Qué tal el trabajo? –Preguntó Cris-. ¿Ayudando a tu padre?

-Ya soy parte del restaurante, tío –contestó él-. Por fin mi padre me ha aceptado y tengo un contrato de permanencia.

-Enhorabuena, chico –le felicitó con una sonrisa-. ¿Y qué tal tu madre?

El chico se hizo el esquivo, mirando a otro lado.

-En el hospital de nuevo –dijo en un tono de voz bajo.

-Oh. Lo siento de veras.

-No pasa nada, se pondrá bien –el chico señaló con la cabeza a la mesa donde se sentaba habitualmente, en la cual había una mujer de pelo oscuro-. ¿Quién es? Dice que quedasteis aquí.

-Cosas del trabajo.

El muchacho sonrió de forma pervertida.

-Trabajo, claro –le guiñó un ojo-. Ahora empiezas a “trabajar” más temprano, ¿eh?

Cristián rió y le dio una palmada en la espalda.

-Trae la carta –le pidió-. Y va en serio, esto es cosa del trabajo.

Cris se acercó hasta la mesa y observó a la mujer. Tal y como le habían descrito: pelo negro y alta. No había duda, era Soiartze Aran. Al notar su presencia, giró su cabeza y vio sus ojos negros. Aquel color daba miedo, y eran algo pequeños. En general, la chica presentaba los rasgos contrarios a los suyos; pelo blanco, media estatura y ojos grises blanquecinos. Siempre le gustaba vestir de blanco, y en aquella ocasión no iba a ser menos: blanco puro. Sonrió.

-Buenas tardes, señorita –se presentó-. Soy Cristián Casanova, encantado de conocerla en persona. Ayer hablamos por teléfono para quedar aquí, ¿verdad?

-Tres minutos tarde –señaló ella, señalando su reloj-. Tengo que preparar un caso, señor Miralles, así que sea conciso.

Cristián le observó incrédulo, y se sentó en su sitio lentamente.

-Menuda sorpresa –comentó, sin saber qué decir-. Hace años que nadie me llama por mi apellido real.

-He hecho mis deberes –explicó ella. Cristián rió.

-¡No lo dudo! Me ha caído bien, señorita. Y además es guapa.

-Vuelve a decir eso y lo próximo que verás será un hospital.

-Aparte de dura –Cristián se puso más serio-. He oído que no tiene mucho aprecio hacia el sexo masculino.

Soiartze le dirigió una mirada asesina, cruzada de brazos.

-Has oído bien –concluyó-. ¿Puedes ir al grano?

-Sólo quería entablar amistad, señorita –Soiartze hizo un ademán de levantarse-. ¡Eh! –La mujer le observó- Le ruego que me perdone. Iré al grano.

Soiartze volvió a sentarse y resopló. Cristián sacó su teléfono móvil, que llevaba consigo desde hacía cuatro años, y se dedicó a buscar algo en la sección multimedia. El chico no tardó en traerles la carta a los dos, la cual la mujer ni le dedicó un vistazo. Finalmente, Cristián encontró la imagen que quería en su teléfono y le pasó el aparato a Soiartze, a la cual le brillaron los ojos al verla.

-Hace poco, en unas excavaciones en Egipto, encontraron esto –comentó Cristián-. Aún investigamos sobre qué puede ser, pero tuve la certeza de que usted lo sabría.

-¿Y eso por qué? –Preguntó ella, observando la imagen- No tengo ni idea de qué se puede tratar. ¿Qué es, una cueva?

-Una tumba –explicó-. Una tumba bajo tierra con cierto peso histórico, ya que allí descansaban unos seres superiores, capaces de controlar los elementos. Fuego, agua, tierra… Los llamaron los “Eternos”.

Soiartze levantó la vista de golpe, y Cristián sonrió. Estaba en lo cierto.

-Ahora le interesa, ¿verdad?

Soiartze hizo una mueca y le tiró el teléfono. Cristián lo esquivó y el objeto continuó su trayectoria hasta llegar al suelo, donde se rompió.

-¡Eh!

Dirigió un vistazo a la mujer, que se había levantado y se dirigía a la salida. Saltó de su silla y fue tras ella, a la entrada.

-¡No te vayas, por favor! –le suplicó, agarrándole de la muñeca-. ¡Tenemos que hablar de ello! Sé quién eres, pero probablemente tú no sepas…

-¡¡Suéltame!!

Soiartze le pegó un puñetazo en la mejilla, tirándolo al suelo. La poca gente del restaurante observó la escena, y ésta se fue, sonrojada. Cristián maldijo entre dientes y salió a la calle tras ella.

-Tampoco hacía falta pegarme –se quejó, tras ella.

-¡Déjame en paz! Tú y el tío de ayer, me vais a volver loca…

-No, espera…

-¡Vete! –Ordenó- ¡Y ni se te ocurra seguirme!

-No puedo irme –explicó-. Ellos te buscan. Necesitas ayuda.

-¿Quiénes me busca? –preguntó, histérica-. ¿Quién coño va a querer encontrarme?

-Ellos –repitió Cristián-. Los Eternos.
[center]- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -[/center]

Pax, ya te lo dije por MP, pero muchísimas gracias por tu crítica ^^ En pocas palabras, he de mejorar en los momentos de drama, porque no logro ser buen "actor". Lo entrenaré más ^^

Bueno, espero que os siga gustando... ^^
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