Ninguno dijo nada, no al menos hasta que Kousen terminó por fin con sus aclaraciones. Aunque ni siquiera su conciliación bastó para que Nanashi dejara de erizar las plumas, enfadada. Yami se acercó a Bavol y le obsequió con un pequeño golpe de pata en la cabeza verde. No debía haber dicho así todo, pero no podía ponerse a castigar en ese momento. Dejó que se marchara y que se acercara a Sarabi y a su hijo.
Sarabi compuso una expresión afable, a pesar de la tristeza anterior de Bavol por saberla reina, y le mostró al cachorro. Junto a ella, Sarafina mantenía al suyo medio dormido entre las patas.
—Sí, queremos llamarle Simba —contestó Sarabi, dejando ver al cachorrito.
La pequeña cría miró con ojos curiosos al camaleón que estaba justo delante de él e intentó alzarse por sobre la pata de su madre, alargando una propia para alcanzar a la interesante criatura verde que era Bavol para él, husmeando. Le empujó el morro hacia abajo, con un ronroneo y Sarabi sonrió, haciendo que Simba retrocediera con un gesto. No había hecho daño al aprendiz, pero parecía que le gustaba.
Entre tanto, Mufasa había meditado sobre lo que debían hacer, y miró al grupo, que para él era único a pesar de las diferencias claras mostradas en los discursos de los aprendices.
—Esto es un asunto grave. Si como decís, ya han aparecido estas criaturas antes como lo han hecho hoy, volverán a hacerlo y no puedo permitir que hagan daño a nadie —Además, parecía que las acusaciones contra su hermano eran las que más le pesaban, a pesar de que igualmente no daba la impresión de dudar de Bavol, menos de Kousen o su propia esposa—. Muy bien, si Scar provocó su llegada la última vez, entonces no me queda más opción.
Mufasa se levantó elegantemente, pero no estaba demasiado contento ni complacido con aquello. Después de todo, aún con los problemas que había causado su hermano, debía de continuar apreciandolo.
Nanashi se acercó a leves zancadas a Saeko y a Simbad, para susurrarles sin que los demás pudieran oírla:
—No os separéis del rey a no ser que él os lo pida, nos reuniremos pronto.
Con una grácil inclinación cortés, Nanashi se disculpó ante Mufasa aludiendo la tarea importante de vigilar el perímetro por si acaso aparecían más monstruos como el anterior. Yami, al oírla, se apresuró a indicar la misma acción, aunque Kousen y Bavol sabrían sin necesidad de que ella les dijera, que pretendía vigilar a Nanashi. Los aprendices se habían quedado solos, o al menos, todo lo solos que podían estar.
Mufasa condujo a los portadores por los niveles de piedra tras la Roca hasta uno que formaba un pequeño aunque bastante espaciado recoveco escondido. Con el rey a la cabeza de la comitiva, los aprendices verían, recortada contra las luces y las sobras del recodo, la figura de otro león, más delgado, estilizado y oscuro que Mufasa, que se encontraba tumbado sobre el vientre. Al acercarse más también verían que estaba jugando con un pequeño ratón entre sus zarpas.
—Scar —llamó Mufasa, en cuanto estuvo cerca.
Por supuesto, la voz del rey, autoritaria, provocó que Scar se distrajese y el ratón pudiera escapar. Un chasquido de lengua seguida de una mirada resignada fue la bienvenida que les dio Scar.
—Oh, Mufasa, has hecho que pierda mi almuerzo —Se lamió la palma de la zarpa, a punto de arañarse la lengua con las uñas y conformó una sonrisa aduladora—. ¿Bien? ¿Qué ha traído a mi amado hermano a mezclarse con el populacho en un día tan importante como hoy?
Entonces, tras Mufasa que había avanzado el primero, Scar visualizó a los demás animales, a los aprendices, y aunque la visión de Saeko y Simbad no produjeron en él ninguna reacción extraña, al ver a Bavol y a Kousen primero afiló la mirada, para después volver a sonreír, malicioso.
—Vaya, vaya, pero si son dos viejos amigos míos... qué amable de tu parte traerme visita, Mufasa.
El rey miró de reojo a ambos aprendices y quizá previendo la reacción de Bavol, alargó una de sus grandes patas y se la colocó delante. Aunque claro, el aprendiz siempre podía escaparse. Scar sonrió al camaleón, ladino, com osi quisiera comérselo.
—Deja eso para luego. Una criatura que conoces bien y utilizaste en el pasado ha atacado hoy la ceremonia. Estos animales son caballeros de otro reino y por suerte pudieron eliminarlo.
—Oh, ¿y tú les creíste? Pobre, pobre hermano mío —Scar negó con la cabeza, con una expresión dramática y sibilina—. Conozco a esos dos, vinieron a meter las narices en mis asuntos hace tiempo. Lo único que hice fue despacharlos. Tú habrías hecho lo mismo, Mufasa, ¿me equivoco?
Esa vez el tono de Scar denotó algo más, algo parecido a la acusación sutil de alguien que había visto a otro alguien haciendo precisamente lo que se mencionaba. Mufasa frunció el ceño.
—Eso fue hace mucho tiempo, no tiene nada que ver con...
—¡Exacto! Igual que yo no tengo nada que ver con lo que sea que haya pasado allí afuera. Yo estaba aquí cómodamente recluido tal y como ordenaste, intentando comer algo. ¿Para qué querría yo frustrar la ceremonia de Simba? —No se notó mucho, pero lo suficiente como para oler el sarcasmo—. Vas a tener que buscar a otro culpable esta vez ~
La situación no parecía muy halagüeña. A pesar de lo que Bavol y Kousen habían visto la última vez, de lo que sabían, Scar sonaba terriblemente convincente, como si dijera la verdad. Si había estado allí todo el tiempo, a lo mejor era cierto que no había invocado al Vientormentoso. Si era cierto... entonces, ¿quién?
Como si algo hubiera leído la pregunta en alguno de los aprendices, un terrible rugido, más parecido a un chirrido, tronó, igual que la primera vez que apareció el sincorazón. Y otra vez, y otra.
—¡¡Majestad!! ¡¡Majestad!!
El pajarito azul que anteriormente había guiado a Saeko y a Simbad para colocarse apareció volando frenéticamente hacia ellos, totalmente histérico y aterrorizado.
—¿Qué ocurre, Zazu?
Zazu respiraba a cortos segundos, como si su corazón estuviera a punto de estallar. Y sin posarse contestó:
—¡¡¡Mas monstruos, alteza!!! ¡¡¡Están atacando a todos!!!
Scar, a la espalda de Mufasa, sonrió.
—¿Lo ves? Ya os dije que no fui yo.
De nuevo, si no había sido él, ¿quién?... Aunque lo más importante ahora era ocuparse de esos... monstruos, y rápido. ¿O vigilar a Scar? ¿De verdad era sincero? por lo que sabían, podían invocarse sincorazón a distancia, ¿no? ¿Y si era una trampa?