[Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Trama de Exuy, Hikaru y Fátima + Kousen & Hiro

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Vie Feb 07, 2014 6:39 am

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Cuando tomé la lumbrera para subir las escaleras pensé que el dejar las velas prendidas en esa posición sería evidencia clara para los enemigos. Con ingenio me percaté que podía apagar todas las velas de una tirada con hielo, como la hacía en mis entrenamientos de Tierra de partida, al estar todas ubicadas en una fila.
Al agacharme para tirar el misil mis ojos se desconcentraron con un párrafo grabado a los pies del primer dibujo. Retirando mis acciones acerqué la vela encendida para poder leer claramente lo que decía.

Uno, Hace mucho… mucho tiempo, China era el… ¡Ops! Han borrado la… —Detuve la lectura al ver que unas de las palabras habían sido rasgadas. Desconocía la razón y no le tomé mucha importancia al principio. Así que seguí leyendo esperando encontrar la palabra en el contexto del párrafo entero.
>> Óspero, ¿Ospero? Cospero… os-pos… ¡próspero! ¿Próspero? China era el m… ¿mas próspero de todos?... —Deduje.

>>Sus avances médicos, su economía sin igual, la hacía única.
La diferencia entre hunos y chinos era casi inexistente, todos gobernados por una persona… ¡Un momento, ¿Hunos y chinos?¡ C-cómo es que… A ver… Sólo los hunos, violentos señores de la guerra, rechazaban el mandato del Emperador… ¡Aaah! Comprendo.


El inicio de la historia contaba claramente la relación de ambos bandos. Fue ahí cuando recordé la conversación con Rebecca y su anunciado a esta “pandilla” que serían los claros atacantes del lugar. “Salve el Emperador, salve China” Decía la última frase del primer dibujo donde mostraba una especie de lugar llena de casas y lo que parecían ser grandes torres divididas por un ambiente opuesto el uno con la otra. Y lo que más llamo mi atención fue una extraña luna con forma de corazón.

Sacando mi atención sobre la onírica figura seguí el recorrido hacia la segunda imagen. Inmediatamente retrocedí asustado por el extraño y tenebroso retrato que se plasmaba en el muro, que parecía ser un sujeto engullido por la oscuridad misma. De pronto detuve la mirada en los ojos que salían de la masa negra, que muy bien insinuaban ser los ojos de un Sincorazón, similar a la de las “sombras” que había enfrentado en nunca Jamás.

Al igual que el dibujo anterior a sus pies asomaba la continuación de la historia. Pero antes de acercarme recordé mi misión que llevaba encima, la de buscar supervivientes. Me quedé mirando las escaleras visualizando a la maestra correr camino arriba y me preguntaba si ella podía entender lo importante que era para mí ese momento de investigar más a fondo el mural.

Me mantuve un poco asustado porque sabía que estar en esa habitación era un peligro y que en cualquier momento podía llegar el enemigo. Sabía también que estar pensando en la situación me haría perder más el tiempo por lo que tenía que tomar una decisión rápida.

Lo siento, Rebecca. Partiré lo antes posible.


Engullido en la curiosidad me acerqué nuevamente para plantarme en la lectura de la segunda ilustración. Y seguí leyendo.

Pero el mal llegó a China, convocado por los corazones oscuros de los hunos… me lo temía —Insinuando a los Sincorazónes — El Señor ¿Oscuro? llegó y reclamó como suya estas tierras, amenazando con la matanza de miles de inocentes. No escucharon… Santo cielos… no querrás decir que…

Hice una lectura rápida hacia abajo hasta quedar helado con la decisión del sospechoso “Señor oscuro”.

>> Las manos… ya estaban manchadas… Él era el mal, él era la ciencia… maldición ¿Quien será este tipo?

Dejando las palabras me fui a la tercera ilustración. La más grande de todas, la que convocaba el final de la historia porque a sus pies el número que indicaba era el 5. Deduje, pues las otras dos llevaban consigo el número tres y cuatro. No seguí la lectura de las otras dos por tiempo y por llamar más mi atención el grabado central del muro. Claro, sin olvidar el cadáver que yacía apegado a la pared.

Asombrado me di cuenta que en la pintura, arriba de una multitud, se asomaba lo que parecía ser un portador de la llave espada. Me acerqué lo más que pude para notar su rostro, pero no fue suficiente por la nitidez de la pintura. Al parecer había sufrido imperfecciones por la “keyblade” que sostenía y que insinuaba haber sido dibujada muchas veces por su previo inusual borrado ajeno. Todo parecía ser un misterio y no había mejor manera que descifrar su significado en la historia anterior.

Leyendo los otros dos párrafos rescaté algunas frases para escribirlas en mi libro, no me tomó demasiado tiempo ya que no miré la interpretación gráfica que las acompañaba con pausa necesaria. Más bien, las observé haciendo una memorización visual como solía hacer con los retratos de mis libros.

En el de la cueva y el corazón escribí:
“El señor oscuro engañó a los Hunos para adquirir su tesoro”. Creo que es el corazón de la cueva, o tal vez lo que sostenía en el fresco (Estaba borrado el objeto de sus manos).
“Pretendía llevárselo lejos, hasta un reino oscuridad ?”


En el del héroe Rojo y sus dos dragones:
“Con su la (?) fuerza milenaria de los dioses de king kong?(puede ser el nombre de un dragón) hIzo frente al Señor Oscuro.”
La primera vez que miré este mural me quedé mirando solo los dragones, pero había un tipo de rojo también. Tal vez el portador de la imagen central (La 5). XIANG! Se llama así, el héroe.


Y porfín pude llegar al último escrito para ser leído:
Y así, la amenaza terminó. El héroe de todos habló con su maestra… interesante, un aprendiz.
Y una nueva Emperatriz comenzó a gobernar en la gran China. Un momento, ¿Emperatriz?
—La duda quedó clavada en mi mente pero no fue obstáculo para seguir leyendo.
>> El tesoro del reino volvió a quedar oculto, fuera del alcance de la ciencia oscura.

Tal vez esté en la cueva —pensé.

Los días de esplendor y gloria del Emperador dieron paso a los días de Kamra, la… ¿Emperatriz? —Dije completando la última frase — ¿Quién sería ella? Rebe… no imposible…

Emergieron en ese instante miles de preguntas las cuales no quise contestar por temor a suponer cosas que no eran. En ese cuarto, arrasado por la muerte, no me dejaría saciar la sed de cuestiones que tenía en ese momento. Y por más que observara los cadáveres no los reviviría para ser acudido en respuestas.

Por lo que con las últimas esperanzas revisé la imagen de Xiang quien valientemente erguía su arma, una especial. Apuntando lo que sería un naciente sol…


¿Que es esto? Me pregunté mirando confuso lo que intentaba ser una cerradura. Con la duda encima pasé mi mano sobre una mancha roja y al tocar pude deducir la clase de viscosidad ya palpada antes, Sangre fresca, y lo más probable era que pertenecía al hombre apoyado en la orilla de la ilustración central. Tomé distancia para percatarme que la sangre estaba repartida en la zona de los dibujos y que solo aquel esbozo de la cerradura era un trazado hecho con alguna intención.

Qué extraño… ¿por qué una cerradura? Acaso…

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A primera vista deduje dos cosas. La primera era que tal vez había sido dibujado por el monje en señal de alguna pista. Quizás insinuando que tras de esa pared estaba lo que china había guardado de las manos del Señor oscuro, como decía el relato. La otra era que el dibujo había sido trazado insinuando que los atacantes podían tener relación con los cerrojos. Pero esta última no me convencía… definitivamente parecía ser un mensaje en la agonía del monje antes de morir. Pero ¿Porqué una cerradura?

Pasé la mano sobre la pintura intentando buscar si tras la mancha de sangre había una cerradura de verdad. A pesar del intento lo que insinuaba el esbozo parecía ser metafórica.

¿Quizás una…?


Me di vuelta para echar un ojo al mueble donde había sacado las velas esperando visualizar alguna llave. Quien sabía que tal vez había un cerrojo por ser desbloqueado en una próxima oportunidad.

Un momento… ¿una llave? ¿En el sol?


Como si fuese un rompecabezas me quedé clavado mirando el arma de Xiang en la pintura. Y paradójicamente, y sin haber dado mucho énfasis antes a estas armas, concluí en lo que sería la Llave-espada. En ese instante pasó por mi cabeza extender mi mano e invocar mi arma, como el héroe, y abrir el cerrojo dibujado. Pero era un poco estúpido hacer tal cosa por comprender que aquel dibujo no era una entrada real. Además ¿Por qué en el sol?.

Tal vez el … no que extraño —Pensé.

Parado frente a la imagen y con las dudas en lista de espera, decidí aplicar la idea loca que tenía en mente. Si bien era un mensaje, un código, una señal de pista, que necesitaba una reacción y una pronta interpretación.

Xiang, un portador de la llave espada. Yo, con su misma clase de arma.

Dejando la vela que sostenía en el suelo hice aparecer la protagonista de esa sala y con ambos brazos la acerqué a la mancha de sangre, esperando inocentemente a que abriera el cerrojo.

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Siento extenderme Narra, pero le colocaste la tentación a Exuy xD
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Dom Feb 09, 2014 7:30 pm

Era… Un poco guapo, la verdad

Fátima arqueó las cejas al ver que el rostro de Mulan enrojecía. Vaya, vaya. Bueno, viendo la cantidad de soldados no especialmente guapos que abundaban por el campamento, suponía que encontrar a alguien atractivo —aparte del capitán— tenía que ser toda una novedad… Aunque, sinceramente, le preocupó un poquito que pudiera ponerse roja pensando en el hombre que casi con seguridad había descubierto que Ping era, en realidad, una mujer.

P-pero no sé decirte más

Ya, ya. Estaba demasiado oscuro para echarle un buen vistazo, ¿no? —soltó con malicia.

Podemos ir ahora a su casa, si quieres; aunque preferiría no acercarme allí si sabe mi secreto.

Fátima asintió, comprensiva. La verdad era que no tenía sentido arriesgarse a llamar la atención del tal Maestro sobre Mulan a menos que fuera estrictamente necesario. Sin embargo…

Debe guardar mucho rencor a los hunos si os ayuda con tanto ahínco —masculló Fátima para sus adentros—. Pero, ¿espías? ¿Quién está dispuesto a meterse de espía en un ejército enemigo?

Repasó los datos que le había proporcionado Mulan: que tuviera espías entre los hunos debía significar que el Maestro era alguien importante o con mucho dinero, pero no se trataba de un militar o formaría directamente parte del ejército. Y, sin embargo, parecía tener una formación militar si hasta hombres como el general reconocían su valía. Al pensarlo bien, aquello le resultó extraño, pues por lo que sabía para la última guerra se había reclutado a un hombre de cada familia de China. O, al menos, de los pueblos y aldeas más destacables. Mulan había dicho que era un viajero pero, ¿de dónde? Y, además, ¿de qué demonios era Maestro? Ponerse un título tan resaltable podía servir para ganarse el respeto de los soldados pero resultaba un poco arrogante para alguien que, por lo que parecía, había salido de la nada para ayudar al ejército.

En principio había demasiados cabos sueltos, pero ningún motivo para sospechar de él, como había dicho Mulan. Y, aun así...

No sé, hay algo que no encaja —miró a Mulan con frustración por no poder explicarse—. Quiero decir, me parece muy bien que tengáis aliados que os ayuden a ganar la guerra pero… ¿Por qué iba a espiarte nadie? Eso no es precisamente lo que hace un amigo, ¿no crees?

Se quedó un momento pensando qué hacer. En realidad no había ningún motivo por el que tuviera que arrastrar a Mulan hasta la casa de ese Maestro, pero le escamaba muchísimo todo ese asunto. Quizás su amiga tuviera razón cuando dijera que no quería acercarse por si él sabía su verdadero género…

Y, sin embargo, no podía quedarse quieta. Además, ella ni debería estar ahí esa noche. Ni siquiera estaba segura de por qué Ronin les había traído hasta aquel lugar, ni cuándo les ordenaría marcharse. Pero una cosa estaba clara y era que los Caballeros no intervenían en los asuntos de otros mundos… Fuera lo que fuera que tenían que hacer en China, seguramente no estaba relacionado con la guerra entre chinos y hunos.

Es más, debería estar con los Maestros en vez de con Mulan…

Sacudió la cabeza. Sí, probablemente se tendría que ir pronto pero, ya que había ido hasta allí, quería averiguar qué hacía ese tipo husmeando en las cosas de su amiga.

Ping, sé que no quieres ir pero… Me gustaría verle, aunque fuera de lejos —dijo con toda la suavidad que fue capaz—. No hace falta ni que te acerques, sólo me señalas dónde es y te quedas atrás. Me basta con echar un vistazo.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor James Bond » Dom Feb 09, 2014 9:23 pm

Se la iba hacer pagar a Ronin, y con intereses. Observé como Hao contó el dinero que le di. Obviamente no se fiaba tras la jugarreta del Maestro, y sinceramente, hacía bien. Por lo menos, la comida había estado deliciosa, el aspecto del restaurante engañaba mucho. Tras contarlo, el dueño nos dijo el típico “Volved pronto”, aunque por suerte o desgracia, no sabía si volvería.

Cuando nos disponíamos a salir, las risas de un hombre resonaron en el edificio.

¡Ese tipo os la ha dado con queso! ¡Pobres! La verdad es que yo me habría largado nada más entrar aquí, tiene una pinta de pirata que no se sostiene. ¿Es que os fiarías de un pirata! ¡Ja!

No supe que responderle. No podía revelar la identidad del Maestro, y en cierto modo, tenía sentido lo que decía. Sin embargo, tampoco iba a darle la razón. Entonces el hombre se me acercó y me examinó más detenidamente. Y yo a su vez, pude verle mejor. Aquellos ojos rasgados no lo estaban tanto como los de Hao. No había duda, tenía que ser un japonés, como mis padres, mi hermana... y yo mismo. Pero sus ropas eran extrañas. Llevaba lo que parecía ser una armadura roja y llevaba una larga capa. Por desgracia no podía verle el rostro, pues se lo tapaba una capucha que llevaba.

No he podido evitar oír lo que os han cobrado. Es decir, ¡wow! ¿Nueve mil platines? ¡Yo hubiese peleado hasta la muerte por hacer que pagara vuestro amigo!— Acto seguido recibí unos golpes en la espalda, no sabía si trataba de ser amistoso, pero lo cierto era que dolían bastante. Entonces, prosiguió hablando.
¡Oye, tengo un trato para vosotros! Veréis, he viajado a esta región buscando un arma legendaria muy poderosa, y un par de manos extra no me vendrían mal. Tengo un amigo, un compañero de batalla, pero imagino que se ha adelantado montaña arriba. ¡No hay quien le controle!

¿Un arma legendaria? Acababa de despertar mi curiosidad. Solo esperaba que no hubiera trampas mortales como en la Cueva de las Maravillas de Agrabah. Algunas noches me despertaba cuando veía a Aladdín cayendo al fondo de aquella trampa mortal. Aquel guerrero entonces sacó una bolsa de la cual salieron varios platines. Nos dijo que nos pagaba 15000 platines si aceptábamos, aunque nos pagaba en dos plazos.

Muy bien, le ayudaremos señor. Por cierto, ¿podría decirnos como se llama? Yo soy Hikaru Akarui. Aprendiz de espadachín.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor RedXIII » Mar Feb 11, 2014 7:42 pm

MoguDer[/b][/center]

¡Ese tipo os la ha dado con queso, pobres! La verdad es que yo me habría largado nada más entrar aquí, tiene una pinta de pirata que no se sostiene. ¿Es que os fiaríais de un pirata? ¡Ja! — El hombre sentado en la barra se acercó a los aprendices y al Moguri, como si de amigos se trataran.

El hombre tenía una extraña pinta, y el pequeño Moguri sabía de sobras que la gente normal de aquel lugar no vestía así.

No he podido evitar oír lo que os han cobrado. Es decir, ¡wow! ¿Nueve mil platines? ¡Yo hubiese peleado hasta la muerte por hacer que pagara vuestro amigo!

¡Oye, tengo un trato para vosotros! Veréis, he viajado a esta región buscando un arma legendaria muy poderosa, y un par de manos extra no me vendrían mal. Tengo un amigo, un compañero de batalla, pero imagino que se ha adelantado montaña arriba. ¡No hay quien le controle!

Tiró una bolsa a la mesa.

Oh, claro, no os lo pido gratis. ¡Aquí hay 15.000 platines! Con esto podréis pagar la comida y llevaros un pellizco también. ¿Qué me decís? Os pago la mitad ahora y la otra mitad cuando termine la misión.

Muy bien, le ayudaremos señor. Por cierto, ¿podría decirnos como se llama? Yo soy Hikaru Akarui. Aprendiz de espadachín — No sabía si lo decía por los tres o había asumido todo mando sobre el grupo pero el pequeño Moguri estaba en contra de aquella idea y no tardó en dudar de la palabra del señor.

Kupócreo que no deberías ir tan rápido, en el fondo ¿Que sabemos de el o de lo que nos pide? — Se levantó de la mesa y empezó a dar circulos, rodeando al hombre y observando más detenidamente su aspecto —Kupó15000 platines no son pocos platines, precisamente, si como dices lucharías por 9000 platines por comida ¿QUE es exactamente esa "arma" y por qué no vas directamente tú a buscarla?

Se paró de golpe y se acercó lentamente a Hikaru —¿Kupóde verdad vas a ir a buscar eso por 15000 patines y vas a dejar de lado nuestra misión? Prácticamente es miseria lo que te da y ni siquiera te has parado a pensar si podemos confiar en el o en su compañero — Le susurró, verdaderamente no le parecía que esa cantidad mereciera la pena, no por un arma legendaria.

Sobre sus pensamientos rondaba una duda, el hombre había dicho que su compañero se había dirigido hacia la montaña de arriba ¿tal vez la misma que la maestra y Exuy? Era todo muy extraño.

¿Kupótienes el número del señor Ecsui o de la maestra? — Le volvió a susurrar al aprendiz, no tenía su número y antes de molestar a Hiro prefería preguntar a el.

* * *

Hiro


Dame tus manos.
No le hacía mucha gracia que adivinara su futuro a través de sus manos, sobretodo porque eran distintas a las de una persona normal.

Vaya... Has sufrido últimamente, ¿eh? Y tu línea de la vida es inusualmente corta... Aunque tu línea del destino es... Interesante...

Nos ha jodido, eso se ve solo mirándome la cara, la tengo llena de cicatrices — Protestó el aprendiz, algo indignado por su predicción chustera, ya que se podía ver perfectamente la cicatriz que le hizo León y la del ojo.

Soltó las manos del mestizo y empezó a adivinar con su baraja de cartas...

La justicia al revés


Veo una gran falta de seguridad en ti mismo, Hiro. ¿Acaso algo ha fallado últimamente? ¿Un gran fracaso, quizás? Sí, las cartas no mienten. No es justo, pero has fallado en algo. Y eso parece que marca tu pasado.

Ignorando la lastima que parecía sentir, o fingir, por el, se sacó de la manga su kiseru y lo encendió, inhalando un poco y sacando una gran cantidad de humo por la boca.

Volvió a sacar otra carta...

La estrella


¿Y esto? Una ayuda inesperada viene en camino. ¿Ayuda para qué? ¿Es que estás en alguna clase de misión, Hiro?

Ninguna más que saber algo sobre armas ilegales, lo de siempre — Volvió a exhalar humo mientras fingía un mínimo interés por su predicción.

La última carta...

El Juicio boca abajo


¿El futuro de Hiro había sido sentenciado? Andrei lo creía así, ya que soltó una gran carcajada y no parecía que fuera por algo bueno para el aprendiz.

Oh, Hiro, mi pobre e indefenso Hiro. Lamento tanto lo que te va a suceder. Quizás lo mejor hubiese sido que no te acercaras a este mundo, pero... Tu destino está marcado. Ya no puedes escapar de él.

Lanzó dicha carta al joven pelirrojo, el cual la cogió al vuelo y se apartó bruscamente, no había tenido buenas experiencias con objetos lanzados, sin embargo Andrei no parecía tener el más mínimo interés en el aprendiz, ya que se tumbó en la cama, ignorando prácticamente.

No des un portazo al salir, ¿quieres?

El aprendiz vio por la ventana al maestro Ronin ¿No estaba junto a MoguDer? Se colocó el aparato de comunicación, apagó y guardó su kiseru y salió de la casa, sin dar un portazo, ya que dejó la puerta abierta, solo para fastidiar al adivino que reposaba en su interior.

¿Kupótienes el número del señor Ecsui o de la maestra? — Pudo escuchar aquel fragmento de la conversación entre el aprendiz y MoguDer.

Decidió esperar antes de decir nada, para seguir sigilosamente al Maestro, o al menos intentarlo.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Kousen » Mar Feb 11, 2014 9:52 pm

Ronin iba a acabar rodando montaña abajo si le echaba el guante. El muy traidor nos había timado con una bolsa de piedras y se largó antes de que pudiésemos ponerle siquiera la zancadilla.
Habría pagado mi parte del menú, pero Hikaru no esperó y pagó todo a Hao, que contó el dinero con desconfianza y se alejó con deseos de que volviésemos pronto.
Con el cadáver de Ronin, si por mí fuese.

Antes de que pudiesemos salir en su caza, el tipo de la capa roja se levantó y se acercó a nosotros, hablando en voz bien alta:

¡Ese tipo os la ha dado con queso! ¡Pobres! La verdad es que yo me habría largado nada más entrar aquí, tiene una pinta de pirata que no se sostiene. ¿Es que os fiarías de un pirata! ¡Ja!

—Bueno, no nos queda otra opción después de todo.— comenté, con malas pulgas.

El aspecto de aquel hombre me llamaba la atención, y no parecía ser el único. Todo indicaba que también era oriental, pero no de China precisamente... aunque me escamaba la forma en que escondía su cuerpo con la capa, y solo podíamos ver que su cara estaba pintada gracias a la capucha.
Desde luego no pensaba en ser sigiloso, aquel manchurrón rojo cantaba como loco con todo el color verde del lugar.

No he podido evitar oír lo que os han cobrado. Es decir, ¡wow! ¿Nueve mil platines? ¡Yo hubiese peleado hasta la muerte por hacer que pagara vuestro amigo!

Me llevé un buen susto cuando le soltó a mi compañero una palmada en la espalda que casi lo desmonta. Aquel tipo no solo era extravagante, estaba bien entrenado físicamente.

¡Oye, tengo un trato para vosotros! Veréis, he viajado a esta región buscando un arma legendaria muy poderosa, y un par de manos extra no me vendrían mal. Tengo un amigo, un compañero de batalla, pero imagino que se ha adelantado montaña arriba. ¡No hay quien le controle!

¿Un arma legendaria?

Debía admitirlo, la curiosidad me picaba. Pero tenía el presentimiento de que aquel tipo nos estaba haciendo el lío, pues había visto que éramos tan inocentes como para caer en la trampa de Ronin.
Además, ¿un arma? ¿para qué querría aquello? En China estaban en guerra, eso seguro. La potencia bélica nunca venía de más, pero estaba claro que aquel tipo no era de por allí. Algo muy jugoso tenía que cocerse para que se metiese de lleno en un país envuelto en una guerra solo por un arma de cuentos de viejas.

Sacó una bolsa repleta de platines para terminar de poner el cebo. Nos ofreció 15.000 pagados en dos plazos, seguramente para que no le dejásemos tirados en medio del trabajo.
El dinero no funcionaba conmigo, así que no iba a picar el cebo con tanta facilidad. Pero desde luego me interesaba averiguar por qué iban tras aquella "arma" y qué era. Tal vez si lográbamos hacerle hablar un poco más antes de acep...

Muy bien, le ayudaremos señor. Por cierto, ¿podría decirnos como se llama? Yo soy Hikaru Akarui. Aprendiz de espadachín.

Vale. Tendría que obtener la información mientras hacíamos el "trabajillo".

Bueno, unos platines nunca vienen de más. — mentí. — Aparte, me gustaría saber más de esa leyenda, ¿de qué se trata?

En cuanto pudiese escurrirme, usaría mi comunicador para llamar sigilosamente a Fátima y contarle nuestra situación. Si me resultaba imposible, recurriría a Exuy, pues sabía que se había ido con la Maestra Rebecca.

¡Oh, me olvidaba! Me llamo Kousen, también estoy aprendiendo a manejarme con el filo. Ha comentado que ha venido acompañado, ¿han tenido más experiencias como esta antes?
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Ronda #7 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Soul Artist » Jue Feb 13, 2014 12:11 am

Exuy

Levantar la Llave Espada y acercarla al dibujo de una cerradura era una idea, definitivamente, muy estúpida. Sólo a un niño se le ocurriría hacer algo así, pues aquel dibujo había sido improvisado y nada bueno podía traer. Claro que Exuy era jovencito...

Y su ingenuidad e intuición fueron los que marcaron aquella decisión. Al levantar su arma en el aire no tuvo siquiera que acercarla a la cerradura: la punta comenzó a temblar con vida propia y un pequeño rayo de luz se dirigió directamente hacia el mural. Una vez realizada la conexión el templo de estremeció durante un instante, avisando de un pequeño terremoto: pero duró sólo mientras la pared frente a Exuy era tragado por el suelo, dándole acceso a una caverna oculta al otro lado.

Las paredes y el suelo de la cueva estaban recubiertas con hielo, algo peligroso debido a que sufría una pequeña inclinación hacia abajo; aquello debía resbalar con toda seguridad. No había antorchas, ni tampoco conexión con el exterior, por lo que todo era oscuridad a más de dos pasos del interior.

Has vuelto.

Una voz femenina golpeó con fuerza la mente de Exuy mientras el paso al interior del pasadizo se revelaba. El mensaje había sido, sin lugar a dudas, telequinético; y poco agradable, además. Aquel mensaje le había sentado como un martillo golpeando su cabeza, provocándole una importante migraña capaz de tumbar hasta el más bravo de los héroes.

Exuy era incapaz de adivinar qué había en lo más profundo de la caverna. La oscuridad era demasiado fuerte allí, y aventurarse sin una fuente de luz como una antorcha podía ser peligroso. No podía asegurar que no hubiese un precipicio en el interior, ni tampoco la presencia de Sincorazón.

Monta en el can.


De entre las sombras surgieron dos ojos azules claros brillantes como el fuego, los cuales bailaron mientras se dirigían hacia la entrada a la caverna. Resultaron ser los ojos de un gran lobo blanco de más de casi dos metros de altura que no se atrevió a entrar en el templo. El animal había sufrido, y mucho, pues le faltaban las dos patas delanteras; pero estas habían sido sustituidas por unas hechas con hielo, y era capaz de articularlas incluso. Era magia pura.

El animal se agachó en la boca de la cueva y esperó a que Exuy montara en él. Pero quizás el chico no quería hacerlo: había descubierto demasiado ya. Rebecca estaba arriba, investigando, mientras desconocía la existencia de aquel lugar. Debía saber cuándo parar.

Pero la voz de la mujer, aunque doliese como mil demonios cada vez que le hablara, era atrayente.

Ven conmigo, Caballero de la Luz.


* * *

Kousen, Hikaru y MoguDer

Muy bien, le ayudaremos señor.

¡Así se habla, muchachos! —el hombre rió en alto y dio un largo trago a su jarra de hidromiel, terminando con lo que quedaba en ella. Se limpió las ropas y eructó descaramente—. ¡Esta será una épica aventura, como las de los viejos tiempos! Nos enfrentaremos a dragones, salvaremos princesas ¡y haremos uso de armas legendarias!

Por cierto, ¿podría decirnos como se llama? Yo soy Hikaru Akarui. Aprendiz de espadachín.

¡Encantado, Akarui! —el hombre ofreció su mano al chico de forma respetuosa. Una vez le correspondiera el saludo volvería a comprobar la bestial fuerza física de este, pues casi se fracturó los dedos—. Podéis llamarme... —se quedó un segundo callado, alargando la última letra durante un instante mientras perdía la mirada en la ventana junto a la mesa—. Daisuke. ¡Daisuke Gōri!

El buen rollo que se traía el guerrero fue interrumpido de golpe cuando la criatura sentada junto a él se levantó de su asiento y comenzó a volar alocadamente en círculos por el restaurante.

Kupócreo que no deberías ir tan rápido, en el fondo, ¿qué sabemos de él o de lo que nos pide? Kupó 15000 platines no son pocos platines, precisamente, si como dices lucharías por 9000 platines por comida. ¿QUÉ es exactamente esa "arma" y por qué no vas directamente tú a buscarla?

¡Coño, un peluche parlante! —Daisuke estaba tan sorprendido por los rápidos movimientos del moguri que no daba crédito a lo que estaba viendo, incapaz de identificarlo como un auténtico ser vivo—. ¿Cuánto pedís por él? ¡Os doy dos mil platines!

¿Kupó de verdad vas a ir a buscar eso por 15000 platines y vas a dejar de lado nuestra misión? Prácticamente es miseria lo que te da y ni siquiera te has parado a pensar si podemos confiar en él o en su compañero.

Ah, que está vivo. No sirve para nada más que comida para el viaje —Daisuke suspiró, triste al descubrir que no podría servirle para acompañar sus noches de soledad. Entonces golpeó la mesa con fuerza y gritó:—. ¡Tres mil platines por él!

Después de que los chicos le rechazaran la oferta (o la aceptaran, y condenaran al pobre MoguDer a ser la futura cena del guerrero), Daisuke se levantó y salió del restaurante, seguido por los aprendices de la Llave Espada. Mientras se dirigían a la montaña nevada a la salida del pueblo Kousen intervino, acercándose a su nuevo jefe para intentar sacarle toda la información posible.

Bueno, unos platines nunca vienen de más. Aparte, me gustaría saber más de esa leyenda, ¿de qué se trata?

¡De un gran arma de inagualable poder! —el hombre rió en alto y llamó la atención de toda la gente del pueblo, haciendo más que evidente su presencia y la de los demás—. Un guerrero asesino de dragones, cuyo espíritu sigue vivo en su apreciada posesión que dejó atrás cuando se retiró. ¡La espada de Loto! ¡Sé que está aquí!

¡Oh, me olvidaba! Me llamo Kousen, también estoy aprendiendo a manejarme con el filo. Ha comentado que ha venido acompañado, ¿han tenido más experiencias como esta antes?

¡Por supuesto! Hemos vivido cosas que no creerías, ido a lugares completamente imposibles. Una vez incluso entré en una dimensión de batallas cíclicas eternas. ¡Qué jodido era el jefe, que me expulsó en cuanto se dio cuenta de mi presencia!

Desde luego, los desvaríos de Daisuke daban para rato. No podrían aburrirse de camino a la montaña; y si alguno quería retirarse a tiempo, aquel era el momento.

* * *

Hiro

¿Por qué seguir a Ronin de forma normal cuando se le podía seguir sigilosamente cual espía secreto? Hiro tenía ese poder. El Maestro no se había percatado de su presencia y siempre había ocultado misterios a sus aprendices. Quizás revelase la ubicación de un tesoro oculto, quizás descubriese una contraseña secreta a un área misteriosa.

Sea como fuere, más valía a Hiro acercarse a él en silencio. El Maestro atravesó el pueblo hasta llegar a la entrada del campamento, donde dos guardias y una figura bien conocida para el aprendiz le cortaron el paso. Su insoportable porte y el bigote que tenía le identificaban incluso a kilómetros: Chi-Fu, el hombre con quien ya se cruzó en una ocasión en la casa de los Fa y, más tarde, en el campamento militar Buzho.

Pero el plan de Hiro se vino abajo cuando una fuerte y potentosa risa sonó por detrás de él. El chico probablemente reaccionase rodando hacia el suelo temiendo que fuese algún viejo enemigo con un lanzallamas, según su lógica; pero otras personas más normales, contestaron dándose la vuelta y observando al autor de las risas. Y entre aquellas personas normales estaba Ronin, que identificó de inmediato al aprendiz.

En cuanto a la identidad de aquel que se había reído, un misterio. Alguien que caminaba acompañado de dos chicos y un moguri hacia la salida del pueblo, al parecer. Estaba demasiado lejos como para identificarle.

¡Hiro, mi chico! —exclamó el buen pirata, aproximándose al joven y tomándole del hombro para arrastrarle hasta la presencia de los guardias—. ¿Te acuerdas de Chi-Fu?

¡Por supuesto que me acuerdo! ¡Reconocería el rostro de este imprudente muchacho en cualquier lugar! —y bien que no lo hizo en el campamento Buzho, con apenas una noche de diferencia con respecto a la vez que Hiro le insultó en público—. ¡Espero que el castigo fuera severísimo!

Oh, ya lo creo que lo fue.

Ronin mentía descaradamente. La última vez que Hiro se encontró con aquel hombre le había insultado por su comportamiento con Mulan; la terrible penalización por su mal comportamiento no tardó en llegar, una vez volvió a Tierra de Partida. Una colleja, una monumental bronca de Ronin y una bolsa de cacahuetes con una figurita de juguete en su interior.

¡Anda, Hiro, discúlpate con el amable señor! —el Maestro empujó con fuerza al chico por el hombro y le obligó a hacer una referencia, esperando a sus palabras para ganarse el perdón de Chi-Fu. Antes de ello, pronunció sus intenciones:—. Solicitamos ver al general Li.

Si Chi-Fu aceptaba o no la petición del Maestro seguramente dependía del orgullo de Hiro. Claro que el burócrata había tenido un comportamiento despreciable con la hija del señor Fa, pero ¿valía la pena seguir resentido por ello?

* * *

Fátima

La petición de Fátima a Ping fue evidentemente incómoda para el soldado, pero sabía que no lo hacía con mala intención. Se llevó una mano al brazo derecho y bajó la mirada, alicaída, mientras se planteaba si aceptar o no.

De acuerdo. Te llevaré hasta su casa. Pero Daliao, prométeme que no harás ninguna locura. No quiero que revele... Ya sabes.

Después de asegurarse de tener la palabra de Fátima en su poder la condujo hasta la salida del campamento, pasando entre los dos guardias del principio y Chi-Fu, que las observó con malos ojos. En su camino pasaron por al lado de Ronin, el cual devolvió un saludo a Fátima como si nada mientras se dirigía hacia la entrada del campamento; y también vieron a Hiro, quien parecía seguir cual espía profesional al Maestro en la distancia.

Llegaron finalmente hasta una pequeña cabaña de no gran tamaño, bastante modesta: pequeña, pero bastante bonita, con una pintura polícroma roja y amarilla que le daba un bonito aspecto. Un corazón sobre el marco de la puerta llamó la atención de Fátima, pues sólo tenía una única interpretación en todo el Reino de la Luz, fuera cual fuese el mundo que visitara: el símbolo de la Orden de los Caballeros de la Llave Espada.

La puerta estaba abierta por alguna misteriosa razón, y por lo tanto el misterio sobre quién habitaba en su interior no duró demasiado tiempo. Mulan señaló a la persona tumbada en la cama con toda la tranquilidad del mundo, y su piel oscura y su pelo negro como la noche fueron identificados inmediatamente por Fátima: Saavedra, de Bastión Hueco.

Unas potentes risas detrás de las dos provocó la atención inmediata tanto de Mulan como de Fátima, que vieron cómo un hombre de gran tamaño se marchaba del pueblo acompañado por Kousen, Hikaru y la mascota de Hiro. Cuando volvieron la vista a la cabaña ya era tarde: Andrei observaba a las dos a pocos centímetros de ellas.

Con ambas manos cogió a Fátima por el cuello de su ropa y la obligó a entrar, lanzándola contra la cama. Mulan gritó el nombre de su amiga y desenvainó su espada. Se lanzó contra Andrei y este esquivó a la guerrera con un rápido movimiento hacia un lado, tras lo cual cerró la puerta y encerró a ambas chicas en el interior de su casa. Mulan, lejos de rendirse, volvió a cargar contra el gitano y en esta ocasión le pilló completamente por sorpresa; se vio obligado a invocar su Llave Espada para bloquear el ataque de la china, la cual se sorprendió al verla.

¿¡Una llave!? —Mulan dirigió su mirada hacia Fátima, recordando que ella había hecho uso de un arma muy similar en el campamento Buzho junto con sus compañeros—. ¿¡El Maestro es compañero tuyo!?

Almas gemelas.

Mulan dio dos pasos hacia atrás, con su arma en alto en todo momento para asegurarse de que no había ningún nuevo ataque por parte de Andrei. Estaba tan confusa como probablemente Fátima; sin embargo, a él todo aquello le parecía dar igual. Desinvocó su Llave Espada y se cruzó de brazos, pegándose a la pared y analizando a ambas.

¿Qué está pasando aquí?

Decídmelo vosotras. Yo sólo quería dormir y hoy sólo tengo interrupciones —bufó el gitano apartando la mirada, aparentemente molesto por su presencia. Sin embargo, pronto recuperó su sonrisa y se dirigió hacia las dos—. Aunque que dos mujeres te despierten en tu casa siempre es una agradable sorpresa...

Mulan no comprendió a qué se refería, pues ladeó la cabeza extrañada. Los ojos de Andrei se detuvieron, por tanto, en los de Fátima para intentar transmitirle el mensaje: un bonito y muy agradable mensaje si dejaba su imaginación volar.

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Fecha límite: sábado, 15 de febrero de 2014.

Retirados los 9000 platines a James Bond. Los 7500 platines van para él y Kousen; si MoguDer quiere su parte debe reclamársela a ellos.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Vie Feb 14, 2014 6:24 am

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La llave espada no alcanzó a topar la pared, pues antes comenzó a moverse por sí sola con índices de vida. Temblorosa direccionó al dibujo emergiendo un juego de luz en su punta, teniendo por acción final un rayo de luz que atravesó el mural. Un acto de magia propio de los secretos del arma, entregando a la imaginación maravillosas fantasías por realizar.

Esto… es asombroso… —murmuré.

La magia no terminó ahí, sino que, como si le hubiese acertado a la suerte, la gran masa solida que contenía la historia trazada en ella se comenzó a mover lentamente. Este hecho trajo de la mano un extraño mover del piso, similar a un temblor, uno fuerte. Asustado, desinvoqué mi arma pensando que ella era la causante de tales sucesos, pero la acción no fue interruptor para detener lo que pasaba. Comencé a sentir susto pensando que todo se iba a venir abajo y tristemente cargaría con la destrucción del hermoso templo.

¡Lo-lo siento! N-no era mi intención, por favor detente —decía inocentemente como si el majestoso templo respondería a mis suplicas.

Cuando la pared se hizo a un lado los movimientos inmediatamente cesaron. La estructura no se desarmó y tampoco se escucharon gritos de alarme en los pisos superior.

Rebecca —dije pensando en que vendría a regañar por estar haciendo travesuras.
>>Maldición que acabo de hacer…

Realmente sin tener discernimiento de lo que pasaba decidí en buscar la manera de tapar lo que parecía ser entrada hacia una cueva de misterios. Me preguntaba si Xiang tendría relación con este lugar descubierto o tal vez sería el lugar donde guardaba ese mencionado tesoro. La verdad, era que mis anhelos no estaban puestos en conseguir dicho objeto, antes bien mi intención era otra, muy pronta a ser obsequiada.

Me acerqué a la orilla donde se había ocultado el muro con el fin de buscar alguna especia de interruptor capaz de volver a bloquear la entrada. Pero en su alcance solo un frio sentir. Paredes solidas de un hielo acristalado capaz de hacer resbalar lo que pisara en su superficie. Esta vez comprendí claramente que salir, una vez entrado, sería imposible. Además, estaba oscuro y parecía ser más que peligroso.

Si tan solo fuera un ave…

Has vuelto.

Del fondo una voz con estruendoso sonido atravesó mis tímpanos de una forma agresiva. Me quedé helado y en silencio tratando de encontrar alguna explicación. Inmediatamente miré hacia mi espalda para observar despavorido a los cadáveres tendidos en el suelo. Miré al hombre que creía ser el autor del cerrojo asustado creyendo a que se pondría de pies.

A lo mejor… era una trampa y ellos no estaban… Santos cielos —dije con voz temblorosa sobando mi frente por el ensordecedor sonido.

Luego de unos segundos noté que los cuerpos permanecían tan quietos como en un principio. Fue ahí cuando me percaté que el sonido no provenía de la sala, si no que desde el fondo del sitio hallado.

Perplejo me arrodillé para gatear hacia la orilla de la entrada, con la curiosidad engullendo mi estomago. Asomé la mirada esperando ver a la autora de aquella voz.

Ha…¿ H-hay alguien ahí? Necesita ayuda

Monta en el can.

La voz azotó con alegoría todo a su paso. Era algo mental, tan interno e intenso que producía una extraña jaqueca. Era en el instante y muy molesto, pero a pesar de lo agrio que era escucharla, sabía que bajo había alguien. En ese instante estaba seguro.

El… ¿Can? P-perdone… a que se…

No alcancé a terminar la frase cuando de pronto a lo lejos de la entrada divisé dos luceros que viajaban a gran velocidad. Fue mayor el susto cuando noté que esas luces no eran lo que tenía en mente, pues eran ojos de un animal que era de temer.

Me mantuve boquiabierto mientas contemplaba a un inmenso lobo posarse de forma sublime y místico. Como salido de un cuento de adas y de las fantasías mas soñadas de un niño tenía el privilegio de estar cerca de tan hermosa animal. Un lobo blanco como la nieve en su estado de pureza.

No lo creo…

Con el mas sumo respeto se agachó insinuando una sola cosa, montarle. Empecé a tartamudear cosas que ni yo comprendía, pero solo deseaba algo, subirme a él. Esto era uno de mis mejores sueños, viajar en este quizás ancestral ser, a la deriva donde la magia me llevara. Mis ojos brillaban en su máxima intensidad deseando que ese momento no terminara.

Ven conmigo, Caballero de la Luz.

Esa vez su voz no me pareció ser tan caótica, aunque el dolor de cabeza no fue la excepción. Olvidé todos mis deberes y solo me dejé llevar por las maravillas del momento. Lentamente me dirigí al animal para acariciar su suave y helado pelaje. La sensación fue extremadamente eufórica y mi piel se erizó con paciencia. Noté un poco apenado al darme cuenta que no tenía sus pies delanteras, pero al instante me alegré al ver que los privilegios de la magia socorrían sus necesidades. Era tan mágico, tan intrigante que deseaba estar a su lado.

Me agaché para abrazar y entregar un cálido abrazo al lobo, haciéndome sentir la persona más afortunada del planeta, me sentía pagado y complacido. Y dejé salir una frase frívola:

Espero que no te enojes conmigo Rebecca…

Y así me monté para que llevara mi cuerpo hacia la chica que parecía querer mi ayuda y continuar esta aventura. No tenía miedo, y me sentía seguro de lo que estaba haciendo. Sabía que si alguien socorría en ayuda tenía que atender de inmediato. La vez pasado en la torre me fui muy triste por no haber ayudado al anciano. Por lo que en esta ocasión no quería cometer el mismo error, había muchas cosas que descubrir, muchas cosas por dibujar, muchas cosas por hacer y disfrutar. Aunque tuviese que escuchar la aturdidora voz mental.

Tomé nuevamente la vela del suelo y me preparé para descender a la cueva.
¡Estoy listo! —dije aferrándome al cuello del animal.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor James Bond » Vie Feb 14, 2014 3:33 pm

Aquel hombre se alegró cuando le dije que le ayudaría en esa misión. Aunque no creía que rescataríamos a princesa alguna. Tras preguntarle su nombre, se presentó como Daisuke Gori, nombre que no me sonaba de nada.

El Moguri del chico-perro eligió aquel preciso instante para ponerse a discutir, reprochándonos que no sabíamos nada de él y que es como si estuviéramos luchando por obtener dinero para comida.

¡Coño, un peluche parlante! ¿Cuánto pedís por él? ¡Os doy dos mil platines!
¿Kupó de verdad vas a ir a buscar eso por 15000 platines y vas a dejar de lado nuestra misión? Prácticamente es miseria lo que te da y ni siquiera te has parado a pensar si podemos confiar en él o en su compañero.
Ah, que está vivo. No sirve para nada más que comida para el viaje. ¡Tres mil platines por él!
Hecho señor. Es todo suyo por tres mil platines.

Entonces nos dirigimos hacia la montaña. El Moguri me había tocado un poco las narices y no iba a sentir ningún tipo de reparo en vendérselo a aquel guerrero. Mi compañero de misión, Kousen, se presentó y le hizo preguntas a nuestro nuevo líder. Por lo visto, lo que buscábamos se llamaba “Espada de Loto” y que perteneció a un guerrero asesino de dragones. Nos contó que en una ocasión entró en una dimensión de batallas cíclicas eternas. ¿Pero existía algo así? Aunque dijo algo que me intrigó mucho, que el jefe le expulsó cuando se dio cuenta de su presencia.

Disculpe Daisuke, ¿quién es ese “Jefe” del que habla?

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Los tres mil platines de la venta del Moguri a Daisuke me los llevo yo todos @.@
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Vie Feb 14, 2014 7:14 pm

De acuerdo. Te llevaré hasta su casa. Pero Daliao, prométeme que no harás ninguna locura. No quiero que revele... Ya sabes.

Te lo prometo —le aseguró Fátima—. Muchas gracias, Ping. Te aseguro que no me acercaré demasiado.

Mulan pareció conformarse con su respuesta y la guió a través del campamento. Fátima no podía evitar mirar a su alrededor con curiosidad; siempre había imaginado los establecimientos militares dirigidos por una rígida disciplina pero, como parecía ir comprobando, siempre había momentos en los que los soldados se relajaban y tenían su tiempo libre para hacer lo que quisieran. Claro que habría que verlos esta noche, justo antes de dirigirse a la batalla. Ojalá le diera tiempo: tenía una sincera curiosidad por ver formar a un verdadero ejército. Se suponía que los Caballeros lo eran, pero Fátima siempre los había visto más como una especie de policías organizados en pequeños grupos que nunca actuaban en masa. O, al menos, no lo habían hecho hasta la fecha. Por eso quería aprender de los profesionales. Esperaba que fuera algo digno de verse…

Pasaron bajo la mirada de los dos soldados que la habían introducido bruscamente en el lugar y, en especial, bajo los fulminantes ojos de Chi-Fu. Fátima se esforzó por mostrarse respetuosa y mantuvo la cabeza gacha, sintiendo los rasgados ojos del hombre taladrarle la nuca. Se cruzaron con Ronin y Fátima le saludó con un gesto, que el Maestro le devolvió con total tranquilidad y continuó caminando de largo mientras ella retorcía el cuello para seguirle con los ojos. ¿A dónde se suponía que iba? ¿Y por qué estaba solo? Frunció el ceño, preguntándose de nuevo qué habrían venido a hacer a aquel mundo… Después reconoció a Hiro, que se escondía entre las casas y se movía a no mucha distancia de Ronin.

«Pero qué…» pensó mientras le seguía con la mirada. Terminó por sacudir la cabeza. Daba igual.

Dejaron atrás el campamento y pronto vieron la cabaña en la que Fátima supuso que vivía el Maestro. ¿Por qué se mantendría tan alejado de los soldados? ¿Acaso para mantener un aura de misterio a su alrededor? A medida que se aproximaban, Fátima fue fijándose en los detalles que la componían y pensó que era bastante bonita, aunque hubo algo que le llamó mucho la atención: el corazón que había en el dintel de la puerta. Se quedó quieta unos segundos, porque no cabía lugar a malinterpretar ese símbolo. Pertenecía a la Orden.

Mu… Ping —llamó a su compañera—. ¿Es ahí? ¿Estás segura?

Porque acababa de recordar que la Maestra Rebecca les había dado la oportunidad de ir a cambiarse a una cabaña, donde encontrarían ropas de aquel mundo. Pero para entrar eran necesarias llaves, que juraría que la Maestra había entregado a Hiro. Y aquella puerta estaba abierta.

¿A lo mejor era una coincidencia? Quizás, pero no pudo evitar avanzar con cierta reticencia, intentando entender qué estaba sucediendo. Entonces, Mulan señaló al interior de la cabaña. Sobre una cama, alguien yacía tumbado. Fátima se acercó un poco más, lo suficiente para ver que la persona tenía el pelo negro y largo, la piel morena y que su cara era…
Soltó una exclamación ahogada.

Una estruendosa risa hizo que se volviera bruscamente. A su espalda, un hombre enorme se reía acompañado por Kousen, Hikaru y el moguri de Hiro. Maldiciendo entre dientes el susto que le había dado, se giró de nuevo y pegó un grito de sorpresa. Andrei, sin hacer ni un sonido, se había levantado y estaba prácticamente encima de ellas. De pronto la agarró por el cuello del uniforme.

¡Eh! —gritó Fátima.

La arrastró al interior y no pudo hacer nada por evitarlo. Luego la arrojó contra la cama. Aturdida, escuchó que Mulan la llamaba y se levantó rápidamente, materializando su Llave Espada a tiempo de ver cómo su amiga se lanzaba, arma en mano, contra Andrei.

¡No! —exclamó ella, extendiendo una mano. ¡No había forma de que Mulan pudiera enfrentarse a Andrei!

Y, en efecto, éste se apartó a un lado cuando la joven cargó contra él y entró sin querer en la cabaña. En ese momento Andrei cerró la puerta, impidiéndoles salir. Pero entonces Mulan volvió a tratar de dejar fuera de combate a Andrei, cogiéndolo desprevenido porque tuvo que sacar su propia Llave Espada.

¿¡Una llave!? —Mulan miró a Fátima con asombro—. ¿¡El Maestro es compañero tuyo!?

Almas gemelas. —respondió Andrei.

Mulan empezó a retroceder, todavía con su espada en ristre, y su rostro desvelaba todo su desconcierto. El único que estaba tranquilo era Andrei, a pesar de que le apuntaban con armas dos personas. Fátima apretó los dientes, experimentando un agrio sabor de frustración: por supuesto que no le importaba. ¿Qué eran ellas para él? Podría deshacerse de ellas con un par de ataques…

¿Qué está pasando aquí?

Eso me gustaría saber a mí —respondió Fátima entre dientes, tan bajo que sólo pudo escucharla el cuello de su camisa, fulminando a Andrei con la mirada.

Decídmelo vosotras. Yo sólo quería dormir y hoy sólo tengo interrupciones —replicó él, mirándolas como si se trataran de un engorro. Pero de repente sonrió y añadió con un tono completamente distinto:—. Aunque que dos mujeres te despierten en tu casa siempre es una agradable sorpresa...

Andrei observó en un primer momento a Mulan, que ladeó la cabeza sin comprender lo que implicaban sus palabras, y después clavó los ojos en Fátima. La chica enrojeció hasta la raíz del cabello y abrió la boca con indignación, pero ningún sonido salió de entre sus labios. Era demasiado.

Su primer impulso fue soltar todos y cada uno de los insultos que había aprendido durante su infancia en el campo —que eran muchos— y mandar a Andrei a la mierda. Pero se controló y trató de pensar rápido. El chico había hecho desaparecer su Llave Espada, por lo que no parecía que fuera a atacarlas, pero sabía que era caprichoso e impredecible. Por eso titubeó bastante antes de retirar su propia arma. Se sintió desnuda y vulnerable pero, en el fondo, daba igual que tuviera su Llave Espada a mano o no: Andrei era mucho más fuerte que ella.

«Piensa, peinsa».

Su cerebro trabajaba a toda la velocidad que se podía permitir. No debía ponerse agresiva, estaba claro que por esa vía no había nada que ganar. Tampoco la tenía negociando, pero quién sabía. Debía intentarlo. Al menos había que sacar a Mulan de allí. Era la mano derecha del capitán, esperaba que Andrei no intentara hacer nada contra ella…

Se estremeció. Aunque tenía una baza terrible que usar.

Tenía que sacar a Mulan. ¡Tenía que sacarla! ¡Era culpa suya por haber insistido en ir a ver al maldito Maestro!

Le hubiera gustado gritarle que estaba rompiendo la norma básica, que los Caballeros no podían intervenir en el devenir de los mundos. Pero tuvo que morderse la lengua porque Mulan estaba delante. Además, estaba claro que por mucho que se lo echara en cara, a Andrei le daría igual.

¿Qué debía hacer? Planeara lo que planeara Andrei, ahora que Fátima le había descubierto ayudando a los chinos, casi con seguridad, no las dejaría marchar. En especial a Mulan, para que no corriera a avisar a Shang, pues era quien más influencia podría ejercer sobre él. Dios, dios, ¿qué se suponía que…?

Entonces tuvo una idea. No sabía si funcionaría, pero era la única forma que se le ocurría de sacar a Mulan de allí:

Ping, no te preocupes. Es… Es compañero nuestro, sí, aunque hacía mucho que no le veía —se mantenía seria y sabía que sus palabras no eran completamente creíbles después de haber sacado su arma. Pero dijo con lo que esperaba que sonaba como resolución:—. No tenías por qué ponerte así, nos has dado un susto de muerte. ¿Qué haces aquí? —observó de reojo a Mulan y luego lanzó una mirada suplicante a Andrei:—. ¿Te importa que hablemos a solas?

Por favor, que aceptara. Si no lo hacía, metería a Mulan en un lío todavía mayor y sería su culpa. Se mordió el labio inferior y pensó para sus adentros con angustia:

«Por favor, déjala ir. Por favor, por favor, por favor…»

No le importaba quedarse a solas con Andrei, con tal que de Mulan estuviera a salvo.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: Ronda #7 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Kousen » Dom Feb 16, 2014 1:36 am

¡Así se habla, muchachos! —exclamó nuestro encapuchado amigo—. ¡Esta será una épica aventura, como las de los viejos tiempos! Nos enfrentaremos a dragones, salvaremos princesas ¡y haremos uso de armas legendarias!

Por cierto, ¿podría decirnos como se llama? Yo soy Hikaru Akarui. Aprendiz de espadachín.

¡Encantado, Akarui! —y apretó la mano de Hikaru, provocando un crujido que me dio dentera. ¡Menuda fuerza se gastaba! —. Podéis llamarme... Daisuke. ¡Daisuke Gōri!

Había intentado disimularlo, pero había tardado unos segundos en dar el nombre. O era muy olvidadizo o era un nombre falso, algo que aumentó incluso más mis sospechas. Si tenía que recurrir a la mentira, algo se gastaba. Pero era muy pronto para pronunciarse.
MoguDer se levantó de golpe y revoloteó a su alrededor, exponiendo su opinión al respecto.

Kupócreo que no deberías ir tan rápido, en el fondo, ¿qué sabemos de él o de lo que nos pide? Kupó 15000 platines no son pocos platines, precisamente, si como dices lucharías por 9000 platines por comida. ¿QUÉ es exactamente esa "arma" y por qué no vas directamente tú a buscarla?

¡Coño, un peluche parlante! —exclamó Daisuke.—. ¿Cuánto pedís por él? ¡Os doy dos mil platines!

No, verás, es que...— intenté explicar la situación de MoguDer, ante la idea de comprárnoslo.

¿Kupó de verdad vas a ir a buscar eso por 15000 platines y vas a dejar de lado nuestra misión? Prácticamente es miseria lo que te da y ni siquiera te has parado a pensar si podemos confiar en él o en su compañero.— me interrumpió el Moguri.

Puede que no se equivocase en sus palabras, pero valía la pena investigar. Si algo raro pasaba en un mundo, era el deber de la Orden investigarlo. Y aquel personaje no era muy regular, ni siquiera parecía Chino.

Ah, que está vivo. No sirve para nada más que comida para el viaje —se resignó, antes de gritar—. ¡Tres mil platines por él!

Hecho señor. Es todo suyo por tres mil platines.— la respondió Hikaru, sorprendiéndome. Menudo amor le tenía a los platines.

¿Pero qué dices? Al final nos la vamos a ganar a pulso.— susurré al oído de Hikaru.

Daisuke no se hizo de esperar y salió del restaurante, y nosotros, obviamente, tuvimos que seguirle. Seguí con la mirada al pobre MoguDer, intentando tranquilizarle ante la idea de acabar como cena. Si pasaba algo así, no tendríamos más opción que correr para salvarle el gaznate o devolver los 3000 platinas.
Cuando MoguDer revolotease cerca de mí, le susurraría discretamente:

Oye, ¿Hiro tiene comunicador? ¿Qué numero tiene?

Nunca venía mal estar bien comunicado, después de todo.
Ahora era el turno de sacarle respuestas a Daisuke, que empezó a contestar mis preguntas:

¡De un gran arma de inagualable poder! —dió otra enorme carcajada, haciendo que todo el mundo se girase a mirarnos. Me recordaba a Ronin.—. Un guerrero asesino de dragones, cuyo espíritu sigue vivo en su apreciada posesión que dejó atrás cuando se retiró. ¡La espada de Loto! ¡Sé que está aquí!

Espada de Loto, ¿eh?. Un Matadragones cuyo espíritu vivía aún en su arma... sería literalmente o algo en sentido figurado. Era el problema de las leyendas, guardaban verdad, pero distorsionada por el tiempo y el paso de las generaciones.
Y así empezamos a tomar el camino hacia la montaña, con Daisuke respondiendo también a mi presentación y mi curiosidad por su acompañante.

¡Por supuesto! Hemos vivido cosas que no creerías, ido a lugares completamente imposibles. Una vez incluso entré en una dimensión de batallas cíclicas eternas. ¡Qué jodido era el jefe, que me expulsó en cuanto se dio cuenta de mi presencia!

¿Dimensiones? ¿Batallas cíclicas? O había bebido demasiado o aquel tipo estaba como un cencerro. O simplemente, le gustaba inventarse batallitas para hacerse el interesante. Desde luego, el camino hasta la montaña y el emplazamiento del arma iba a estar entretenido.
Esperaba que no nos encontrásemos Sincorazón por el camino, pues no pretendía usar mi Llave Espada delante de Daisuke. Si buscaba armas legendarias y se conocía leyendas tan rebuscadas como la de la espada de loto, seguramente supiese algo sobre la nuestra. Habría que recurrir a las armas convencionales, de momento...
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor RedXIII » Dom Feb 16, 2014 5:21 am

* * *

MoguDer

Muy bien, le ayudaremos señor.

¡Así se habla, muchachos, esta será una épica aventura, como las de los viejos tiempos! Nos enfrentaremos a dragones, salvaremos princesas ¡y haremos uso de armas legendarias!

Por cierto, ¿podría decirnos como se llama? Yo soy Hikaru Akarui. Aprendiz de espadachín.

¡Encantado, Akarui! Podéis llamarme... — Mantuvo un breve silencio acompañado de un extraño ruido emitido por su boca, si sus motivos y su apariencia ya eran extraños su reciente acción no hacía más que agrandar su duda, algo lo cual no parecía percatarse su compañero. Daisuke. ¡Daisuke Gōri!

¡Coño, un peluche parlante! — Interrumpió mientras hablaba el pequeño Moguri —. ¿Cuánto pedís por él? ¡Os doy dos mil platines!

El Moguri se sintió trágicamente ofendido ¿tan solo dos-mil miseros platines por un protector de su nivel? Era casi un insulto.

Ah, que está vivo. No sirve para nada más que comida para el viaje ¡Tres mil platines por él!

Kupónadie sería tan ruin, patán y rata como para vender un Mog...

Hecho señor. Es todo suyo por tres mil platines.— Respondió Hikaru sin siquiera consultar a nadie.

Kupóque ni siquiera es s... ¡Espera! ¡¡¿QUE?!! — El Moguri, radiante de maldad y odio se lanzó de cabeza contra el estomago de Hikaru.

MoguDer se tranquilizó, pensando que tal vez podía ser una terrible y cruel broma, lo cual haría que perdonara la vida de aquel aprendiz, y empezó a seguir al grupo, levitando de forma lenta y perezosa.

Oye, ¿Hiro tiene comunicador? ¿Qué numero tiene? — Susurró Kousen cerca del Moguri.

¿Kupóeh? Ah, sí, comunicador, lleva todo el rato comunicando conmigo, toma el mio si quieres, pero ten cuidado que es de edición limitadisima — Le ofreció su comunicador.

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El hombre se carcajeó de forma exagerada mientras comentaba el motivo de su "justa" recompensa por encontrar aquella espada, a su vez, si el aprendiz lo quería, el Moguri le daría su comunicador para que pudiera hablar con Hiro, si se lo ponía en el oído podría escucharle claramente.

¡¿Quien coño ha sido el subnormal que ha gritado en medio de la nada?!

¡Oh, me olvidaba! Me llamo Kousen, también estoy aprendiendo a manejarme con el filo.

Kupóy yo soy Der, y creo que me he dejado el látigo en casa — Refiriéndose a su única arma.

Ha comentado que ha venido acompañado, ¿han tenido más experiencias como esta antes?.

¡Por supuesto! Hemos vivido cosas que no creerías, ido a lugares completamente imposibles. Una vez incluso entré en una dimensión de batallas cíclicas eternas. ¡Qué jodido era el jefe, que me expulsó en cuanto se dio cuenta de mi presencia!

Kupóte apesta el aliento a alcohol — Exageró el Moguri, el cual no se había acercado desde su encontronazo en el bar a aquel hombre por miedo a que se lo llevara de verdad por culpa de su compañero bocazas.

¡Oye, Tosen, dile a Hiroki que nada de vender mi Moguri o le tiro al pozo más cercano y lo tapo! — comentó Hiro por el comunicador, indignado y con una voz un poco extraña.

* * *

Hiro


Al parecer sus dotes de espiar eran tales que el maestro no se había percatado de su presencia, lo cual era bueno, ya que el aprendiz siempre se preguntó muchas cosas de Ronin, sobretodo con su relación con aquel lugar que nadie quería contarle, desgraciadamente no esperaba que su camino se terminara enfrente de un campamento.

Hecho señor. Es todo suyo por tres mil platines.

Kupónunca me venderían por... ¡Espera! ¡¡¿QUE?!!


Una conversación fugaz se cruzó mientras espiaba al Maestro.

>>Espero que esto que estoy oyendo no sea a Hiroki vendiendo a mi Moguri

Dejó a un lado la disputa del Moguri por su libertad al ver una cara conocida en el campamento que le aterró, aquella alargada y desagradable cara, con aquellos ropajes finos y lujosos, acompañados de un gorrito extraño solo podían ser de una persona, Chi-Fu, el desconsiderado y retrograda hombre que, ciertamente Hiro no tenía la más mínima idea de quien era y que hacía exactamente, ya que no parecía para nada un soldado, pero que aun así le caía mal por querer castigarle de una forma tan severa de forma injusta.

De golpe una fuerte y estruendosa risa resonó por todo el lugar, asustando al aprendiz de forma tremenda y haciendo que su cuerpo, intuitivamente, se tirara al suelo y rodara, recordando el incidente del payaso con el fuego y su Caballo. Desgraciadamente aquella carcajada atrajo la atención de los presentes, delatando así al aprendiz tirado en el suelo y manchando su nuevo traje.

¡¿Quien coño ha sido el subnormal que ha gritado en medio de la nada?! — Gritó Hiro, mientras se levantaba, al ver que sus planes habían fallado rotundamente, por si aun no había quedado del todo clara su presencia.

¡Hiro, mi chico! — Como de costumbre cogió al aprendiz del Hombro, olvidando por completo las heridas que aun tenía —. ¿Te acuerdas de Chi-Fu?

Como para olvidarle... — Susurró el aprendiz para si mismo.

¡Por supuesto que me acuerdo! ¡Reconocería el rostro de este imprudente muchacho en cualquier lugar! — Y eso que iba más disfrazado que cuando fue sin camisa y con su pañuelo atado a la cabeza para luchar dentro del campamento contra el Sincorazón raro, tal vez sería por el color de su pelo y por su hermosa cara por lo que lo había reconocido —. ¡Espero que el castigo fuera severísimo!

Oh, ya lo creo que lo fue.

Aun recordaba el momento en el que llegaron a Tierra de Partida y el Maestro Ronin le ofreció una bolsa de Cacahuetes en la cual le tocó un muñeco que le hizo mucha ilusión al aprendiz, olvidando cualquier momento anterior al muñeco.

¡Anda, Hiro, discúlpate con el amable señor!

Obligó, quisiera o no, a que se disculpara haciendo que se agachara, el aprendiz tomó la iniciativa y se colocó en el suelo de rodillas. Clavó el bastón en el suelo y agachó la cabeza —Le pido mis más sinceras disculpas, señor, siento haberle ofendido en algún momento, le pido clemencia en nombre de mis ancestros — Raro era que Hiro se doblegara tanto, pero no quería problemas con aquel individuo y encima el maestro seguía olvidando las heridas en los hombros del pobre aprendiz, aunque mentía como un bellaco, ya que no se sentía para nada culpable, no le hacía demasiada gracia.

Solicitamos ver al general Li.

Aprovechó un momento y se levantó del suelo, disimuló su boca con su gran manga para poder hablar con su compañero sin problemas —¡Oye, Tosen, dile a Hiroki que nada de vender mi Moguri o le tiro al pozo más cercano y lo tapo con el dentro!
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Ronda #8 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Soul Artist » Lun Feb 17, 2014 9:00 pm

Exuy

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El temible lobo no era tan terrible con Exuy a su lado. Cuando le abrazó le contestó con un bajo gimoteo, y en cuanto el muchacho se apartó un poco de él sacó su lengua para corresponderle el gesto cariñoso llenándole de babas.

El joven se montó sobre él y marchó hacia la aventura, en lo más profundo de la caverna helada. El animal caminó hacia su interior y sus patas se adhirieron al hielo, evitando así resbalar por la peligrosa bajada. Al dar unos pocos pasos hacia adelante la entrada secreta que había descubierto volvió a sellarse, separando al muchacho de Rebecca: ya no había opción de retirarse.

Durante unos minutos el lobo caminó en la oscuridad, con sus dos brillantes ojos azules como única luz en la caverna. Exuy notó giros hacia todos los lados, mientras seguía bajando y bajando hasta lo más profundo de la montaña. Se había metido en un laberinto infinito, y cada vez el frío era mayor: ni la calidez del pelaje del lobo podía salvarle del congelador ambiente.

Y finalmente llegaron hasta un pequeño claro. La luz entraba por un pequeño agujero en lo más alto de la caverna, revelando un diminuto lago dentro de la cueva que, misteriosamente, no se había visto atrapado por el hielo; y en el centro del lago, en las poco profundas aguas, podía verse sumergida una espada. Cuatro pilares de hielo componían el claro, dos a cada lado de Exuy, con forma de dragones que subían hasta lo más alto de la cueva.

Y lo más llamativo de todo era que, al otro lado del lago, una estatua esperaba. La figura de una mujer azul, con el pelo de un tono más intenso, esperaba. Apenas iba vestida, y sus pechos al descubierto estaban apenas cubiertos por el hielo que tenía a la estatua atrapada en aquella posición, con ambas manos en alto hacia el cielo simulando tener un objeto. La marca de una quemadura gran parte de su mejilla izquierda. Parecía tranquila, dormida incluso. Y a sus pies había una inscripción, apenas legible por la escarcha: Shiva, la bruja del hielo.

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¿Quién eres?

Ahora Exuy podía fijar la localización de la voz mental sin lugar a dudas. Se trataba de la estatua, sin duda alguna; ella estaba comunicándose con él. Decenas de ojos azules brillantes aparecieron entre los pilares, y en su lugar surgieron más lobos como el que acompañaba al joven; este se colocó en posición defensiva y gruñió, dispuesto a proteger a su nuevo amigo.

Los animales se colocaron alrededor de la estatua, separando a Exuy de ella. Otros tantos se pusieron a su alrededor, pero no atacaron: esperaron. Parecían bloquear cualquier salida al muchacho.

¿Por qué has venido? ¿No te ha mandado él? ¿Mi penitencia aún no ha terminado?

El agua del lago comenzó a levantarse frente a Exuy y tomar forma. La cabeza de un dragón de tres metros de alto compuesto por el agua se apareció frente a él, enseñando sus mandíbular y su lengua de hielo. El lobo gruñió contra el monstruo, pero una garra acuática lo golpeó y lanzó lejos del muchacho, dejándole solo.

Entonces, tú me liberarás.

La cabeza del dragón atacó al muchacho, atrapándole con sus fauces. Todo después de aquello fue negro.

* * *

Kousen, Hikaru & MoguDer

El pobre Daisuke pronto se mostró apenado por las circunstancias de la negociación sobre MoguDer. En cuanto Hikaru aceptó la venta del moguri, el hombre agarró al animal por el cuello con su enorme mano y lo estranguló un poco mientras preparaba una jaula; pero Kousen acudió a su rescate, liberando al pequeño de sus garras y provocándole una pequeña depresión. Por supuesto, no hubo dinero alguno al haberse quedado sin cenar aquel día.

Pronto el agradable paisaje primaveral se vio atrapado por la nieve de la montaña. Daisuke sólo conocía un camino para la montaña: no el habitual, sino el más difícil de todos, donde la pendiente fuese exageradamente inclinada y el agua congelada cubriese más allá de los tobillos. Llegados a cierto punto, incluso les obligó a escalar una pared de cuatro metros, sin herramientas siquiera; el objetivo era llegar a lo más alto lo antes posible. Un suicidio.

Quizás por el largo camino que estaban recorriendo, a Hikaru se le ocurrió preguntar algo referente a lo que anteriormente había comentado el guerrero:

Disculpe Daisuke, ¿quién es ese “Jefe” del que habla?

¿El jefe de la dimensión? Bueno, es un dios. O varios, yo qué sé. Era... ¡Eh!

Allí donde se encontraban, en mitad de la nada, una pequeña esfera de oscuridad surgió frente a ellos. De ella apareció un pequeño animal con los ojos pedidos y una lengua larga rosada saliéndole de la boca: un perro verde. O más concretamente, un Sincorazón. Y como buenos Caballeros de la Llave Espada, sabían lo que debían de hacer con aquella criatura: era, al fin y al cabo, una amenaza para ellos.

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¡Enkidu, viejo amigo!

Daisuke se adelantó al grupo y se lanzó sobre el Sincorazón. Pero no para atacarle: en vez de ello se agachó y se abrazó a él con todas sus fuerzas, aplastando parcialmente al monstruo, cuyos ojos se sobresalieron ligeramente de sus órbitas al comprobar la monstruosa fuerza del hombre. Este se apartó de él, sujetándolo en sus brazos, y mostró un par de lágrimas varoniles cayendo por sus ojos.

¡No pasa nada, socio, Gilgamesh ya está contigo!

Parecía que, después de todo, Daisuke no era un nombre real, tal y como todos había sospechado. Es más, ¡tampoco era humano! Ahora que abrazaba y sujetaba a su aparentemente amigo, podían comprobar que no tenía dos brazos, ¡sino que ocultaba otros cuatro más bajo sus ropas!

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¡Ah, chicos, tranquilos! ¡Es mi socio! —explicó Daisuke, levantando la mano izquierda hacia los tres chicos para que se acercaran a él—. ¡Venid, os presento!

No es que pareciese buena idea acercarse a alguien amante de los Sincorazón, sino que además el animal tampoco es que pareciese de lo más cariñoso. El perro comenzó a roer una pierna de Gilgamesh, apretando sus dientes en él con todas sus fuerzas y abriéndole alguna herida menor. El enorme hombre se sacudió de él con cariño, intentando que se despegara, pero el monstruo de oscuridad no se separó ni un centímetro.

¡Enkidu, ahora no! ¡Estamos en público! —Gilgamesh despegó finalmente al animal de él con sus dos enormes manos, y este comenzó a morder sus dedos con fiereza. Ignorando las acciones del canino, el hombre volvió a dirigirse hacia los chicos—. ¡Tranquilos, no pasa nada! ¡Es inofensivo!

Tan inofensivo que acabaría arrancándole el corazón. Kousen e Hikaru debían decidir qué hacer con aquella mala bestia: podía resultar un peligro a la larga, y puede que a la corta para el pobre e inocente Gilgamesh. Aunque parecía que este le había cogido mucho cariño por algún extraño motivo...

* * *

Hiro

Le pido mis más sinceras disculpas, señor, siento haberle ofendido en algún momento, le pido clemencia en nombre de mis ancestros.

Chi-Fu sonrió complacido mientras Hiro se retractaba por su comportamiento de dos años atrás. Se acicaló el bigote mientras el muchacho agachaba la cabeza y mostraba su arrepentimiento, casi suplicando por ello.

Pues claro que quedas perdonado, muchacho. Has aprendido dónde está tu lugar, y todo lo que hice lo hice por tu bien —pedir un castigo en público para él era, claramente, por el bien de Hiro: cómo no se podía haber dado cuenta nadie hasta el momento—. Está bien, podéis pasar por esta vez. El General espera en su tienda.

¡Gracias, hombre! —Ronin contestó con un saludo militar y una gran sonrisa al burócrata. Los guardias se hicieron a un lado y el Maestro empujó con cariño a Hiro hacia el interior del campamento, instándole a entrar por delante de él—. ¡Vamos, pulgas!

Aquel campamento no se parecía mucho al ambiente de Buzho, pudo comprobar Hiro mientras se encaminaba hacia la tienda principal. Mientras que en el segundo se podía respirar el miedo y la poca experiencia de los jóvenes soldados, en este sucedía lo contrario: todos estaban más formados, profesionalizados casi para su trabajo. El fruto de dos años de esfuerzo.

Pero también se les veía más confiados. Era difícil de explicar, pero el miedo por los hunos había desaparecido por completo: los chinos se habían vuelto arrogantes, seguros de su victoria aplastante sobre el ejército de Shan Yu. ¿Sería porque sus técnicas habían mejorado de forma grandiosa en aquellos años?

Ronin.

Antes de llegar a entrar en la tienda de campaña, la figura de un hombre salió de esta y bloqueó el paso a ambos. Hiro pudo reconocerle por su misión anterior en el mundo: se trataba del General Li, padre del capitán Shang y uno de los hombres más próximos al Emperador. Kefka había querido asesinar a aquel hombre durante su última visita, y le había preguntado la última vez por la extraña lágrima que llevaba a modo de colgante bajo su armadura.

¡Li, viejo amigo!

Fuera de mi campamento.

Y desgraciadamente no era lo único por lo que podía acordarse de él. Al igual que había pasado con el padre de la familia Fa, aquel hombre guardaba un profundo resentimiento hacia Ronin, el cual aparentemente les había abandonado en la guerra contra los hunos hacía veinte años. Aquello había activado la desconfianza en él hacia sus aprendices, aunque finalmente había aceptado su ayuda... Y la había rechazado, una vez más, cuando Axel se fue de la lengua con él y le reveló la existencia de más mundos.

No sé qué estáis haciendo aquí, y no me importa en absoluto —Ronin sonrió y se llevó la mano a la nuca, intentando hacer parecer que aquellas palabras sólo le animaban más—. Cada vez que aparecéis sólo traéis los problemas con vosotros. Fuera.

¡No seas así, hombre! Sólo me he pasado a ver qué tal os iba por aquí en la guerra. ¿Qué tal si entramos en tu tienda y nos tomamos un...?

¡He dicho que fuera!

La sonrisa de Ronin desapareció. Los ojos de Li brillaban con furia y seriedad: no quería saber nada de su viejo amigo. Más bien, cada segundo allí parecía ser una auténtica molestia para él. El Maestro de Maestros volvió a recuperar su alegría, aunque con algo más de pesar, mientras dejaba caer sus hombros.

Vale, Li. Pillo la idea —afirmó el Maestro, desviando la mirada y pronunciando aquellas palabras ligeramente dolido—. Vamos, Hiro.

Pero quizás Hiro no quisiera irse. Quizás él tenía algo que decir, o hacer, cualquier cosa. Ronin se estaba dando por vencido muy rápido, y puede que tuviese que ver con que los guardias que habían acudido con sus lanzas al escuchar la orden en alto de Li. Dependía del aprendiz insistir o ceder: sería mejor que analizase bien la situación para ello.

* * *

Fátima

Ping, no te preocupes. Es… Es compañero nuestro, sí, aunque hacía mucho que no le veía. No tenías por qué ponerte así, nos has dado un susto de muerte. ¿Qué haces aquí?

Andrei analizó las palabras de Fátima mientras mantenía su posición con la espalda contra la pared y los brazos cruzados. Tras unos segundos de silencio incómodo sonrió a la chica y se colocó firmemente, intentando tratar de ser amable.

Oh, Fátima, eres tú. No te había reconocido con esas ropas tan masculinas. ¿Es tu nuevo estilo de ropa? No recordaba que lo usaras durante mi ceremonia. Ya sabes...

Los ojos del gitano brillaron durante un segundo, dándole qué pensar a Fátima para que sumase dos y dos. El cómo se hacía llamar ante el ejército chino, la ceremonia que mencionaba, la mayor seguridad en sí mismo que desprendía... Sólo podía referir a un tipo de ceremonia, una muy especial y concreta para los Caballeros.

La de mi título de Maestro.

Quizás aquello no fue fácil de encajar para la joven. No había visto que nadie intentara siquiera pasar la prueba para ser Maestro, y decían que aquella clase de exámenes eran muy, muy difíciles. Si Saavedra lo había superado significaba no sólo que se había vuelto increíblemente fuerte, sino que además tenía bastante independencia con respecto a los demás Maestros. Quizá por ello pidió un favor a Ping, pretendiendo sacar más información de Andrei:

¿Te importa que hablemos a solas?

¿Qué? No... Digo, sí —Mulan estaba claramente molesta por la situación; allí ambos se estaban guardando algo, y no había acompañado a Fátima para quedarse a medias con todo aquello—. ¿Qué está pasando aquí? Si es amigo tuyo, ¿por qué me espiaba? ¿Quién es este chico?

Tómatelo con calma, ¿quieres? —comentó Andrei con descaro, levantando ambas manos y haciendo una seña a la soldado—. Estoy seguro de que Fátima te podrá asegurar que sólo quiero ayudaros. Espiaba para asegurarme de que no había hunos entre vosotros; y tu amiga ya me dijo que no revelara tu posición en el ejército. Se preocupa tanto por ti...

Los ojos del gitano se detuvieron en su supuesta compañera, dibujándole una larga y poco agradable sorpresa. Estaba siguiéndole la corriente, pero estaba encauzando sus propias palabras en una dirección poco ventajosa para ella: quería que mintiese a Mulan. La soldado no iba a abandonar la cabaña hasta entonces, y muchos asuntos de la Orden sólo podía hablarlas con Andrei en privado. Estaba claro que, si decía la verdad, el chico después no contestaría a ninguna pregunta que le formulase; se encerraría en la cabaña y terminaría allí mismo el interrogatorio. Pero el coste podía resultar muy grande, pues ya le costó tiempo a Fátima labrarse la amistad de Mulan...

¿Verdad, Fátima?

* * *

???

¿Está bien?

No me presiones, ¿quieres? Hago lo que puedo...

No te presiono. Sólo pregunto si...

Su corazón es fuerte. Lo que quiera que le haya atacado no va a acabar con él. Tiene una Llave Espada, ¿vale? Y ya nos conoces, los que la tenemos somos bien fuertotes.

Cuando Exuy abrió los ojos descubrió que ya no se encontraba en la caverna helada. Había ido a parar a una cama; algo incómoda, con un colchón demasiado blando, pero una cama después de todo. El techo no era muy alto, y las paredes estaban pintadas de un rojo suave tranquilizador. Podía escuchar el fuego en una chimenea cercana, e incluso notar su calorcillo.

El rostro de una joven apareció por encima de su cabeza, bloqueándole la vista al tejado. La chica le mostró su mayor sonrisa y sus cabellos dorados, recogidos en dos trenzas, cayeron sobre su cara. Al apartarse de ella, pudo ver a un hombre detrás de ella muy familiar para Exuy: joven, con un parche en el ojo, algo de barba...

¡Ronin, ha despertado!

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Ya lo veo, Eileen —el ¿joven? Maestro se cruzó de brazos y mostró una sonrisa algo forzada al muchacho—. ¡Hola, chiquillo! ¿Qué hacías en plena montaña? ¿Espiando de parte de los hunos?

La llamada Eileen borró la alegría de su rostro y golpeó con el codo en el estómago del hombre del parche, haciendo que se agachara y se llevara las manos al estómago dolido. La chica sonrió de nuevo a Exuy y le acercó un cuenco lleno de lo que parecía ser sopa bien caliente.

¡No hagas caso a mi compañero! Fue él el que te encontró en lo más alto de esa montaña, inconsciente. Supongo que te habrá mandado Rayim, tras tantas semanas de misión que llevamos aquí en Tierra de Dragones... No hace falta que hables, sólo caliéntate.

Sí, no hables ahora —señaló el dolorido Caballero de la Llave Espada, con voz algo débil—, que en cuanto te pille...

¿Quieres más pelea, Ronin?

A saber qué opina tu novio de esto...

El joven volvió a ganarse otro codazo súper efectivo por pronunciar aquellas palabras, esta vez en la cabeza. Exuy no debía estar dando en absoluto crédito a la escena que estaba viviendo: aquel no era su Ronin. Para nada, en absoluto. El que él conocía se pasaba las veinticuatro horas del día bromeando, no desconfiaría nunca de él ¡y era un viejo!

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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Vie Feb 21, 2014 2:34 am

Durante el tiempo que Andrei se mantuvo en silencio, el corazón de Fátima estuvo a punto de reventar de pura angustia. ¿Y si se negaba? ¿Entonces qué? ¿Por qué no se apartaba de la maldita puerta? Casi podía ver la estampa que harían sus cadáveres desagrándose en el suelo…

Entonces Andrei sonrió.

Oh, Fátima, eres tú. No te había reconocido con esas ropas tan masculinas. ¿Es tu nuevo estilo de ropa?

«No tengo tan mal gusto»

No recordaba que lo usaras durante mi ceremonia. Ya sabes...

Fátima se le quedó mirando sin comprender de qué estaba hablando. ¿Ceremonia? ¿Qué…?

«Un momento. Un momento». Todavía no sabía a qué se refería, pero tuvo un mal presentimiento y trató de hilar sus ideas. Una ceremonia, en Bastión Hueco. Una, por lo que decía Andrei, exclusiva para él, sin nada que ver con los Caballeros traidores en general. Experimentó un escalofrío. Lo único que se le ocurría era…

La de mi título de Maestro.

«No…» la sangre le huyó del rostro.

No podía ser. No. No quería creerlo. Eso no era una mala noticia: era una terrible noticia. ¡Como si no fuera suficientemente malo saber lo peligroso que era Andrei, ahora resultaba que era un maldito Maestro! Nunca había visto a un aprendiz convertirse en uno, pero había escuchado que había que superar unas pruebas muy complicadas, que estaban lejos de la capacidad de ella o cualquiera de sus compañeros.

Y si alguna vez había tenido esperanzas de sobrevivir a un enfrentamiento contra él, ahora se evaporaron de golpe.

Para colmo, Mulan se negaba a irse.

¿Qué está pasando aquí? Si es amigo tuyo, ¿por qué me espiaba? ¿Quién es este chico?

«Mierda, Mulan, lárgate. ¡No sabes en lo que te estás metiendo, márchate!» pensó, mordiéndose ligeramente el labio inferior.

Tómatelo con calma, ¿quieres? —dijo entonces Andrei, que, por suerte, parecía dispuesto a meterse en la farsa—. Estoy seguro de que Fátima te podrá asegurar que sólo quiero ayudaros. Espiaba para asegurarme de que no había hunos entre vosotros; y tu amiga ya me dijo que no revelara tu posición en el ejército. Se preocupa tanto por ti...

Fátima fingió estar tranquila, pero en su interior maldijo con todas sus fuerzas a Andrei. Le estaba pidiendo que le defendiera, que hiciera creer a Mulan que sí, que actuaba por el bien del ejército chino…

Pero...

¿Y si lo estaba haciendo? ¿No le había dicho su amiga que no habían hecho más que ganar batallas, una vez tras otra?

Pero no podía simplemente confiar en él. Se suponía que Bastión Hueco buscaba otro tipo de equilibrio, no podía ser que no estuvieran planeando algo y, fuera lo que fuera, bueno o malo, estaban interviniendo directamente en el destino de un mundo. Eso era algo imperdonable, que atentaba contra las normas de los Caballeros. Y, como aprendiz, su deber era indagar al menos qué demonios estaba haciendo Andrei, por mucho que no pudiera hacer nada para impedirlo.

A cambio, tenía que mentir a Mulan, porque no podía intentar sonsacar a Andrei con ella delante. Se le encogió el estómago al pensarlo.

«No seas idiota» se reprendió mentalmente.

¿De qué le serviría a Mulan saber…? ¿Saber qué? No tenía la más remota idea de lo que quería Andrei, así que no podía decir que estuviera mintiendo del todo.

Y, de todas formas, habría tenido que ocultarle la verdad a su amiga. Lo hacía a cada momento.

¿Verdad, Fátima?

Miró fijamente a Andrei unos instantes. Lo único que le remordía en la conciencia era tener que seguirle el hilo —y no quería pensar en el peligro que suponía el chico de por sí—. Pero si así podía sacar a Mulan de allí…

Claro, Andrei —respondió con la sonrisa más amable que pudo esbozar—. Sólo es que no esperaba que adoptaras un nombre tan descarado ni fueras una figura tan llamativa. Hacía bastante que no le veía —le explicó a Mulan—, siempre le ha gustado mucho ir por su cuenta, sin hacer caso a las normas. Por eso no se me ocurrió pensar que él sería el Maestro.

»Así que quédate tranquila.

Ya se ocuparía ella de intentar averiguar qué estaba sucediendo en realidad.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor RedXIII » Dom Feb 23, 2014 2:19 am

El camino hacia la tienda del General estaba libre gracias al pequeño aprendiz. Era curioso como había cambiado el lugar desde su última visita, sobretodo los soldados.

Ronin.

El general Li se interpuso en la puerta antes de que pudieran entrar en la tienda de campaña.

¡Li, viejo amigo!

Fuera de mi campamento.

No sabía por que, pero aquella reacción le parecía normal tratándose de Ronin.

No sé qué estáis haciendo aquí, y no me importa en absoluto. Cada vez que aparecéis sólo traéis los problemas con vosotros. Fuera.

¡No seas así, hombre! Sólo me he pasado a ver qué tal os iba por aquí en la guerra. ¿Qué tal si entramos en tu tienda y nos tomamos un...?

¡He dicho que fuera!

La tensión provocada por aquel grito se podía ver hasta en la cara del Maestro, quien había dejado de sonreír, era raro en el pero no la primera vez que sucedía delante de Hiro.

Vale, Li. Pillo la idea. Vamos, Hiro.

El aprendiz se negó a hacer caso al Maestro Ronin, no tenía la intención de irse como si nada de aquel lugar.

Mis respetos, gran General Li — Se arrodilló de forma breve, mostrando todos sus respetos al anfitrión de aquella lucida velada en el campo —Seguramente le cueste un poco reconocerme con estos harapos, o tal vez no — Se paró un momento y bajó su sombrero —Mi nombre es Hiro, Hiro Inukai, hace un tiempo llegue aquí persiguiendo a un peligroso criminal que escapó, por ello, para redimir mi error decidí viajar por las tierras del Emperador para ayudar a quien lo necesitara.

Bueno, lo que me trae a este lugar es mi honor, el honor que quedó manchado con aquel suceso, por eso, le pido que, no por el cabeza hueca del señor Ronin, si no por mi, nos deje hablar con usted unos minutos en su tienda, le prometo que es importante.

Era la única forma que se le podía ocurrir para que le hiciera caso —Hágalo por aquella vez en la que salvé la vida de sus hombres, recuerde el río envenenado y aquellas extrañas bestias— El aprendiz se arrodilló frente al General con la cabeza pegada al suelo hasta que decidiera si quería o no reunirse con ellos.

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La parte de MoguDer la pondré en el caso de que postee Kousen o Bond
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Ronda #9 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Soul Artist » Lun Feb 24, 2014 1:03 pm

Hiro

Li escuchó las palabras del aprendiz con la mirada en alto. No parecía muy dispuesto a hacer caso de sus explicaciones y peticiones, pero guardó silencio en todo momento como muestra de respeto hacia el chico. Una vez terminó de hablar, intervino:

Sí, te recuerdo. Salvaste a la vida de buenos hombres aquel día, además de la mía. Es algo que os debo a ti y a tus compañeros... Y al loco.

Las palabras de Li se llenaron de desprecio cuando mencionó a Axel. El incidente con el muchacho había roto los progresos que habían hecho en las relaciones entre la Orden y el General, ya bastante desgastadas por la guerra de veinte años atrás.

El hombre se llevó la mano a la barba y se la acicaló unos segundos, planteándose si llamar a los guardias de forma definitiva al ver que no abandonarían el campamento sin una reunión con él. Finalmente, decidió darse por vencido, convencido por las palabras de Hiro.

Considéralo como un pago atrasado por tu ayuda hacia mis hombres —remarcó el General, abriendo el paso al interior de la campaña e invitando a ambos a entrar—. Tras esto, estamos en paz.

Ronin fue a decir algo, pero la mirada de Li le hizo meditar sus acciones. Guardó silencio y avanzó hacia el interior con Hiro por delante, al cual revolvió el pelo con fuerza una vez dentro. Era su curioso modo de decir gracias.

La campaña era bastante modesta para tratarse de la vivienda de alguien de su nivel. Dos lámparas de aceite con forma de dragones de oro iluminaban las paredes, de color rojo imperial. Al fondo había una colcha a modo de cama, encima de una pequeña plataforma de madera. Junto a esta estaban guardados diversos mapas con varias fichas del tamaño de la palma de una mano que representaban a hunos, chinos y un tercer grupo característico por su cuerpo negro y dos ojos alargados y amarillos.

El Maestro se acercó a las fichas y tomó una de aquellas figuras negras, inspeccionándola de arriba a abajo. Se la pasó a Hiro en el aire para que la inspeccionara y se dirigió hacia el centro de la tienda; había ya provistos tres cojines juntos de color verde esmeralda, y otro de aspecto más cómodo y lujoso azul zafiro frente a estos. Mientras que los verdes no tenían ninguna decoración, el azul tenía dos dragones dorados mirándose el uno al otro y juntando las manos. Cualquiera diría que el General estaba obsesionado con aquellas bestias mitológicas.

Li tomó asiento sobre el lujoso cojín, y de igual forma lo hizo Ronin, el cual tomó del hombro a Hiro para obligarle a sentarse frente al hombre.

Vosotros diréis.

¡Gracias por dejarnos pasar, hombre! —saltó Ronin, mostrando su mayor sonrisa y tomándose todas las confianzas posibles—. No te haré perder el mundo: estoy preocupado.

¿Por la guerra?

No, por los malignos planes de los pandas. ¡Pues claro que por la guerra! —rió en alto, con la nula aprobación de Li—. Hay muchas cosas raras en estas batallas. Los hunos obtienen armas extranjeras, un payaso viene para intentar matarte, Shan Yu avanza a gran velocidad y se detiene aquí varios meses...

Todo tiene una explicación lógica. Me enviaste una carta diciendo que el payaso era el que otorgaba las armas a los hunos; y estos no avanzan de aquí porque nosotros no lo permitimos. Me preocupo más por esas criaturas oscuras, esos Sincorazón.

Sí, eso es otro asunto, pero van aparte. Me preocupa el payaso y lo que puedan hacer los hunos. Hay algo extraño en esta guerra, Li, hazme caso.

¿Has venido sólo para eso? ¿Para decirme cosas que ya sé?

¡Mira a tu alrededor! —el Maestro saltó de golpe. Levantó ambos brazos y los dirigió hacia el techo de la campaña, invitando al General a no cerrarse en banda—. Cualquiera vería venir lo que pretende Shan Yu. ¿Por qué no da un rodeo a esta montaña, como sería lógico, para llegar a la Ciudad Imperial? ¡Precisamente entre todos los sitios!

No seas paranoico, Ronin.

Li se llevó la mano a la cabeza y se pellizcó la frente. Bajó la mirada y guardó silencio unos segundos, intentando no perder la paciencia con las locuras de su viejo compañero. Levantó los ojos finalmente y se cruzó las manos, dirigiendo la mirada directamente hacia Ronin:

Vamos a poner las cosas en situación. Os he dejado pasar porque tu pequeño aprendiz está buscando recuperar su honor; y tú, me hablas de planes de conspiración imposibles. ¿Hay alguna relación entre ambas cosas? Porque de ser así, no quiero escuchar más.

El Maestro se encogió de hombros y miró a Hiro, el cual no había podido tomar parte en la discusión entre los dos hombres hasta el momento. La pregunta tenía una implicación mayor de la que podía parecer: se trataba de tomar partido. Ronin tenía su confianza depositada en él; esperaba que pudiera convencer al General, pero este no escucharía de ninguna de las maneras. Si insistía más, echaría a los dos; y si se colocaba a favor de Li, Ronin se marcharía solo.

Tú dirás, Hiro. ¿Vienes a recuperar tu honor o avisar de los peligros de Kefka y sus amigos los hunos a Li?

* * *

Fátima

La aprendiza decidió seguirle el juego a Andrei. Era su única oportunidad, al fin y al cabo, para averiguar qué estaba haciendo allí el gitano; especialmente ahora que sabía que era Maestro, pues con aquel título debía tener presente más que nadie la norma acerca de no intervenir en otros mundos.

Por su parte, Mulan se vio convencida por las palabras de Daliao. Suspiró con tranquilidad al ver que su amiga le confirmaba que aquel tipo era trigo limpio, aunque tuviese gustos extraños acerca de espiar a los soldados mientras dormían.

Me quedo más relajada. ¡El Maestro después de todo es un buen tipo!

El soldado sonrió y se dio la vuelta para dirigirse hacia la salida de la vivienda. Andrei sonrió de oreja a oreja y abrió la puerta con cuidado, invitando a la mujer a abandonar la casa; esta pasó al otro lado, colocando su mano sobre la madera y sonriendo tranquila al muchacho como agradecimiento por el caballeresco gesto.

Os dejo a solas. ¡Nos vemos luego en el campamento, Fátima!

Mata muchos hunos.

El Maestro cerró la puerta con cuidado y se quedó un momento pegado a esta, escuchando al ruido exterior. Una vez se aseguró de que la amiga de Fátima se había alejado, dedicó una sonrisa hacia esta y se puso firme, sacando pecho. Se pasó la mano por el pelo y caminó lentamente hacia ella.

Dos mujeres que se visten de hombres. Qué irónico todo, ¿eh?

El muchacho se colocó frente a Fátima, con la cama justo detrás de esta. Acercó su mano a ella y pasó el dedo por debajo de su barbilla, obligándola a levantar la mirada directamente hacia sus ojos.

Querías estar conmigo a solas, ¿verdad? Aquí me tienes. Tu Maestro, tu señor.

La mano de Andrei pasó de la barbilla de la chica a la mejilla, jugando con su pelo y haciéndole rizos. Estaba caliente, con un tacto agradable y cuidadoso. El chico pegó su cuerpo al del soldado, dejando su rostro a pocos centímetros de ella.

¿Qué pasa? ¿Quieres pasarte a Bastión Hueco y que te tome como mi aprendiza? Puedo enseñarte tantas cosas...

No parecía muy interesado por hablar con ella. Los intereses de Andrei, claramente, iban por otro lado, y no se molestaba lo más mínimo en ocultarlo. ¿Para qué charlar sobre su presencia en Tierra de Dragones o su ceremonia de Maestro, estando ambos a solas y con una cama lista detrás de ellos?


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Fecha límite: jueves, 27 de Febrero de 2014.

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